jueves, 15 de agosto de 2019

La brecha digital

La brecha digital es que, por ejemplo, en el sitio en donde estoy pasando el verano sin que apenas se note el cambio climático, no haya ADSL y, por tanto, tiras de datos en el móvil hasta que se agotan. Como contratar gigas adicionales, resulta caro, pues decides que no lo harás hasta el próximo ciclo de facturación acorde a las condiciones pactadas por el operador; de hecho, eso significa que no tienes Internet unos días. ¿Y qué pasa? Pues nada, no pasa nada. Bueno sí, pasan cosas pero parece que no te pasaran a ti hasta que vuelves a toparte con la ciberealidad analógica.

Después del apagón, regresas, como si te hiciera falta, a las redes sociales y a las ediciones digitales de los periódicos y resulta que finalmente hay una lerda de la mejor escuela trincona del PP gobernando Madrid; resulta que el sueño europeo sigue asesinando gente en el mediterráneo y el farsante de Sánchez y sus corifeos insisten en que son la gran esperanza blanca y todos los demás estamos equivocados.

Dan ganas de desconectar, ya para siempre jamás y dedicarse al cultivo del cebollino o la cría de la escolopendra, un suponer. Es que ¿saben? En donde estoy hay luciérnagas por la noche, una muchacha sube el pan cada día con su furgoneta y en el mercado se pueden comprar tomates que saben a tomate y un bonito cojonudo que para eso es la época.

Dicen que los bencejos ya no se quedan cuando vuelan hacia el norte. Yo los he visto aquí, aunque tal vez solo estén reconociendo el terreno. Hay incluso un petirrojo, ese pequeño titán, que saluda cada mañana como si los de mi especie fueramos de fiar.

Disculpen que no les diga en donde estoy; no es un dato relevante. A veces me dan ganas de bendecir la brecha digital, y ya me disculparan si frivolizo un poco el tema.

P.D. Termino de leer "Una cama por una noche" un ensayo de David Rieff sobre el humanitarismo (Debate 2019) Si quieren estar debidamente informados léanlo; si prefieren seguir teniendo una fe desmedida en el ser humano, mejor no.