miércoles, 20 de mayo de 2020

El Gobierno debe parar ya a los provocadores


El Gobierno se equivoca. En las caceroladas no se respetan las medidas de prevención, ni antes ni ahora; eso debió haber sido, debería ser, razón suficiente para impedirlas. No se hizo desde el principio y esto empieza a ponerse feo: ahora, esas gentes animadas por dirigentes del PP y de Vox aunque luego lo nieguen porque ni para eso tienen agallas esos matones de pacotilla, manipuladores de tres al cuarto, se dedican además a otras cosas. 

Un Gobierno digno y democrático no puede consentir que se acose (esa es la palabra) a un vicepresidente y a varios ministros, dirigentes a los que los perolos consideran usurpadores de lo que por derecho divino les corresponde, autoridades a las que desprecian ("el coletas", "chepas", la mujer el macho alfa, etc) y por eso creen que pueden faltarle el respeto impunemente a una magistratura del Estado. 

Gentes que llevan muchos días aguantando el confinamiento, que sufren este problema sanitario y económico mucho más que los de las cacerolas, que leen o escuchan a conspicuos comentaristas llamarles poco menos que cabestros conformes de su condición, resignados a su destino de habitantes de un Gulag caribeño pero en el Mediterráneo, han empezado a salir a la calle para enfrentarse a los de las cacerolas. El siguiente paso es que aparezcan los encapuchados. 

Es natural que un Gobierno modere su actuación en materia de orden público y trate de mantener el equilibrio, esa es su obligación; pero llega un momento en que, si se mantiene en la inacción, en una especie de absurda neutralidad, esa actitud se convierte en dejación de su responsabilidad. Las caceroladas son una forma de protesta legítima, salvo cuando se pone en riesgo la salud pública o derivan en provocaciones; y eso es lo que ya está pasando. 

El momento de que el Gobierno pare esta escalada es ahora, cuando aún se puede identificar con facilidad quienes son los provocadores, quienes incumplen las normas del Estado de Alarma, quienes nos ponen a todos en riesgo, quiénes se creen con derecho a acosar. Es que después de los políticos -además de a miembros del Gobierno, ya lo han hecho con la sede del PSOE en Madrid; "rojos maricones" les gritaron a quienes en la calle Ferraz les pedían que mantuvieran la distancia de seguridad- vendrán los periodistas -ya ha pasado en Zaragoza con un cámara de tv o en Madrid con una redactora de "Público"- los miembros de algunas ONGs -el Padre Ángel ha sido insultado- los homosexuales -también ha pasado ya en el barrio de Lavapiés con un muchacho que salió a la calle envuelto en una bandera arco iris- las feministas etc; el fascio siempre actúa igual. El Gobierno debería de saberlo; esto empieza a írsele de las manos.