¿Cuánto dinero se esconde en los paraísos fiscales? Pues, dada su naturaleza opaca, es difícil saberlo. Tax Justice (http://www.taxjustice.net/) una organización independiente de especialistas en la gestión de tributos, abogados y activistas, considera que aproximadamente un tercio del PIB mundial, es decir, unos 21 billones de dólares.
A mi me parece una barbaridad pero claro, siempre habrá quien
replique que comparado con qué. Tampoco puedo saber de cuanto estamos hablando
en términos de evasión fiscal; mucho, en todo caso…y mucho es mucho y no hay
que compararlo con nada.
Quizás los datos que ofrece Oxfam para España nos pongan un
poco más en situación: la organización estima que en esas jurisdicciones opacas
se esconden casi 7 billones de euros; esto significa que en nuestro país el
fraude fiscal podría alcanzar los 175.000 millones y no para de crecer, hasta
el punto de que solo en 2014 la desviación de capitales españoles hacia
paraísos fiscales se incrementó el 2.000 por ciento.
Por poner solo un ejemplo que permita disponer de algún
elemento de referencia: en 2013 el gasto público en salud en España fue de 64.918
millones de euros, esto es, una cifra inferior a la de 2007, año desde el que
no ha parado de bajar. Recuerden: el fraude fiscal relacionado con los paraísos
fiscales es de unos 175.000 millones.
Y podríamos seguir así páginas y páginas. No tiene sentido.
Tampoco lo tiene debatir sobre las intenciones de quien
hace uso de los paraísos fiscales acudiendo a la fórmula que sea, o distinguir
entre lo que es legal y lo que es moral. Cabe, desde luego, argüir que un sistema
fiscal es más solidario o menos, más o menos justo y equitativo, pero que quien
utiliza los paraísos fiscales es un criminal, pues de eso no hay ninguna duda.
Como dijo Pero Grullo, en las democracias, las leyes las
hacen los parlamentos y los gobiernos, y éstos resultan de las mayorías que
deciden los ciudadanos. Con muchas reticencias que no son del caso,
instituciones de diverso tipo que también derivan de la representación legítima
influyen e intervienen en las reglas de juego. Así es que, aunque sea por
delegación remotísima, alguna responsabilidad tenemos usted y yo en que existan
los paraísos fiscales que, obviamente, no son fenómenos de la naturaleza ni
excrecencias de la Providencia siempre inexcrutable.
Un suponer: Si Esperanza Aguirre dice que es natural que
todo hijo de vecino intente por medios legales pagar menos impuestos, un
ministro del reino de España (“esa persona a la que usted se refiere” ya saben)
miente como bellaco para ocultar su participación en sociedades offshore y un cantamañanas de medio pelo
que no tiene inconveniente en cobrar de una televisión pública, abomina de todo
lo que huela a público y asegura que todo el mundo haría lo mismo (eludir
impuestos) si pudiera, pues igual no es difícil entender de qué va todo esto
sin necesidad de saber mucho de economía y hacienda.
De la austeridad y del déficit ya hablaremos otro día que hoy me da risa.