viernes, 22 de julio de 2016

Recordando a Max Weber con la caló


 
Termino de leer un librito del que Fernando Savater -al que mucho aprecio…salvo cuando se sube a la higuera o al púlpito- ha dicho: “Un ensayo polémico y exageradamente inteligente que reivindica la complejidad de la palabra frente a las videosimplezas y el conocimiento frente a la mera información” Aquí le doy la razón. Se trata de La carrera hacia ningún lugar, del profesor Giovanni Sartori (Penguin Random House 2016) Lo recomiendo vivamente: no se sin son “exageradamente inteligentes” (ay, las ocurrencias de Savater) estos diez ensayos tan breves como luminosos sobre asuntos ciertamente polémicos, pero la capacidad de Sartori para decir mucho en pocos párrafos y hacernos asentir embobados o fruncir el ceño alternativamente, es proverbial.

Uno de estos textos se titula La ética de la intención y la ética de la responsabilidad en referencia a la distinción clásica de Max Weber que Sartori aplica al concepto de integración de los musulmanes (ya sean emigrantes o naturales de segunda o tercera generación) en las democracias europeas y occidentales en general. Daría para varias tesis doctorales lo que en esta obra se nos propone en unas cuantas ideas; dejémoslo ahí porque quiero ir por otro lado.

Pero Sartori emplea un palabro que me ha llamado la atención: “…esta experiencia ejemplar -se refiere a la pervivencia de comunidades musulmanas que resisten sin integrarse en absoluto en un medio hostil como es la India actual- deberían estudiarla nuestros izquierdistas, pues contrasta con el facilismo con el cual nosotros hablamos de integración”

“Facilismo” dice Sartori y se le entiende perfectamente. Y a mi me ha recordado dos cosas: otro palabrón que hace fortuna entre nosotros: buenismo, algo que conceptualmente está en esa distinción de Weber, aunque sea en gran media una mera excrecencia, y lo que le pasa a nuestras izquierdas en este triste presente que padecemos desde diciembre pasado. Debe de ser el calor: uno empieza leyendo un librito que promete ser ligero pero interesante y acaba filosofando sobre la intención y la responsabilidad, la bondad y el pragmatismo…

Se comprenderá que me resulta intelectualmente despreciable el uso del vocablo buenismo, cuando más allá de tildar a alguien de ingenuo, se pervierte la palabra “bueno” hasta esos extremos, simplemente para insultar. Se diría que quien lo hace es partidario más bien del malismo lo cual es, además de absurdo, francamente estúpido. Pero lo que hay detrás de aquella palabreja tiene algún sentido.

Decía Weber que ante el político en ejercicio siempre se presentan dos posibles actitudes: la de la ética absoluta, no condicionada, y la de la ética de la responsabilidad. Para la primera importan las convicciones, la pureza de intención, que pueden otorgar la religión, una idea del mundo, un conjunto de valores…La segunda atiende a los efectos de las acciones que se emprenden y alcanza incluso hasta las consecuencias no previsibles de esas acciones que deben ser asumidas a la postre.

Si tuviéramos que hacer una caricatura diríamos que quien se guía por la ética de la intención se parece a un fundamentalista o a un bobalicón…¿tal vez, es un populista?; quien lo hace por la ética de la responsabilidad está más en que, finalmente, el fin justifica los medios y esto puede incluir una meta que no es tanto un objetivo en sí mismo, como la evitación de otro. Insisto: es una caricatura que, no obstante, nos sirve para marcar extremos. Diríamos más: el principal defecto de la ética de la intención es el mal no querido como consecuencia de la acción bienintencionada, mientras que el de la ética de la responsabilidad es el mal aceptado como medio para un fin que consideramos (o acordamos) bueno.

Pero ¿y qué hay de la moral en política? Ese es el ámbito de lo bueno y lo malo. Si no hay buenas intenciones ¿cómo podremos hacer algo bueno? Pero si no controlamos las consecuencias de lo que hacemos ¿de qué servirá que nuestra intención sea buena? Sartori no explica de modo muy sencillo: “si veo en el mar a una persona que se está ahogando, me tiro al agua y trato de salvarla cueste lo que cueste…” pero si ese precio acaba siendo mi propia vida, entonces tendremos dos ahogados en lugar de uno. “La ética de las buenas intenciones, que está hecha toda ella de fines y no de medios, de por sí solamente puede ser destructiva”

Así es que debemos resolver este asunto en el equilibrio, en lo complementario. ¿Ustedes creen que saben algo de esto los dirigentes de PSOE y Unidos Podemos? Obviamente no porque Rajoy sigue en donde estaba y es probable que siga mucho tiempo. Y el caso es que, al menos Iglesias, Errejón y Monedero sí han leído mucho a Weber. Y todos saben sumar.

Recordando a Max Weber con la caló


 
Termino de leer un librito del que Fernando Savater -al que mucho aprecio…salvo cuando se sube a la higuera o al púlpito- ha dicho: “Un ensayo polémico y exageradamente inteligente que reivindica la complejidad de la palabra frente a las videosimplezas y el conocimiento frente a la mera información” Aquí le doy la razón. Se trata de La carrera hacia ningún lugar, del profesor Giovanni Sartori (Penguin Random House 2016) Lo recomiendo vivamente: no se sin son “exageradamente inteligentes” (ay, las ocurrencias de Savater) estos diez ensayos tan breves como luminosos sobre asuntos ciertamente polémicos, pero la capacidad de Sartori para decir mucho en pocos párrafos y hacernos asentir embobados o fruncir el ceño alternativamente, es proverbial.

Uno de estos textos se titula La ética de la intención y la ética de la responsabilidad en referencia a la distinción clásica de Max Weber que Sartori aplica al concepto de integración de los musulmanes (ya sean emigrantes o naturales de segunda o tercera generación) en las democracias europeas y occidentales en general. Daría para varias tesis doctorales lo que en esta obra se nos propone en unas cuantas ideas; dejémoslo ahí porque quiero ir por otro lado.

Pero Sartori emplea un palabro que me ha llamado la atención: “…esta experiencia ejemplar -se refiere a la pervivencia de comunidades musulmanas que resisten sin integrarse en absoluto en un medio hostil como es la India actual- deberían estudiarla nuestros izquierdistas, pues contrasta con el facilismo con el cual nosotros hablamos de integración”

“Facilismo” dice Sartori y se le entiende perfectamente. Y a mi me ha recordado dos cosas: otro palabrón que hace fortuna entre nosotros: buenismo, algo que conceptualmente está en esa distinción de Weber, aunque sea en gran media una mera excrecencia, y lo que le pasa a nuestras izquierdas en este triste presente que padecemos desde diciembre pasado. Debe de ser el calor: uno empieza leyendo un librito que promete ser ligero pero interesante y acaba filosofando sobre la intención y la responsabilidad, la bondad y el pragmatismo…

Se comprenderá que me resulta intelectualmente despreciable el uso del vocablo buenismo, cuando más allá de tildar a alguien de ingenuo, se pervierte la palabra “bueno” hasta esos extremos, simplemente para insultar. Se diría que quien lo hace es partidario más bien del “malismo” lo cual es, además de absurdo, francamente estúpido. Pero lo que hay detrás de aquella palabreja tiene algún sentido.

Decía Weber que ante el político en ejercicio siempre se presentan dos posibles actitudes: la de la ética absoluta, no condicionada, y la de la ética de la responsabilidad. Para la primera importan las convicciones, la pureza de intención, que pueden otorgar la religión, una idea del mundo, un conjunto de valores…La segunda atiende a los efectos de las acciones que se emprenden y alcanza incluso hasta las consecuencias no previsibles de esas acciones que deben ser asumidas a la postre.

Si tuviéramos que hacer una caricatura diríamos que quien se guía por la ética de la intención se parece a un fundamentalista o a un bobalicón…¿tal vez, es un populista?; quien lo hace por la ética de la responsabilidad está más en que, finalmente, el fin justifica los medios y esto puede incluir una meta que no es tanto un objetivo en sí mismo, como la evitación de otro. Insisto: es una caricatura que, no obstante, nos sirve para marcar extremos. Diríamos más: el principal defecto de la ética de la intención es el mal no querido como consecuencia de la acción bienintencionada, mientras que el de la ética de la responsabilidad es el mal aceptado como medio para un fin que consideramos (o acordamos) bueno.

Pero ¿y qué hay de la moral en política? Ese es el ámbito de lo bueno y lo malo. Si no hay buenas intenciones ¿cómo podremos hacer algo bueno? Pero si no controlamos las consecuencias de lo que hacemos ¿de qué servirá que nuestra intención sea buena? Sartori no explica de modo muy sencillo: “si veo en el mar a una persona que se está ahogando, me tiro al agua y trato de salvarla cueste lo que cueste…” pero si ese precio acaba siendo mi propia vida, entonces tendremos dos ahogados en lugar de uno. “La ética de las buenas intenciones, que está hecha toda ella de fines y no de medios, de por sí solamente puede ser destructiva”

Así es que debemos resolver este asunto en el equilibrio, en lo complementario. ¿Ustedes creen que saben algo de esto los dirigentes de PSOE y Unidos Podemos? Obviamente no porque Rajoy sigue en donde estaba y es probable que siga mucho tiempo. Y el caso es que, al menos Iglesias, Errejón y Monedero sí han leído mucho a Weber.

jueves, 14 de julio de 2016

Los toros



¿Tienen un vegano o un ovo-lácteo-vegetariano autoridad moral para hablar de alimentación sostenible? Por supuesto, toda; cualquiera con algunas luces sabe que la dieta de los humanos en el principio de los tiempos, cuando éramos poco más que monos, era a base de vegetales, frutas raíces y tal…a lo sumo caía algún molusco o tal vez alguna larva blanda y gordezuela más por experimentar que por otra cosa. Como nos enseña la ciencia, hay una prueba irrefutable de lo anterior: que tenemos una dentición de hervíboro sin caninos para desgarrar tejidos con eficiencia ni poderosas mandíbulas para triturar huesos y cartílagos a modo.

Pero me encanta el jamón de cerdo negro, ya sea criado todo el tiempo con bellota o, si eso no es posible, de recebo.
¿Soy por eso un ser incoherente? Ancestralmente incoherente, quiero decir. Pues claro que no: es que el pata negra, con un picos de Jerez y un blanco amontillado, está rico de narices o a mi y a algunos millones de congéneres nos lo parece y me da igual si soy objetivo o no. Pero eso es, en parte cultural (la cosa de los picos y el amontillado más la salazón primorosa) y en parte un atavismo que viene de cuando las cosas se pusieron crudas en sentido literal y, a falta de bayas y acelgas silvestres hubo que meterle mano a los mamuts y, de ahí a todo lo que nada, corre o vuela. Yo soy pues un tipo corriente, lleno de contradicciones, razonablemente honesto y algo perplejo ante el hecho de vivir; o sea un tipo normal.

Luego vino el invento de la ganadería, desde los pollos a las llamas del altiplano y, más tarde, la explotación intensiva de animales destinados a la alimentación ya sea enclaustrando gallinas para que no paren de poner o degollando corderitos porque el lechal de Sepúlveda está mucho más rico que el borregazo canadiense pongamos por caso. Todo cultural, ya saben, el capitalismo y eso.
Y, como el ser humano es más listo que los demás vivientes sobre la capa de la tierra, hubo un momento en la noche de los tiempos en que decidió que los animales de más de dos patas, o con dos, pero algo memos (véase el avestruz) podrían ser útiles como herramientas de trabajo o de divertimento. Ayudaron muchos unos tipos vestidos de señora que hablaban de Dios y aseguraban que los animales están puestos en este mundo por el susodicho para nuestro servicio. También todo cultural.

Así es que ¿es la lidia y el resto de las manifestaciones en las que se torturan animales cultura? Pues claro, como lo es el burka o la ablación del clítoris. ¿Qué los toros bravos se crían exclusivamente para ser lidiados, enmaromados, embolados o cualquier otra sofisticada excrecencia cultural? Claro, forma parte de la condición cultural, que no es ajena a la crueldad ni al anacronismo.
Y llegamos a donde yo quería llegar, a los valores: ¿es un vegano mejor persona que un taurino? Hombre, yo creo que no hay duda: el vegano podrá ser más aburrido, pero es buena gente; el otro, pues no…es que no está por el jamón de jabugo sino por la tortura como diversión.  

domingo, 3 de julio de 2016

Greenpeace comete crímenes contra la humanidad...y tal



Decir que Greenpeace comete crímenes contra la humanidad es algo que de entrada solo movería a hilaridad; es tan necia la afirmación que solo un bobo puede sostenerla. Pero ¿y si quienes lo dicen son 109 premios Nobel?; pues eso es lo que se sigue de informaciones publicadas por el en otro tiempo prestigioso diario El País (el periódico se equivoca: son 110):  que lo dicen:

109 nobeles acusan a Greenpeace de crimen contra la humanidad por los transgénicos” El País “Revista Materia” 1 de julio de 2016 http://elpais.com/elpais/2016/06/30/ciencia/1467286843_458675.html

Religiones del siglo XXI: El rechazo irracional de Greenpeace a los alimentos transgénicos ha logrado irritar a 109 premios Nobel, la voz de la mejor ciencia disponible” El País ”Revista Materia” 2 de julio de 2016 http://elpais.com/elpais/2016/07/01/ciencia/1467368714_292945.html?id_externo_rsoc=FB_CC

Y antes hay otra publicación que cito enseguida (hay más artículos publicados en “Materia” de parecido jaez que no enlazo para no aburrir). Solo si uno es muy malintencionado deducirá que El País “Materia” anda metido en una campaña a favor de los transgénicos…o a favor del TTIP que en este tema -como en otros- es la punta de lanza del amigo americano para romper las reticencias europeas a aceptar cualquier cosa como evidencia científica previa a la liberalización comercial más salvaje:

La ciencia confirma que los transgénicos son igual de sanos que el resto de alimentos; después de 30 años de uso, una gran revisión científica de los Organismos Modificados Genéticamente hecha en EE UU concluye que son inocuos y desacredita los mitos que los rodean” El País “Revista Materia” 17 de mayo de 2016 http://elpais.com/elpais/2016/05/17/ciencia/1463506219_758061.html?rel=mas

Solo por si no quieren seguir adelante leyendo esta última referencia (nunca se me ocurriría recomendar tal cosa) indicar que lo que el periódico -o el colaborador que firma el artículo- llama “la ciencia” es La Academia Nacional de Ciencias de EEUU que, siendo una institución estadounidense sin duda prestigiosa, no es, obviamente, “la ciencia”

¿Que digan tan egregios científicos lo que El País dice que dicen es verdad revelada? Por poner un solo ejemplo cercano para quienes leen con devoción este periódico: ¿Va a misa -con perdón- lo que digan Paul Krugman o Joseph Stiglitz, premios Nobel de economía ambos o el prestigioso economista francés Thomas Piketty, a los que el diario ofrece tribuna regularmente? Eso depende; si dicen algo que recuerde, aunque sea vagamente, las cosas que dice Podemos, pues entonces para nada.

Pero ¿dicen lo que El País dicen que dicen? Pues no, o no del todo.

Todo viene de un informe presentado, como se indica en el último artículo referenciado, el 17 de mayo por la mencionada Academia en rueda de prensa. Este trabajo puede encontrarse aquí: http://www.nap.edu/catalog/23395/genetically-engineered-crops-experiences-and-prospects

Por mi parte, sólo transcribiré algunas frases que me parecen evidencias de la ambigüedad calculada del texto: “El uso de transgénicos no reduce la diversidad ni vegetal ni de insectos en los campos donde se plantan e incluso a veces la aumentan, dice el informe; en otro lugar, reconoce que “…los genes de los transgénicos podrían acaban invadiendo campos de cultivos que no lo son, pero esto no ha provocado ningún impacto en el medio ambiente…” y, con todo, se pone de manifiesto “… la dificultad de determinar cambios a largo plazo que a veces hacen difícil alcanzar conclusiones definitivas”. Muy en la línea de este tipo de informes que elaboran habitualmente distintas instancias estadounidenses, se viene a concluir algo así: no encuentro problemas, luego a efectos prácticos, no los hay. No sé a ustedes, pero a mi me parece un razonamiento tramposo.

Solo por completar la información concerniente al este asunto del Informe: No es estrictamente científico; por ejemplo, se permite hacer recomendaciones a las autoridades reguladoras que “…deben ser proactivas en la comunicación al público acerca de cómo las tecnologías emergentes de ingeniería genética o sus productos pueden ser regulados y cómo los nuevos métodos de regulación pueden ser utilizados. Y, basándose en la “evidencia científica” el trabajo “desaconseja marcar en la etiqueta de los productos que contienen transgénicos como supuesta salvaguarda de la salud pública. El estudio ha sido patrocinado por el Fondo Burroughs Wellcome, la Fundación Gordon y Betty Moore, el Fondo New Venture, y el Departamento de Agricultura de EE.UU, con el apoyo adicional de la ya mencionada Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. ¿Qué quiénes son las instituciones que acompañan a la Academia en el patrocinio? Responder a esa pregunta haría demasiado largo este artículo y además les privaría a ustedes de satisfacer su curiosidad por sus propios medios; créanme, hacerlo es apasionante y muy ilustrativo.

Pues no…o no del todo, ya digo. Es que lo que dicen los premios Nobel es lo siguiente (no he encontrado versión en español, lo lamento: http://supportprecisionagriculture.org/nobel-laureate-gmo-letter_rjr.html

O mi inglés es muy malo -seguro- o este pseudomanifiesto -cuyo original con las firmas originales de los 110 científicos- no he conseguido encontrar, lo que hace es un canto a las bondades del llamado arroz dorado que acompaña con un coro de generalidades sobre la presunta -falsa- oposición de Greenpeace sobre la biotecnología en general. ¿Dudo pues de su autenticidad? Pues no tengo motivos, pero que dicen lo que El País dice que dice… pues sí, pero no mucho, insisto, o sea, no. Y,  desde luego, una pregunta retórica como la que rubrica la carta abierta, con su cursiva incluida en el original, como esta “How many poor people in the world must die before we consider this a crime against humanity?” no puede ser considerada como una acusación directa a la organización ecologista como, amarilleando por los cuatro costados, titula El País; hasta mi pésimo inglés detecta eso.

La posición de Greenpeace, una organización cuyo reconocimiento no merece que El País la trate como si fuera un grupo de amiguetes más o menos bienintencionados, desde luego tocados por una especie de integrismo inverso y en todo caso muy desinformados, es archiconocida. Escribe uno de los articulistas: “Y seguramente de eso es de lo que estamos hablando también en este caso: de religión, de una de las nuevas religiones de nuestro tiempo, una especie de panteísmo donde el papel de Dios lo representa la Madre Naturaleza. Una religión laica, sí, pero tan irracional e impermeable al argumento como todos sus precedentes celestiales” Sin duda habrá quien aplauda tan original comparación; en compensación a otros entre los que me cuento les parecerá una solemne memez.

Les recomiendo un trabajo realizado por Greenpeace en Abril de este año que explica por qué la organización se opone a los cultivos transgénicos: Veinte años de fracaso se titula esta obra documentadísima en donde también está presente la ciencia para tranquilidad de El País. Quizás precisamente la publicación de este Informe sea la razón de esta acción de relaciones públicas en la que se han embarcado (o no) 110 premios Nobel: http://www.greenpeace.org/espana/es/Informes-2016/Abril/Veinte-anos-de-fracaso-/

El resumen, por lo demás conocido, está en la documentación que Greenpeace acaba de proporcionar a la prensa para reaccionar a la carta abierta de los Nobel: ”… la seguridad a largo plazo de los alimentos transgénicos para los humanos y los animales sigue siendo desconocida; Greenpeace no se opone a la utilización de transgénicos en ambientes confinados y seguros, como la utilización en la medicina - por ejemplo en la producción de insulina a partir de bacterias transgénicas;  tras 20 años los cultivos transgénicos han demostrado que son un fracaso; no son necesarios, ni la solución a ninguno de los problemas que prometían resolver, incluso los han agravado, por ejemplo, con los cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas (los predominantes) el uso de glifosato, clasificado recientemente como probablemente cancerígeno para los seres humanos por la OMS, creció de forma exponencial y también la resistencia de las malas hierbas a este producto, dificultando las labores agrícolas; tampoco son la solución al hambre en el mundo y se ha demostrado que los cultivos transgénicos no tienen mejores rendimientos que los convencionales. El problema del hambre no es que haya falta de alimentos en el mundo sino la mala distribución…” etc, etc,

Materia es una revista on line de ciencia de Prisa – El País. La sigo de vez en cuando y a mi me parece una buena revista. Por ejemplo,  puede uno encontrar un artículo  publicado a finales de junio titulado La Ciencia revela el secreto del salmorejo perfecto. Lo recomiendo vivamente; para su vida corriente les será mucho más útil que esta cosa de los Nobel. Ah, me consta que para tener éxito el rico plato cordobés no debe ser elaborado con tomates transgénicos, ya saben de esos  que no saben a tomate. No se lo pierdan: http://elpais.com/elpais/2016/06/27/ciencia/1467037834_489612.html

 

 

Greenpeace comete crímenes contra la humanidad...y tal



Decir que Greenpeace comete crímenes contra la humanidad es algo que de entrada solo movería a hilaridad; es tan necia la afirmación que solo un bobo puede sostenerla. Pero ¿y si quienes lo dicen son 109 premios Nobel?; pues eso es lo que se sigue de informaciones publicadas por el en otro tiempo prestigioso diario El País (el periódico se equivoca: son 110):  que lo dicen:

109 nobeles acusan a Greenpeace de crimen contra la humanidad por los transgénicos” El País “Revista Materia” 1 de julio de 2016 http://elpais.com/elpais/2016/06/30/ciencia/1467286843_458675.html

Religiones del siglo XXI: El rechazo irracional de Greenpeace a los alimentos transgénicos ha logrado irritar a 109 premios Nobel, la voz de la mejor ciencia disponible” El País ”Revista Materia” 2 de julio de 2016 http://elpais.com/elpais/2016/07/01/ciencia/1467368714_292945.html?id_externo_rsoc=FB_CC

Y antes hay otra publicación que cito enseguida (hay más artículos publicados en Materia de parecido jaez que no enlazo para no aburrir). Solo si uno es muy malintencionado deducirá que El País Materia anda metido en una campaña a favor de los transgénicos…o quizás a favor del TTIP que en este tema -como en otros- es la punta de lanza del amigo americano para romper las reticencias europeas a aceptar cualquier cosa como evidencia científica previa a la liberalización comercial más salvaje:

La ciencia confirma que los transgénicos son igual de sanos que el resto de alimentos; después de 30 años de uso, una gran revisión científica de los Organismos Modificados Genéticamente hecha en EE UU concluye que son inocuos y desacredita los mitos que los rodean” El País “Revista Materia” 17 de mayo de 2016 http://elpais.com/elpais/2016/05/17/ciencia/1463506219_758061.html?rel=mas

Solo por si no quieren seguir adelante leyendo esta última referencia (nunca se me ocurriría recomendar tal cosa) indicar que lo que el periódico -o el colaborador que firma el artículo- llama “la ciencia” es La Academia Nacional de Ciencias de EEUU que, siendo una institución estadounidense sin duda prestigiosa, no es, obviamente, “la ciencia”

¿Que digan tan egregios científicos lo que El País dice que dicen es verdad revelada? Por poner un solo ejemplo cercano para quienes leen con devoción este periódico: ¿Va a misa -con perdón- lo que digan Paul Krugman o Joseph Stiglitz, premios Nobel de economía ambos o el prestigioso economista francés Thomas Piketty, a los que el diario ofrece tribuna regularmente? Eso depende; si dicen algo que recuerde, aunque sea vagamente, las cosas que dice Podemos, pues entonces para nada.

Pero es que ¿dicen lo que El País dicen que dicen? Pues no, o no del todo.

Todo viene de un informe presentado, como se indica en el último artículo referenciado, el 17 de mayo por la mencionada Academia en rueda de prensa. Este trabajo puede encontrarse aquí: http://www.nap.edu/catalog/23395/genetically-engineered-crops-experiences-and-prospects

Por mi parte, sólo transcribiré algunas frases que me parecen evidencias de la ambigüedad calculada del texto: “El uso de transgénicos no reduce la diversidad ni vegetal ni de insectos en los campos donde se plantan e incluso a veces la aumentan, dice el informe; en otro lugar, reconoce que “…los genes de los transgénicos podrían acaban invadiendo campos de cultivos que no lo son, pero esto no ha provocado ningún impacto en el medio ambiente…” y, con todo, se pone de manifiesto “… la dificultad de determinar cambios a largo plazo que a veces hacen difícil alcanzar conclusiones definitivas”. Muy en la línea de este tipo de informes que elaboran habitualmente distintas instancias estadounidenses, se viene a concluir algo así: no encuentro problemas, luego a efectos prácticos, no los hay. No sé a ustedes, pero a mi me parece un razonamiento tramposo.

Solo por completar la información concerniente al este asunto del Informe: No es estrictamente científico; por ejemplo, se permite hacer recomendaciones a las autoridades reguladoras que “…deben ser proactivas en la comunicación al público acerca de cómo las tecnologías emergentes de ingeniería genética o sus productos pueden ser regulados y cómo los nuevos métodos de regulación pueden ser utilizados. Y, basándose en la “evidencia científica” el trabajo “desaconseja marcar en la etiqueta de los productos que contienen transgénicos como supuesta salvaguarda de la salud pública. El estudio ha sido patrocinado por el Fondo Burroughs Wellcome, la Fundación Gordon y Betty Moore, el Fondo New Venture, y el Departamento de Agricultura de EE.UU, con el apoyo adicional de la ya mencionada Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. ¿Qué quiénes son las instituciones que acompañan a la Academia en el patrocinio? Responder a esa pregunta haría demasiado largo este artículo y además les privaría a ustedes de satisfacer su curiosidad por sus propios medios; créanme, hacerlo es apasionante y muy ilustrativo.

Pues no…o no del todo, ya digo. Es que lo que dicen los premios Nobel es lo siguiente (no he encontrado versión en español, lo lamento: http://supportprecisionagriculture.org/nobel-laureate-gmo-letter_rjr.html

O mi inglés es muy malo -seguro- o este pseudomanifiesto (cuyo original con las firmas originales de los 110 científicos) no he conseguido encontrar, lo que hace es un canto a las bondades del llamado arroz dorado (de esto hablamos otro día) que acompaña con un coro de generalidades sobre la presunta -falsa- oposición de Greenpeace sobre la biotecnología en general. ¿Dudo pues de su autenticidad? Pues no tengo motivos, pero que dicen lo que El País dice que dice… pues sí, pero no mucho, insisto, o sea, no. Y,  desde luego, una pregunta retórica como la que rubrica la carta abierta, con su cursiva incluida en el original, como esta “How many poor people in the world must die before we consider this a crime against humanity?” no puede ser considerada como una acusación directa a la organización ecologista como, amarilleando por los cuatro costados, titula El País; hasta mi pésimo inglés detecta eso.

La posición de Greenpeace, una organización cuyo reconocimiento no merece que El País la trate como si fuera un grupo de amiguetes más o menos bienintencionados, desde luego tocados por una especie de integrismo inverso y en todo caso muy desinformados, es archiconocida. Escribe uno de los articulistas: “Y seguramente de eso es de lo que estamos hablando también en este caso: de religión, de una de las nuevas religiones de nuestro tiempo, una especie de panteísmo donde el papel de Dios lo representa la Madre Naturaleza. Una religión laica, sí, pero tan irracional e impermeable al argumento como todos sus precedentes celestiales” Sin duda habrá quien aplauda tan original comparación; en compensación a otros entre los que me cuento les parecerá una solemne memez.

Les recomiendo un trabajo realizado por Greenpeace en Abril de este año que explica por qué la organización se opone a los cultivos transgénicos: Veinte años de fracaso se titula esta obra documentadísima en donde también está presente la ciencia para tranquilidad de El País. Quizás precisamente la publicación de este Informe sea la razón de esta acción de relaciones públicas en la que se han embarcado (o no) 110 premios Nobel: http://www.greenpeace.org/espana/es/Informes-2016/Abril/Veinte-anos-de-fracaso-/

El resumen, por lo demás conocido, está en la documentación que Greenpeace acaba de proporcionar a la prensa para reaccionar a la carta abierta de los Nobel: ”… la seguridad a largo plazo de los alimentos transgénicos para los humanos y los animales sigue siendo desconocida; Greenpeace no se opone a la utilización de transgénicos en ambientes confinados y seguros, como la utilización en la medicina - por ejemplo en la producción de insulina a partir de bacterias transgénicas;  tras 20 años los cultivos transgénicos han demostrado que son un fracaso; no son necesarios, ni la solución a ninguno de los problemas que prometían resolver, incluso los han agravado, por ejemplo, con los cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas (los predominantes) el uso de glifosato, clasificado recientemente como probablemente cancerígeno para los seres humanos por la OMS, creció de forma exponencial y también la resistencia de las malas hierbas a este producto, dificultando las labores agrícolas; tampoco son la solución al hambre en el mundo y se ha demostrado que los cultivos transgénicos no tienen mejores rendimientos que los convencionales. El problema del hambre no es que haya falta de alimentos en el mundo sino la mala distribución…” etc, etc,

Materia es una revista on line de ciencia de Prisa – El País. La sigo de vez en cuando y a mi me parece una buena revista. Por ejemplo, puede uno encontrar un artículo publicado a finales de junio titulado La Ciencia revela el secreto del salmorejo perfecto. Lo recomiendo vivamente; para su vida corriente les será mucho más útil que esta cosa de los Nobel. Ah, me consta que para tener éxito el rico plato cordobés no debe ser elaborado con tomates transgénicos, ya saben de esos  que no saben a tomate. No se lo pierdan: http://elpais.com/elpais/2016/06/27/ciencia/1467037834_489612.html