martes, 31 de enero de 2017

Asamblea Podemos


El próximo jueves es la fecha prevista para la presentación de las Candidaturas, los Documentos y las Aportaciones al Debate definitivos, para la Asamblea Ciudadana conocida como Vistalegre II, que se va a celebrar el fin de semana del 11 y 12 de febrero. Plazo pues para alcanzar algún acuerdo global: hasta mañana a las doce de la noche.


Quizás no lo sepan ustedes porque no se cuenta mucho, pero se han presentado más de sesenta "Documentos" de diverso tipo (en la nomenclatura adoptada “políticos, organizativos, éticos y de igualdad”) y otras tantas “Aportaciones al Debate” Ese corpus es provisional y el definitivo será presentado el mismo día 2.
Es lo primero que se me ocurre destacar de este proceso: su vitalidad, su diversidad y el alto grado de participación.

Los medios de comunicación se han hecho eco de manera casi exclusiva de la documentación presentada por los tres grupos (candidaturas) principales. Digo bien, “eco” porque poco más que eso hay y, claro, las reiteradas e interpretadas -que no es sinónimo de manipuladas, aunque a menudo lo parezca- declaraciones de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón y en menor medida de Miguel Urban, además de Carolina Bescansa en una onda diferente. Poco más; no dedican mucho tiempo y recursos en estos tiempos los mmcc a analizar las cosas. Es lo que hay.
Estas propuestas son las siguientes:

Plan 2020. Ganar al Partido Popular, gobernar España, construir derechos, es la propuesta que encabeza Iglesias; Recuperar la Ilusión es la que defiende Íñigo Errejón y Podemos en Movimiento, es el nombre de la presentada por el grupo que lideran Miguel Urban y Teresa Rodríguez. La documentación, por si tienen la curiosidad de dedicarle un rato, se puede consultar aquí: https://vistalegre2.podemos.info/documentos/
No les aburriré haciendo yo en este espacio necesariamente limitado lo que solo raramente hacen mis colegas de prensa, radio y televisión. Sobre todo porque este es lugar para la opinión (la mía; y la de ustedes si lo desean) Ya digo, lean los documentos y juzguen ustedes mismos. Y si quieren seguir el juego, les propongo el más reciente: vayan al sitio web de La Sexta y busquen la entrevista que le hicieron el sábado a Errejón en La Sexta Noche y la que Ana Pastor le hizo el domingo en El Objetivo a Iglesias. Luego busquen aquí y allá lo que unos y otros (opinadores, informadores, etc) dicen que dijeron otro y uno…y verán qué risa.

Solo diré lo que a mi, después de leer en detalle los documentos y escuchar con atención los ecos, me parece una obviedad que no se corresponden las diferencias objetivas con el ruido ambiente. De manera que, no se muy bien lo que pasa y cualquier interpretación por mi parte sería probablemente banal.
Ignoro si antes de la madrugada de mañana, o después, los presuntos contendientes se darán el abrazo de Vergara o el del oso. Pero sí se algo que imagino saben aunque lo disimulen, Iglesias y Errejón: que si uno de los dos es defenestrado (busquen el significado de la palabra en el DRAE para evitarnos confusiones) en este proceso, Podemos sufrirá mucho. Soy de los que desconfían por principio de los personalismos y los caudillos; creo mucho más en los proyectos que en quienes los pilotan. Pero el momento es el que es y las figuras de Iglesias y Errejón no deberían ser alternativas; Podemos no tiene rodaje suficiente, sus engranajes aún no van finos como para dilapidar la mitad de su capital en materia de liderazgo.

De manera que deberían dejar de jugar cuanto antes con las cosas de comer. Mejor antes de las doce de la noche de mañana que después. Hay muchas expectativas que sería catastrófico defraudar. Y no solo en España.
 
 





 

lunes, 23 de enero de 2017

Trump es gilipollas. Lo dice la RAE.



De la misma manera que, por mucho que la parroquia se empeñe en votar a quien le roba, eso no hace mejor al ladrón (si acaso degrada a quien le jalea) ocurre algo parecido con los gilipollas.

El otro día en una tertulia, o más bien reality en forma de tertulia, de una televisión, Javier Sardá resumía su opinión sobre Donald Trump asegurando que es un gilipollas. Tiene razón y la Real Academia de la Lengua se la da. Dice el Diccionario que tonto es “persona falta o escasa de entendimiento o de razón”; en efecto, Trump lo es. Pero no parece suficiente. Gilipollas en cambio, dice el DRAE, es “necio o estúpido”, lo cual define la autoridad lingüística como “ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber; falto de inteligencia o de razón; terco y porfiado en lo que hace o dice
Pero hay un atributo que la RAE no recoge y que a mi me parece definitivo. El tonto puede ser hasta entrañable; de ahí que tengamos tontorrones, tontacos, tontucios, tontines, tontitos, etc (en este mismo blog escribí hace tiempo un ensayo un poco tonto sobre esta materia, que no cito, porque citarse a uno mismo es una tontería) No ocurre tal en absoluto con los gilipollas, que serían asimilables a lo que en Andalucía llaman malafollá. No hay que fiarse del tonto pues podría causar daño sin darse cuenta, en el mero ejercicio de su idiotez; pero el malafollá o gilipollas, en su terquedad y porfía, lleva implícita la maldad.
Los tontos pueden tener poder como ya dejó demostrado mi buen amigo Diego Armario (Los tontos con poder, Editorial Almuzara 2006) Su capacidad para hacer daño depende, por así decir, de las condiciones de presión y temperatura, como los gases raros que, también llamados nobles en una aparente paradoja, pueden ser, en determinadas circunstancias, más perniciosos para el calentamiento global que el dióxido de carbono incluso.
Por ejemplo: das carta blanca a Federico Trillo ante un incidente ridículo como el de la Isla de Perejil y es capaz de provocar un conflicto internacional, pero no va a más porque en realidad no hay sustancia; no es casus belli que diría un experto algo tontín. Es la obra de un tonto con poder. Pero si de lo que se trata es de gestionar una catástrofe como la del Yak 42, entonces el mero tonto deriva en “ignorante…falto de inteligencia o de razón; terco y porfiado en lo que hace o dice” es decir, es la obra de un gilipollas.
Lo cual nos lleva a concluir, como ya sospechábamos, que todo gilipollas lleva en su interior un tonto, aunque no todo tonto acabe siendo un gilipollas peligroso.
Gente sesuda se ha pronunciado sobre el tema. Desde Erasmo hasta Forrest Gump. A mi me gusta especialmente el ensayo de Carlo Maria Cipolla Allegro ma non troppo de 1988 en el que expone su Teoría de la Estupidez. Les recomiendo su lectura; vayan a Amazon y encontrarán este libro baratito. Descubrirán que Cipolla da por estúpido al gilipollas, quizás porque en italiano lo más parecido sería la expresión mezzasega que no es del todo equivalente. Cipolla elaboró cinco leyes fundamentales de la estupidez (de la gilipollez según mi, tal vez, tonta interpretación) la tercera de las cuales reza: “Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso”
En el caso de Trump no estamos en ese punto, es decir, que aún no ha causado daño sin obtener ganancia y/o provocado daño a su país, a sus paisanos o allende el imperio. Pero eso lo único que demuestra es que Sardá, además de un fino observador del devenir internacional y la condición humana, es profeta; lo cual quizás sea una tontería pero, en todo caso, no es ninguna gilipollez.

jueves, 12 de enero de 2017

Variaciones sobre el mismo tema: el Yak 42


 

Esta es la nota emitida por el Ministerio de Defensa al término de la reunión que María Dolores de Cospedal mantuvo con los familiares de las víctimas del Yak 42 el pasado martes día 10:
 
La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, se ha reunido esta mañana durante hora y media con la Asociación de Familias del YAK-42 y sus abogados.

En este encuentro, que ha transcurrido en un clima de cordialidad y franqueza, la ministra ha escuchado las reflexiones de los familiares y les ha transmitido personalmente su apoyo y el compromiso inquebrantable con el recuerdo y la memoria de las víctimas por parte del Ministerio de Defensa, del Gobierno, y de toda la sociedad española.
La ministra ha transmitido a las familias que seguirá el dictamen del Consejo de Estado, pese a su carácter no vinculante. Con independencia de que los tribunales de Justicia determinaron en su momento que el Ministerio de Defensa no tuvo responsabilidad civil o penal en el accidente aéreo, el Consejo de Estado establece la responsabilidad patrimonial del Estado en el accidente del YAK42 ocurrido en el año 2003.

El dictamen señala que el reconocimiento de esta responsabilidad patrimonial de la Administración Pública “no está asociado a la afirmación de la concurrencia de actuaciones subjetivas generadoras de cualquier tipo de culpa”. Dicho dictamen reconoce que las indemnizaciones resarcitorias ya fueron sufragadas.
Por último, la ministra de Defensa ha mostrado su máxima disposición a colaborar en las peticiones de los familiares”

Igual yo soy de otro planeta y no entiendo el idioma cospedaliano, pero ¿me podría explicar alguien qué es exactamente lo que asume Defensa y qué es lo que está dispuesto a hacer el Ministerio y, por tanto, el Gobierno? Sí “…seguirá el dictamen del Consejo de Estado” ¿Y eso qué quiere decir?
He tardado dos días en decir esto porque dudaba de mi propia capacidad en vista de que llevamos eso, dos días, oyendo hablar del cambio de actitud del Ministerio de Defensa y, por tanto del Gobierno, a pesar del contrapunto de uno que dice ser ministro de Justicia, o sea el Gobierno, que lleva los mismos dos días enmendando la plana a su colega de Defensa. Esto es, el Gobierno corrige al Gobierno. El único que no dice ni mu es Rajoy, presidente de ese Gobierno al tiempo contrito y chulesco, y vicepresidente que fue del Gobierno que consintió y trató por todos los medios de tapar el crimen del Yak.

Vale, Trillo no les hacía ni caso y además insultaba la dignidad de los muertos y de sus familiares en cuanto tenía ocasión. Cospedal los recibe, les da un cafelito y les dice cosas que quieren oír. Y yo comprendo ¿cómo no? que se contenten con poco, al cabo nunca pidieron mucho y cuando se ha sufrido y se sufre tanto, una palabra amable parece más de lo que es.
Pero lo que me tenía confuso hasta que he recuperado la cordura por la vía del hartazgo es esta cantinela en prácticamente todos los medios de comunicación y comentaristas varios sobre el cambio de actitud del Ministerio: A ver, que Cospedal es la del finiquito en diferido y en forma de simulación, la que hizo cuanto pudo por cargarse la sanidad pública en Castilla la Mancha, la del marido perceptor de subvenciones, la que bebe los vientos por Rajoy y no hará nada que nos pueda recordar que cuando el accidente él estaba allí. Es la misma que dicta la nota que he reproducido. No creo que un baño de disciplina castrense la haya cambiado en un pis pas.

Irá el Congreso el lunes y contará vaguedades y presuntos buenos propósitos, pero no aparecerán los documentos de las subcontratas, no se aclarará el asunto del seguro. No habrá nada nuevo, solo palmaditas en la espalda y palabrita del Niño Jesús. Al tiempo; me disculparé si no es como digo, y ojalá tenga que hacerlo
¿Alguien sabe por qué nunca se menciona en las informaciones periodísticas que Trillo fue militar de 1974 a 1989 y se retiró como comandante del Servicio Jurídico de la Armada? ¿por no añadir más vergüenza al caso?

Y por último (hoy estoy preguntón) ¿Cómo es que nadie le dice a José Bono, ministro de Defensa de 2004 a 2006, que si sabe cosas lo que tiene que hacer es contarlas todas de una vez en lugar de dosificarlas por los platós de televisión? ¿Y qué hay de José Antonio Alonso, ministro del ramo desde 2006 a 2008 y Carmen Chacón, de 2008 a 2011? A Morenés ni mencionarlo que me da un sarpullido. ¿Nadie les pregunta nada? Es que el accidente fue en 2003 y 14 años dan para mucho o, a lo que parece, para nada, de nadie.
 

Neoliberales y reformistas ante el cambio climático


En mi anterior post (El Congreso de los Diputados seguirá "estudiando" el cambio climático) mencioné la actitud que durante décadas ha tenido la llamada izquierda reformista a propósito del cambio climático. Obsérvese que no empleo el término “socialdemocracia” en vista de que a estas alturas a mi -con franqueza y sin duda por mi torpeza-  me resulta difícil comprender qué es.

No es una afirmación a humo de pajas. Bastaría con analizar al detalle cual viene siendo el posicionamiento del reformismo al respecto de los cuatro pilares de la ideología dominante que, para entendernos, llamaremos neoliberalismo: la creciente privatización, (o privatización de la gestión, como reza el eufemismo al uso) de sectores, primero estratégicos y luego de servicios, que antes fueron de propiedad pública; la desregulación creciente del sector privado especialmente en la economía global mediante la firma de acuerdos de libre comercio e inversión regionales, bilaterales, multilaterales que, merced a su carácter vinculante y coercitivo puede obligar por encima de los intereses ciudadanos de los estados incluso si se expresan en las tradicionales instituciones y estructuras legislativas y los aparatos judiciales; el posicionamiento ajeno a los problemas del clima de organizaciones transnacionales de gran influencia como el FMI, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio; y la permisividad en materia de evasión fiscal para las grandes fortunas y las multinacionales.
El estado del bienestar es una criatura (aunque no solo) de la socialdemocracia. Esa es una verdad histórica si se me permite la broma semántica y la justicia poética. Pero su deterioro creciente es directamente proporcional al éxito de la ideología dominante: entre los muchos indicadores, bastaría con observar la evolución de los índices de desigualdad en el mundo en, por ejemplo, los últimos veinte años, un periodo que ha visto gobiernos de toda índole y condición en Occidente.

En lo que hace al cambio climático, o a la lucha contra el cambio climático, sucede exactamente lo mismo (en otro momento escribiré sobre la relación que hay, precisamente, entre la extensión de la pobreza y los daños al medio ambiente; que la hay) es decir, que la gravedad de nuestro problema global con el clima tiene que ver directamente con la salud del neoliberalismo, porque esos cuatro pilares a los que antes me referí son una especie de muro ideológico que impide de un modo u otro, directa o indirectamente, una respuesta seria y ordenada al problema global; es incompatible con las medidas que debieran tomarse con urgencia a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Un ejemplo entre los posibles de lo que quiero decir, a sabiendas de que meramente lo enuncio porque una explicación en detalle excede las pretensiones de este breve post: la deslocalización de empresas es a menudo la respuesta a la regulación local, las exigencias sindicales, las dificultades logísticas, etc. Las consecuencias para el país de origen son, como sabemos, la destrucción de puestos de trabajo y por tanto el empobrecimiento, entre otras. Pero, además, es habitual que se trasladen industrias sucias que reciben buena acogida en países que están reclamando un lugar y un derecho en la loca carrera por el crecimiento y el desarrollo (China, India, Brasil…) al que no desean renunciar, con lo que el problema medioambiental se agrava. Eso sí, la fórmula proporciona cierta tranquilidad de conciencia a nuestro muy liberal y desarrollado establishment: nosotros creamos el problema, pero son ellos los que contaminan.

Lo mencioné de pasada: el crecimiento. Ese dios ante el que se inclinan todos, neoliberales y reformistas.
Sí, los segundos matizan y aseguran que hay que poner límites al sacrosanto mercado, que hay que regular la actividad privada y ponerle rostro humano a la globalización, es decir, que hay que embridar al capitalismo financiero, extractivo y especulativo, o sea, lo que vienen diciendo desde que se vino abajo el Muro de Berlín, a lo que parece, con escaso éxito. Y su fórmula para luchar contra el cambio climático parece ser sustituir el modelo económico por otro que en sustancia no es distinto del vigente, pero con soluciones verdes.

Pero eso ya no es suficiente. ¿Es bueno, por ejemplo, disponer de electrodomésticos más eficientes? Claro, eso está bien y, además, no va contra las reglas de mercado sino más bien todo lo contrario? Por supuesto ¿Quién en su sano juicio puede negar eso? Pero ¿Y si resulta que la industria hace eso y en paralelo aplica la obsolescencia programada de las máquinas a fin de forzar el consumo que acaba generando más residuos -muy verdes eso sí- que antes?
¿Crecer hasta el infinito en un planeta finito? ¿Basta con hacerlo limpiamente? Es un contrasentido; parece mentira, pero es un contrasentido que no opera como tal en nuestras sociedades; nos parece una obviedad pero nos comportamos como si no lo fuera. Y eso que, además, es muy estúpido. No tenemos tiempo, se nos debe de meter esto en la mollera. Aunque nos pusiéramos mañana mismo a la titánica empresa de cambiar el modelo productivo y, sobre todo, el modelo energético, el estado actual de la tecnología no nos permitiría el milagro a tiempo: el aumento de la temperatura global en 2 grados es ya inevitable. ¿Qué hacer entonces?

Pues como dice Naomí Kleim en Esto lo cambia todo (S&M 2014) “lo que podamos” Y lo que podamos no concierne a la ideología dominante: no hará nada, sencillamente porque como ya he dicho, hacerlo va contra su razón de ser. Pero no sería poca cosa que la izquierda abandonara ya esa especie de perpleja complacencia y construyera un discurso basado en cuestionar el crecimiento como paradigma, en la limitación del consumo en general y contra el despilfarro energético en particular. ¿Que eso tiene un cierto aroma utópico? Claro, por eso digo que es a la izquierda a quien le corresponde hacerlo.

viernes, 6 de enero de 2017

El Congreso de los Diputados seguirá "estudiando" el cambio climático

El 15 de diciembre pasado el Congreso de los Diputados aprobó por 337 votos a favor y dos abstenciones (ya comentaré algún día de quién y por qué) que la denominada Comisión para el Estudio del Cambio Climático pase a tener el carácter de comisión legislativa permanente.

Artículo 75.2 de la Constitución: “Las Cámaras podrán delegar en las Comisiones Legislativas Permanentes la aprobación de proyectos o proposiciones de ley. El Pleno podrá, no obstante, recabar en cualquier momento el debate y votación de cualquier proyecto o proposición de ley que haya sido objeto de esta delegación”

¿Es pues asunto de importancia? Pues sí, es un cambio significativo en la atención que el Legislativo parece otorgar a este asunto del cambio climático, básicamente porque puede impulsar la elaboración de la Ley ad hoc. Vista la iniciativa con espíritu crítico, pues que ni siquiera le hayan cambiado el nombre eliminado lo de “para estudio” (dado que el asunto está más que suficientemente estudiado, debiera haberse llamado “para marear la perdiz”) da idea de lo fino que hilan las señorías. Pero, si consideramos que a primeros de noviembre del año que acaba de terminar, la Mesa del Congreso denegó su permiso para que una representación del Congreso asistiera a la Cumbre del Clima de Marraquech pues, efectivamente, en apenas un mes hemos avanzado una barbaridad.

Si usted, querido lector, cree que lo de mantener “para estudio” es cosa baladí y lo que pasa es que yo soy muy tiquismiquis, pues tal vez tenga razón. Pero a mi me parece que el lenguaje no es nunca inocente y el uso de unas u otras expresiones podrá ser más o menos inconsciente, pero nunca es ni neutro ni inocuo.

Personalmente me dan auténtico miedo los negacionistas a ultranza porque saben perfectamente que la lucha contra el cambio climático lo es contra el sistema político y económico hoy dominante, que mantiene y acrecienta sus privilegios; y saben muy bien que solo un estado fuerte y unas instituciones transnacionales de carácter público poderosas pueden enfrentar una tarea que solo puede ser planetaria y que, inevitablemente, implica un cambio radical en la distribución de la riqueza, en la asunción de las responsabilidades en la reducción de emisiones a la atmósfera, etc. Por eso torpedearán cualquier movimiento de la sociedad civil, da igual el precio…y al fin y al cabo lo suyo no es el largo plazo.

Y no me recuerden que el modelo de desarrollo del que se llamó el socialismo real no fue precisamente cuidadoso con el medio ambiente. No hace falta y además eso no justifica cosa alguna.
Sí, hay quien tiene mucha fe en los avances de la ciencia y en el criterio de la Providencia. Ambas nos pondrán a salvo creen cuando las cosas se vuelvan verdaderamente difíciles; es lo que ha ocurrido siempre, sentencian. Es gente sin duda bien intencionada, fieles compañeros de viaje hacia el desastre de los anteriores. Me recuerdan a los vecinos de mi urbanización, empeñados en gastar el 60 por ciento del presupuesto comunitario en el agua para el riego de la pradera, simplemente porque se ha hecho así desde hace 40 años - o sea, siempre para ellos- y el césped en plena meseta da mucho fresquito.

Lo que de verdad me parece preocupante es la ausencia de equilibrio frente a estos suicidas conscientes o inconscientes. Desde la izquierda que se dice reformista llevamos décadas hablando de la necesidad de cambios graduales, amables; y tampoco es muy diferente desde posiciones políticas más radicales, véanse los programas electorales. Se trataría de casar la necesidad de un crecimiento constante con el estado del bienestar y el respeto al planeta. Y es imposible; como dice Naomí Kleim (Esto lo cambia todo, Simon &Schuster 2014) “el sofocante fundamentalismo del mercado es el mayor enemigo de la salud del planeta”.

De manera que no, el cambio climático no es un problema más, es EL PROBLEMA, tanto que seguramente los efectos del calentamiento ya son irreversibles y estamos en una carrera contra el tiempo en la que cuanto menos nos apresuremos en aplicar soluciones radicales más cerca estaremos de una catástrofe; solo un botón de muestra: si alguien cree que el problema de la inmigración actual es grave, imaginen la que se nos puede venir encima en los países del hemisferio norte si las aguas de los océanos suben un metro por la reducción del hielo ártico, o las sequías y los huracanes de fuerza creciente acaban provocando grandes desplazamientos de población…pues ya está pasando, amiguitos.
En la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de Cancún, en 2010, se estableció un objetivo: que la temperatura del planeta no se incrementara por encima de los 2 grados centígrados. Diecisiete años después ese objetivo es inalcanzable. ¿Y por qué 2 grados? Porque se entendió que era una meta que integraba la evidencia científica, los intereses económicos y las necesidades de los que establecen las políticas climáticas. Como puede observarse el fracaso no puede ser mayor.

No, no es un problema más. Por mucho que el miedo nos impida pensar y nos paralice (que igual hay algo de eso) aquí no hay dirección en la que correr para ponerse a salvo.
Upton Sinclair, fue un periodista que escribió en 1906 La Jungla, una novela de la que Jack London dijo que era "La cabaña del Tío Tom de la esclavitud asalariada” En su obra, Sinclair ponía de manifiesto el contraste entre las condiciones de vida de muchos y trabajadores y la corrupción profundamente arraigada en las élites. La Jungla se publicó hace cien años, pero ¿a que les suena la música? Este autor escribió: “…qué difícil es conseguir que un hombre comprenda algo cuando su sueldo depende de que no lo comprenda” Claro, Upton Sinclair no estaba hablando de los efectos de cambio climático. ¿o sí?