jueves, 29 de septiembre de 2016

Espectáculo insufrible más allá del PSOE


He sido y soy muy crítico con el PSOE y con Pedro Sánchez. En la noche del 20 D escribí en este mismo lugar que el mandato de las urnas debía interpretarse como una oportunidad de revertir los efectos más graves de la legislatura más dañina que he conocido y que ello podría hacerse mediante un acuerdo específico entre PSOE, Podemos y Ciudadanos, por ese orden y con el peso y la responsabilidad para cada cual de sus votos, que nos llevaría a un mandato corto y a la convocatoria de nuevas elecciones en circunstancias bien distintas.

No fue así y creo honestamente que, como suele decirse, de aquellos polvos estos lodos.

No haré aquí un relato de lo sucedido desde aquel resultado electoral que levantó tantas expectativas e ilusiones y que hoy parece quedar tan lejos. Mi análisis no sería objetivo puesto que me siento frustrado y muy enfadado.

Digo lo anterior a fin de que no se me confunda: Ni me gustan las últimas decisiones del Comité Federal del PSOE, ni me gusta Sánchez ni me gusta su Ejecutiva.

Pero menos me gusta lo sucedido desde ayer, porque va más allá de la vida interna de un partido. Una formación política es el instrumento del que se dota la democracia para existir y, como tal, no es de sus dirigentes, ni siquiera de sus militantes como se viene insistiendo. Es de los ciudadanos, de todos nosotros, le votemos o no.

Me repugna la intervención mañanera -con la ayuda de la voz de su amo- de un Felipe González cuya soberbia le hace perder la prudencia y que no tiene empacho en revelar conversaciones privadas que él sabía y sabe condicionadas por una decisión del máximo órgano entre congresos, el Comité Federal: a Sánchez se le había ordenado no abstenerse en la investidura de Rajoy; miente González porque retuerce la verdad.

Me provocan un desprecio infinito quienes llevaban conspirando mucho tiempo en almuerzos zamoranos y cafés capitalinos, emboscados a la espera de reunir las suficientes voluntades sediciosas para, escondidos en el grupo, concertarse y dar un golpe al que incorporar incluso un ilustre cadáver para que les salgan las cuentas.

El PSOE tal como lo hemos conocido está muerto; se ha suicidado. Y es muy doloroso porque a quienes alguna vez nos pareció nuestro referente político por críticos que fuésemos, nos han amputado una parte de nosotros y lo han hecho con el nauseabundo estilo de la casta. Volverá, pero no por mano de Sánchez y los suyos, desde luego no, pero ¿de verdad cree alguien que gentes como Micaela Navarro, Fernández Vara, García Page o Susana Díaz son los líderes que sacarán del pozo a este partido?