viernes, 10 de febrero de 2012

Garzón condenado

Poco importa lo que yo pueda decir la verdad pero, ciertamente, me equivoqué. En este mismo lugar vaticiné hace pocas fechas que el Supremo no condenaría a Garzón por el caso de las escuchas a imputados de la trama Gürtel y sus abogados. Y me equivoqué.
No soy jurista, pero tengo la costumbre poco corriente de tratar de documentar siempre lo que digo, así es que después de la sentencia, he tenido la santa paciencia de leerla y de repasar también con cuidado la nota de prensa emitida por el propio Gazón.
Antes del fallo, el Tribunal Supremo podía haber optado por el camino que ha seguido sin desviarse un milímetro, o podía haber transitado por el que contemplaba la actuación de Garzón más como una conducta imprudente que delictiva. Eso era, jurídica y procesalmente posible como ya han manifestado eminentes juristas, y el resultado hubiera sido igualmente la condena del juez, solo que en un caso la sanción ya habría sido cumplida en vista del tiempo de suspensión que ha transcurrido y, en el otro, la vida profesional de Garzón ha sido destruida.
Por supuesto que hay que respetar y acatar las sentencias judiciales; esta también. Naturalmente que nadie está por encima de la Ley; tampoco Garzón. Claro que el fin no justifica los medios; ni en este caso ni en ningún otro. Todo eso no son más que obviedades de uso corriente en quienes no tienen muchos más argumentos que los lugares comunes.
Supuse que el Tribunal Supremo (los jueces interpretan las leyes) sería sensible al estado de opinión en España y fuera de nuestro país, consideraría las actitudes de los fiscales y jueces que de algún modo santificaron la actuación de Baltasar Garzón y optaría por sancionar sin destruir. Y también en eso me equivoqué. Como probablemente esté equivocado –no soy jurista, insisto- si digo que, aún actuando como lo ha hecho al Alto Tribunal, ha extremado el celo, como se dice por estos pagos de la Justicia, para manejar el artículo 536 en el Fallo como un martillo pilón para extender y ampliar la pena tanto como dicho artículo da de sí.
Garzón acusa en su comunicado a la prensa, nada veladamente, a los magistrados de la Sala de lo Penal del Supremo de prevaricación. ¿Actuará ahora en consecuencia el Alto Tribunal, en un bucle imposible e interminable? ¿Lo hará algún nuevo francotirador?  ¿Se condenará al Juez en los otros dos procedimientos en curso? Si es así ¿Para qué? Se iniciarán actuaciones contra otros actores de la Fiscalía y la Magistratura que avalaron la actuación del condenado?
Las redes sociales y las secciones de opinión de los medios de comunicación arden desde ayer. Hay una verdadera fractura entre españoles a propósito de lo sucedido; pero, claro, eso no es competencia del Supremo sino asunto de sociólogos.