sábado, 28 de mayo de 2011

Levantar los campamentos

El movimiento 15-M debería levantar ya los campamentos. El tiempo para el uso de esa herramienta ha pasado. Fue para lo que fue y fue muy eficaz. Ahora, y a media que pasa el tiempo, resulta insostenible; y, no desde luego porque el tarugo del jefe de los mossos quiera practicar el ejercicio del poder que tiene ante gente indefensa que no responde a las agresiones o porque algunos políticos locales y regionales y  ciertos empresarios no tengan inconveniente en mentir y magnificar los supuestos perjuicios que las acampadas causan a sus negocios, al turismo y a la ciudadanía en general. Hay que levantar los campamentos porque no pueden ser otra cosa que provisionales o acabarán perdiendo su sentido reivindicativo para convertirse en un teatrillo callejero, a la larga más bien antipático.
El 15-M ha sido capaz de fijar cuatro objetivos básicos y hacerlo –lo cual es verdaderamente notable- mediante procedimientos de debate y toma de decisiones en absoluto convencionales: la reforma electoral, la lucha contra la corrupción, la separación efectiva de los poderes públicos, y un mayor control ciudadano sobre los responsables políticos. Toda una tarea titánica para la que cuenta con muchísimo entusiasmo de la gente y cierta estructura organizativa de eficacia probada. Es la hora de dar un paso más y hacer que la perplejidad de las instituciones y, en especial, la de los partidos políticos de izquierda, se torne en verdadera necesidad de contar con todas esas energías liberadas  durante unos pocos días. La izquierda aún no lo sabe pero, al borde del precipicio, todo esto es la rama a la que agarrarse.
No nos engañemos, las instituciones de la democracia formal aún no se han creído que la cosa va en serio: no lo admitirán claro, pero en su fuero interno buena parte de quienes la representan, aún creen que esto es pura efervescencia casual de la bonita utopía de cuatro perroflautas, algún intelectual pasado de vueltas y, en general, gentes bienintencionadas.
Hay que levantar los campamentos y ponerse a caminar: hacia Bruselas, hacia los parlamentos nacional y autonómicos, hacia por ayuntamientos.