martes, 22 de febrero de 2011

Sáhara: que 35 años no es nada

Al final de una larga y polvorienta calle, en el extremo este de la ciudad de El Aaium, había un pequeño cementerio, cerca de la Misión Católica, a un tiro de piedra del Casino Militar y un poco más del cine Las Dunas. Hace de eso 35 años.
Por lo que adivino en las pésimas y escasas imágenes que nos llegan del Sahara en estos días, aquello ha debido cambiar mucho. Ignoro si aquel pequeño camposanto, sucio y descuidado, sigue existiendo y si, por tanto, aún reposan allí los restos más íntimos de un nefasto y vergonzante pasado colonial.
Visité aquel lugar por encargo de un familiar lejano que había perdido un hijo a finales de los sesenta en aquel territorio; el chico era paracaidista cuando murió de “paro cardiaco” que era como moría todo el mundo que moría en circunstancias que el régimen de Franco no deseaba explicar. Allí estaba, en efecto su tumba; y la de otros muchachos que habían fallecido en acciones militares que, hasta el momento mismo del abandono, siempre se ocultaron.
De modo que, si no se los trajeron en la Operación Golondrina, que lo dudo (habrá quien vea un cierto sarcasmo en la operación de evacuación del Sahara y el peculiar vuelo del poético pájaro), allá hay muertos españoles.
Tan españoles, por cierto, como el saharahui que ha perdido la vida en estos días de plomo, o como muchos otros que por su edad tienen un carné de identidad tan valioso como sus coetáneos de Vitigudino o de Melgar de Fernamental. En aquellos tiempos, tan provincia española eran las alamedas del Duero como el Saguia el Hamra y Río de Oro.
¿Están los derechos humanos por encima de las razones estratégicas? Por supuesto que deberían estarlo, pero resulta arcangélico suponer que así es en la realidad. El paradigma es la ministra Jiménez: oigo lo que dice; veo esa carita de buena, esa amabilidad de cursillo de relaciones publicas para call centres y comprendo que definitivamente el pueblo saharahui ha sido abandonado a su suerte (como si no lo estuviera ya desde hace mucho tiempo). Lo que hace España, Francia, Estados Unidos, Europa y la ONU es autorizar de hecho el genocidio que Marruecos viene cometiendo con esa gente.
Ya se que algunos me dirán que no es lo mismo, que no tiene nada que ver: aquí a todos los políticos se les llena la boca cuando hablan de las víctimas del terrorismo; apenas arrugan el morro cuando se trata de españoles que perdieron la vida hace tiempo y allá se quedaron o con los nuevos muertos, también españoles.
En noviembre del 75 se produjo un acto ruin, cobarde y, sobre todo, incomprensible se analice como se analice. Los Acuerdos de Madrid fue uno de los últimos actos de la tragedia de la dictadura y los responsables fueron aquellos siniestros personajes que lloraron al poco a Franco, pero también lo fue el Rey y lo fueron otros prebostes patrios que aún andan por ahí.
Sí, naturalmente que si el Gobierno español adoptara otra postura, es posible que Marruecos montara una edición moderna de la Marcha Verde a las puertas de Ceuta o Melilla (o una Marcha Negra, temen algunos), es decir de España, o sea, de Europa, a saber: de Occidente. Puede que hasta empezaran a colarse por el Estrecho salafistas furiosos dispuestos a dinamitar nuestro bienestar.
Esas son las razones estratégicas, las del pragmatismo, las del mal menor... Por eso no  hay nada que hacer en este asunto. Por eso España olvida a sus hermanos. ¿Por eso se olvidarán las victimas? ¿todas las víctimas? ¿cualquier clase de víctimas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario