jueves, 24 de enero de 2013

Urgencias rurales: es peor que en Japón

El caso de los cierres nocturnos de centros de salud es probablemente uno de los ataques más ignominiosos, no ya al estado del bienestar, ni siquiera a los derechos básicos reconocidos y/o adquiridos, que también; lo es a la dignidad y a la seguridad de las personas. Quienes desde los Gobiernos de Castilla La Mancha y Castilla León han tomado estas medidas, debieran ser acusados de denegación de auxilio; es decir, si a alguien le pasa algo grave, los consejeros de Sanidad respectivos deberían ser considerados delincuentes y los Ejecutivos a los que pertenecen cómplices.

No deberíamos escandalizarnos especialmente por las palabras del ministro japonés de finanzas que estos días está en todos los medios de comunicación: “"Dios no quiera que ustedes se vean obligados a vivir cuando quieran morir. Yo me despertaría sintiéndome mal sabiendo que todo -el tratamiento que precisan- está pagado por el Gobierno". "El problema no se resolverá a menos que ustedes se den prisa en morir". Eso es lo que ha dicho esta bestia parda de ojos rasgados.

Pero en realidad, cuando los responsables políticos de la Sanidad en Castilla la Mancha y Castilla León explican que su objetivo al querer ahorrarse el chocolate del loro a costa incluso de la vida de los ciudadanos que les pagan el sueldo, es alcanzar los objetivos de déficit según manda esta perversa religión que han abrazado por orden de terceros, están haciendo lo que al japo le gustaría hacer. Solo que no lo dicen. Y ni siquiera se les puede acusar de hipócritas; para eso haría falta una sensibilidad que no tienen estos tarugos sordos y ciegos.
Con ser grave el abandono galopante del medio rural que esto puede provocar entre la gente más joven, resulta que esas localidades levantiscas de Castilla La Mancha, en la comarca de Las Arribes y en esas otras localidades zamoranas que acaban de unirse a la protesta (Almaraz de Duero, San Pedro de la Nave, Villalcampo y Muelas del Pan), están pobladas sobre todo por personas de edad avanzada que en no pocos caso, viven solas; el desamparo al que se las pretende someter es criminal.
Están en pie de guerra con la fuerza que el elemental sentido de la justicia inyecta en sus músculos cansados, en sus arterias calcificadas, en su gastado y sin embargo lúcido cerebro. Tienen más agallas que quienes dicen gobernar la tierra que les pertenece. ¿Y alguien bien nacido se cuestiona aún si tienen razón digan lo que digan las Administraciones o los Tribunales? ¿Cómo afecta al déficit la pérdida de una vida por no llegar a tiempo al médico? ¿Y a la condición humana?