
Si Álvarez, al fin
y al cabo una simple particular, actuaba movida por el despecho o la
búsqueda de algún beneficio más bien bastardo, eso merecerá el juicio moral que
cada cual entienda apropiado. Pero, no siendo en puridad y a priori una
conducta punible, ¿cómo calificar la actuación de Sánchez Camacho?
Es, ya digo, un simple ejemplo que ilustra sin embargo
bien, creo, esa especie de impunidad de perfiles no definidos en ningún manual en
la que se mueven ciertos personajes, cuyo hábitat natural son las charcas del
eufemismo y las medias verdades.
Cuesta trabajo en estos tiempos discernir qué es lo que
más daño está haciendo a la sociedad española. Es claro que la situación
económica y una desastrosa gobernanza que ahoga a los ciudadanos para obtener a
cambio apenas algunas esperanza en el largo plazo y en las que ya casi nadie
cree, es nuestro principal problema, ya se observe desde el punto de vista del
desempleo, la falta de crédito a las empresas, la laminación de lo público, la
brecha cada vez mayor en la desigualdad…y cuantas miradas se quieran proyectar
sobre la realidad que padecemos.
No se queda atrás desde luego el problema de la
corrupción, ya sea descubierta o percibida, que en este asunto sucede como con
la seguridad: todo especialista en esa materia sabe que no basta con resolver
aquello que representa una amenaza objetiva; es necesario que los eventuales
amenazados sientan que, en efecto, están razonablemente a salvo. Y, en este
sentido hemos de soportar la corrupción en sí misma y estas conductas del mismo
pelaje que la descrita en el ejemplo propuesto que, por acumulación, produce un
efecto verdaderamente devastador en cualquier sociedad:
Por referirme solo a un caso, por lo demás el más
llamativo de los que padecemos: lo que hace el Partido Popular tratando de enfrentar
las sospechas de financiación ilegal y cobros de significados dirigentes en
dinero negro, publicando declaraciones de la renta y realizando auditorias
internas (por cierto ¿alquien sabe que fue de la auditoria externa que también
se anunció en su dia?) es un burla que viene a incrementar las sospechas por
mucho que, en una pirueta ridícula, acaben pidiendo a los demás un ejercicio de
transparencia que ellos pervierten con su actuación.
No parece que haya que conceder especial crédito a un
tipo como el socio de Urdangarín pero, por citar algo que concierne a la más
alta magistratura del Estado, aún cuando la Casa del Rey resultara en su caso
implicada en los tejemanejes del susodicho, eso sería menos grave que el poso
de incredulidad y desconfianza que va a dejar tanta miseria intelectual, tanto
disfraz, tanta trampa, en un país que algún día deberá echar mano de su
autoestima y la confianza en sus posibilidades, para tirar de nuevo hacia delante.
Y quieres juegan ese juego peligroso, quedarán impunes; así se escribe la
historia.