martes, 22 de febrero de 2011

Europa irresponsable

Ya en la década de los setenta, cuando empezaba a preocupar a nuestra acomodada sociedad europea, el fenómeno de la inmigración desde el continente africano, había voces que decían: o les ayudamos en sus países de origen, o vendrán a cogerlo.
Y durante décadas han estado viniendo a intentar coger aquello que en su tierra se les negaba: un poco de prosperidad, algo de libertad, ciertas migajas de bienestar.
Ahora vienen menos, pero no es porque las cosas hayan mejorado en donde ellos están, sino porque por estos lares también las pasamos canutas (aunque algunas comparaciones parezcan un sarcasmo) y lo saben, lo ven en la tele o en Internet.
Europa va a perder otra oportunidad, la está perdiendo ya. Esa lentitud en reaccionar, esa desidia, esa pereza de cultura antigua y autocomplaciente, es irresponsable en términos históricos y geopolíticos.
Lo que sucede en Egipto, Túnez, Argelia, Libia y, en menor medida o eso parece por ahora, en Marruecos (también en Bareim, en Yemen y en el inmenso Irán) es la revuelta del hambre o la del hartazgo, o ambas cosas. Nada tiene que ver con la religión. Los que no tienen nada, los que teniéndolo ya no soportan que le suban el pan y la sal, los que aspiran  a una sociedad más libre, justa y próspera en su propio país (allí, en donde ellos están), son musulmanes y no desean renunciar a serlo, ni dejarán que el fanatismo arruine sus aspiraciones.
¿Les dejaremos a su suerte? ¿Le daremos más razones al islamismo radical o iremos de la mano de esas gentes que quieren cambiar las cosas, haciéndonos de paso un favor a nosotros mismos?

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