
Uno se reconoce en ese republicanismo elemental, ese que
no teoriza demasiado a propósito de la forma de Estado pues considera que, por
ley natural, todos nacemos de madre y, por tanto, nadie está por encima de
nadie y menos por razón de su cuna. Puedo abrazar, claro, la ideología que
considera la republicana como la forma de estado dimanante de una ciudadanía
efectiva y de la soberanía (si se me permite la expresión) de los valores
cívicos; y las monarquías modernas como la adaptación de una institución anticuada
y difícilmente justificable (como no sea por razones sentimentales, simbólicas,
etc) a los tiempos que corren desde hace ya, por cierto, algunos siglos. Pero,
ya digo, no me parece necesario tanto rollo.
Así es que es, a mi juicio un debate menor y bastante
sesgado por lo general, el que se desarrolla a veces sobre si es mejor tener un
rey o un presidente de República; qué le sale más caro o más barato al bolsillo
del contribuyente; qué se compadece mejor con las esencias y tradiciones patrias,
etc, etc. A menudo es, tras las bambalinas, una discusión cargada de sentido
político: en realidad se trata de descalificar al adversario con el pretexto de
defender una u otra forma de Estado.
Da igual. España es una monarquía parlamentaria porque
así lo establece la Constitución, y no creo que haya un solo español de
confesión republicana y en sus cabales dispuesto en la práctica a llevar las
cosas demasiado lejos…salvo que le den motivos suficientes.
Yo creo, pese a todo, que no los hay (motivos) O sea: lo
de la caza de elefantes y lo de Urdangarín, por citar los asuntos más recientes,
han minado la credibilidad de la Casa del Rey (insisto: el debate sobre la
monarquía es otra cosa) y la renta de Juan Carlos en términos de prestigio
también, especialmente entre la gente que tiene menos de 40 años. Allá quien no
lo quiera ver. Pero, reitero, no me
parecen razones suficientes para poner en cuestión nada sustancial.
Ahora bien, la enésima intervención quirúrgica va a tener
al Rey postrado una larga temporada; y cuando se rehabilite no dejará de ser un
anciano con numerosos achaques. Eso y (repito: solo por citar lo más llamativo,
que lo de Corina es una chorrada) el hecho de que el caso Urdangarín va a
seguir erosionando durante cierto tiempo a la institución –es que hay una hija
y unos nietos de por medio: ¿se imaginan la papeleta si la infanta Cristina resulta
imputada?– hace que Juan Carlos no tenga ya capacidad de reacción: ¿qué puede
hacer para recuperar el terreno? Ya no tendremos otro 23F, espero aunque anda
por ahí un generalote al que por lo visto le pone la idea, para que vuelva a
sacarnos del atolladero, ni volverá a las energías del “¿por qué no te callas?”
que tanto regocijo testicular reportó en su momento.
El príncipe Felipe tiene edad suficiente y parece tener
también la preparación necesaria. Por lo demás, España tiene en estos momentos
(personalmente, dudo que dure toda la legislatura) estabilidad parlamentaria y un
Gobierno con mayoría sobrada. ¿No son condiciones adecuadas para realizar el
relevo? A mí me parece que sí. Dicen que toda crisis es una oportunidad: pues
mira, el Gobierno tendría una buena ocasión para desviar la atención sobre sus
desmanes y los padecimientos del partido que lo sustenta y a la gente en general, ocupados como estanos con cosas importantes,
pues nos dará igual: una ceremonia austera pero digna y ea, Felipe a ganarse el pan y Juan Carlos a
descansar, que lo tiene merecido.
Sí ya sé que esto es lo que dice Pere Navarro, pero les
juro que no hemos hablado…yo soy de Jaén; a mí, mira tú.