
En Chipre paró el proceso el Parlamento. En Portugal lo ha
hecho el Tribunal Constitucional. En España, está al caer un
acontecimiento similar y será también el Constitucional quien saque las patas
por alto.
En nuestro país, la Audiencia Nacional a instancias del
personal laboral de la empresa pública Cetarsa, determinó a principios de marzo
pasado consultar al Tribunal Constitucional si la supresión de la paga
extraordinaria de diciembre de 2012 supone una vulneración del derecho a la no
retroactividad de las normas restrictivas de derechos individuales: todo el título
I, y en particular el Artículo 9 están dedicados a este asunto en nuestra Carta
Magna.
Si el TC falla en contra, como cabe esperar, tal fallo
se extenderá a todos los casos en los que se han planteado reclamaciones
por la misma razón (por lo general en vía contencioso administrativa) y nuestra
situación será idéntica a la de Portugal en donde, recordemos, su Tribunal
Constitucional ha determinado que deberán abonarse las pagas extra a
funcionarios y jubilados a quienes en su
día se les negó.
Más allá de la peripecia concreta, lo que me llama la
atención es que esta crisis empieza a serlo también institucional: ¿cómo
calificar si no una situación en la que se produce un choque frontal entre el
ejecutivo y el legislativo (en Chipre) o entre el ejecutivo y el judicial (en
Portugal) sobre la base de los derechos fundamentales de sus ciudadanos, con la perplejidad de Europa como telón de fondo? ¿No
son éstos, síntomas de una quiebra en el Estado de Derecho?
Las declaraciones del primer ministro luso, el conservador
Passos Coelho, son meridianas: “El Tribunal debía haber observado el contexto
económico y financiero del país. Y déjenme que les diga que este no es un
problema para el Gobierno: este es un problema para el país”
Es decir, que para este fino estadista la separación de
poderes y los derechos individuales no son absolutos como ingenuamente habíamos
creído; dependen de la coyuntura o, más aún, son incompatibles con el orden económico
vigente, con eso que llamamos el sistema. Seguramente Passos Coelho aplaude la
ya famosa frase atribuida a Warren Buffet (uno de los tipos más ricos del
mundo) “Estamos ganando la lucha de clases”
A algunos puede parecer demagogia que lo mencione en este
contexto, pero es que en estos días la prensa ha difundido los datos del
estudio publicado hace poco por la Tax Justice Network, una institución que se ha
desarrollado a partir del Foro Social Europeo de Florencia, a fines del
2002 y del Foro Social Mundial en Porto Alegre, a comienzos del 2003. Unos perroflautas, vaya, que no obstante
manejan información fidedigna y del mayor interés. Por ejemplo: la riqueza
oculta al las Haciendas en los paraísos fiscales se acerca a los 30 billones de
dólares, por referenciarlo a algo más o menos comprensible, más del 10% del PIB
mundial.
Ni soy especialista en el tema ni es cuestión de
alargarse sobre la materia, pero permitan que mencione solo un par de cosas
¿sabían que en Portugal, sí ese país cuya viabilidad preocupa tanto al patriota
Passos, los jubilados suecos que fijan su residencia en busca de sol, se
benefician de una exención total de impuestos en el cobro de sus pensiones? ¿una mera
anécdota o un ejemplo más de cuáles son las prioridades? Sobre las dificultades
que han de arrostrar los ciudadanos chipriotas por viajar sin comerlo ni
beberlo a bordo de un portaviones en medio del Mediterráneo, buque insignia de
los paraísos fiscales consentidos por la UE en el seno de Europa, no hace falta
extenderse a estas alturas por ser de sobra conocidas.
Y, en cuanto a España, es sabido que el fraude fiscal se
sitúa entre el 20 y el 25% del PIB, o sea no menos de 200.000 millones de
euros. Esto genera al Estado un agujero que podría llegar a los 80.000 millones.
Hagan sus números y se lo cuentan a Montoro en un amable escrache: ya saben, comparen
con el montante de los recortes en Sanidad, Educación…establezcan relaciones
con el índice del déficit mismamente, etc.
Hace unos días el genial Forges publicaba una viñeta en
la que dos personajes de aspecto atribulado caminan juntos y uno le dice al
otro “Tengo la sensación de que no solo estamos en la III Guerra Mundial sino
que, además, la estamos perdiendo” y su compañero le responde “Sagerados sois
los del Athletic”
Es todo un resumen de lo que nos pasa. Buffet puede proclamar
su victoria y a nosotros, la gente, nos correspondería en esa tragedia y ante
lo inevitable, el papel de interpretar el pesimismo paralizante como filosofía
de vida.
Passos en Portugal o Rajoy en España, por poner solo dos
ejemplos, son los sacerdotes locales de una gran mentira que se oficina en el
templo del Eurogrupo y tiene por monaguillos a Van Rompuy y a Durao Barroso.
¿Por qué Europa no suprime de un papirotazo los paraísos fiscales en nuestro
suelo? ¿Por qué no acuerdan algo parecido en el G-20 para toda esa gusanera? ¿Por
qué los gobernantes no hacen aflorar esa ingente cantidad de recursos que
solucionaría la mayor parte de nuestros problemas? Porque no hacerlo está en la
naturaleza misma del sistema.
Pero mira tú por donde, un Tribunal Constitucional, el
portugués, se toma en serio su tarea y se pone díscolo, y cree que en lo
tocante a derechos individuales y colectivos fundamentales no hay coyuntura ni conveniencia que
valga. Como pasará con toda probabilidad con el nuestro (ya me estoy imaginando
al insufrible Floriano diciendo sandeces, precio que desde luego pagaré gustoso)
A ver si va a resultar que esta profunda brecha que toca
los fundamentos mismos del Estado y que solo puede ensanchase en tantos y
tantos frentes que conciernen a la vida cotidiana de la gente, es en realidad
un portillo, una ventana a la esperanza. A ver si va a ser verdad que la
grandeza de la democracia consiste sobre todo en que es capaz de dotarse de
instrumentos que la protegen de quienes, por codicia o por mesianismo, creen
que pueden forzar las reglas de juego hasta el infinito.