
La cosa es que el Ayuntamiento calcula la tasa a partir
del valor catastral de las viviendas y, claro, sale más allí donde las viviendas
valen más. Como los ricos también lloran, en su momento recurrieron el
procedimiento alegando que “no se respeta el principio de igualdad que ha de
valorar el grado de utilización del servicio” y siendo igual el coste del servicio para
quien lo presta (el Consistorio) tanto si un piso está en el Barrio de
Salamanca como en Orcasitas, se produce una discriminación de hecho.
En realidad este caso es una parábola de la vida misma:
muestra qué es para la gente pudiente la igualdad y cómo debe de entenderse la
prestación de servicios a la ciudadanía. Cosas como la solidaridad, la
distribución de las cargas en función de las rentas, el modo como deben
gestionarse servicios de carácter público, etc, son asuntos que no se conciben
de igual modo si uno vive en la milla de oro o malvive en las afueras. Si en
España el 20% de la población de mayores ingresos tiene una participación en la
renta total superior a la que tiene el 60% de la población de menores ingresos,
es para los recurrentes el estado natural de la humanidad, de toda la vida y
esas cosas de lo público y lo privado son debates que no conducen más que a perder el
tiempo y poner nerviosa a la parroquia.
Yo creo que quienes se opusieron a la forma de calcular
el gravamen han debido quedarse con la boca abierta con la resolución del
Supremo, pues no solo les quita toda razón y cierra la vía judicial, sino que
el fallo del Tribunal dice “Se parte a priori de que los titulares de bienes
inmuebles de más valor generan más residuos urbanos” Osea, sabíamos que por su
condición los ricos tienden más al derroche, pero además son más guarretes.
Si yo fuera ellos contratacaría rápidamente cara a la
opinión pública: si generan más residuos urbanos es para que los cubos de
basura estén repletos de suculentas excrecencias, objetos apenas desgastados y
porquería fashion, de tal modo que los pobres puedan rebuscar con fundamento,
que eso sí que es prestar un servicio de calidad a nuestros semejantes.
Lo único malo es que si no se lo explican bien a
alcaldesa igual acaba vendiéndolo como si todo hubiera sido idea suya desde el
principio, mientras nos obsequia con esa sonrisa perdonavidas tan suya.