No, me refiero a los modos y maneras recientes de un
partido nacido de la ilusión de muchos que en su primera crisis seria se
comporta como los anteriores o peor. Bien sabe mi dios Maquiavelo que abomino
de príncipes y líderes carismáticos y por eso tiendo a desconfiar de tales
especímenes; por cierto, no solo en la política.
Son imprescindibles los controles y las garantías que las
propias organizaciones se dan a sí mismas, pero también son fundamentales las
formas, los estilos, y no me preocupa tanto al lenguaje más o menos agresivo,
impertinente o inapropiado, eso que levanta ampollas en pieles de natural finas; da lo mismo hablar de cal viva que de financiación de los ayatolás, es igual de ofensivo si para ofender o desprestigiar se emplea.
No, me refiero a esos momentos en que la forma acaba descolocando el fondo. Y
de eso, ha sido un ejemplo la destitución del secretario de Organización de Podemos
y la rueda de prensa ofrecida por Pablo Iglesias al término de su reunión con los
responsables regionales.
La destitución de Pascual se atiene a las capacidades
reglamentarias del Secretario General y tales atribuciones proceden de
deliberaciones sometidas al escrutinio plenamente democrático en los órganos
del partido. No rebusquen por ahí las comadrejas. Pero, como diría mi abuela, no
son formas; en estas cosas, más que en ninguna otra, hay que evitar el tufo personalista.
¿Un golpe de autoridad? Vale, pero con luz, taquígrafos y midiendo muy bien cómo
se ejerce esa autoridad que, como cualquiera un poco leído sabe, es una cosa distinta de la potestas.
Y no ha habido claridad. Iglesias debería saber a estas
alturas -algunos pensábamos que lo tenía grabado a fuego- que a los periodistas
hay que responderles a lo que peguntan, pregunten lo que pregunten. Y en la
rueda de prensa en la que se pretendía dejar zanjado el problema con la -a mi juicio-
acertada propuesta de nombramiento de Echenique, Iglesias no fue claro: ni
explicó las razones de la destitución de Pascual y ni aclaró cuál es la actitud
en todo esto de Iñigo Errejón. No, ni Pascual es uno que pasaba por allí, lo
hizo tirando a regular y a otra cosa mariposa, ni Errejón es un miembro más del
Consejo Ciudadano.
Lo que han hecho los dirigentes de Podemos y en particular
Pablo Iglesias en este asunto es lo que hubiera hecho cualquiera de los
partidos tradicionales. Y para ese viaje no necesitamos alforjas.
Ah, eso sí, no se vengan arriba quienes están dispuestos a
utilizar cualquier cosa para atacar a una formación que sigue siendo
imprescindible en la política española. PP y PSOE guardan en sus armarios muchísimos
más cadáveres, fantasmas y vergüenzas que Podemos; vamos, dónde va a parar.