lunes, 31 de diciembre de 2012

Totum revolutum en Justicia,Sanidad...


El Colegio de Abogados de Orense ha decidido iniciar acciones judiciales en la Audiencia a fin de paralizar la aplicación de lo que se ha dado en llamar el tasazo. Se basan fundamentalmente en que, a su juicio, la norma impulsada por el ministro Gallardón vulnera el Convenio Europeo de Derechos Humanos y choca con la doctrina del Tribunal Europeo competente en esa materia por cuanto, teniendo en realidad intenciones recaudatorias, no se persiguen objeticos legítimos ni son –las tasas- proporcionadas.

El Colegio ha informado que otros colectivos profesionales ya han manifestado su acuerdo con la iniciativa y es probable que también se dirijan a la Audiencia.

Tampoco sería de extrañar que los colegiados de otras provincias, además de los procuradores, despachos y otras instancias del ámbito de la abogacía y aledaños hagan lo propio; como no sería raro que cundan algunos ejemplos de práxis desobediente en un número indeterminado de jueces que, conocedores de los vericuetos de la Justicia, favorecerán que en la práctica no se apliquen las nuevas tasas.

Es lo que suele ocurrir cuando se promulgan normas con las que casi nadie está de acuerdo y que fueron elaboradas sin contar con casi nadie. Así es que el efecto pudiera ser el contrario al supuestamente (falsamente) perseguido: más pleitos, conflictos de naturaleza inesperada y desconocida, más lentitud de la justicia y más descontento en los justiciables.

También en el ámbito de la Sanidad cabe esperar fenómenos similares. Tras la aprobación de la norma que hace posible la privatización de seis hospitales en Madrid y no pocos Centros de Salud, no sería extraño que otras comunidades autónomas gobernadas por el PP se contagien y traten de hacer lo propio, aunque resulte difícilmente imitable el grado de irresponsabilidad y  desfachatez del Gobierno madrileño.

Los profesionales sanitarios han dejado de estar en huelga, algo lógico una vez aprobada la norma contra la que se movilizaron. Pero anuncian un rosario de pleitos y demandas judiciales, a los que ya se ha adherido, el PSOE, el Defensor del Paciente y unas cuantas plataformas de distinto signo, que pueden poner patas arriba los juzgados madrileños.

Lo hemos visto más veces: cuando los cauces naturales para la expresión, la negociación, el entendimiento y, a la postre, el consenso, se rompen por la cerrazón y el interés particular (bastardo al decir de algunos) de una de las partes, la otra acaba recurriendo a los tribunales (porque no tiene ya a donde ir) a los que, finalmente, la realidad asigna un papel que no es propiamente el suyo, el de actuar como una especie de árbitro en última instancia. Con el agravante de que, siendo necesario presentar los problemas en perfiles particulares, singularizados, para que la Administración de Justicia los pueda tomar en consideración, el problema, que fue general, se fragmenta hasta el infinito; como una bomba de racimo que estallara sobre el orden y concierto de las cosas.

Es de una ceguera insufrible por parte de nuestros actuales gobernantes (o de una prepotencia insultante): por ejemplo, en Madrid, se ha aprobado la norma a la que me vengo refiriendo solo con los votos del PP que no aceptó ninguna de las más de 200 enmiendas presentadas por la oposición (81 de IU, 78 el PSOE y 60 UPyD), con todos los sectores implicados en contra, con dimisiones colectivas en cargos de responsabilidad y con un Gobierno cuyo presidente no obtuvo su cargo en las urnas. ¿Es legítimo sin embargo? Por supuesto, pero a nadie puede extrañar que, en esas condiciones concretas, los afectados acaben buscando la salida de los Tribunales, algo que también lo es.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Feliz Navidad y Próspero año nuevo ¿no?


Ya sé que en esos tiempos de plomo, solo un loco o un insensato podría expresar semejantes deseos pero, qué quieren, es la costumbre. Tantos años sin que la expresión fuera un desatino al contraste con la realidad cotidiana, el pasado reciente y el predecible futuro, que no sé qué decir en estos días. Vaya que si me quedo sin modelo de sociedad, es como si también me quedara sin esas expresiones corrientes que eran una seña de identidad.

Es esta una época rara en la que hasta el Sumo Pontífice hace suya la fiebre  recortadora e imparte doctrina en 140 caracteres o elimina del portal al buey ya la mula. Hasta los caganers sueltan la mano del refajo y sin miedo ninguno a que se les pringue, blanden con ella una estelada;  tan contentos. Todo eso a la gente sensata nos importa poca cosa; vamos, al Papa le hacemos el mismo caso que cuando se pone pesado con la matraca del condón y sobre lo otro, pues que tenemos cosas más urgentes en que pensar antes que preocuparnos  de si algún día tendremos que cruzar el Ter con el DNI en la boca.

Pero claro, ¿qué les puedo desear queridos lectores? ¿Que la estrella de Belén se desplome sobre los mercados? ¿Que los chinos nos contraten la construcción del AVE y doscientos trenes? ¿Qué quienes hoy gobiernan Europa (es un decir) o gobiernan en  Europa (eso sí) miren a su alrededor y caigan en la cuenta de una maldita vez de lo que están haciendo a varias generaciones de europeos? ¿Qué no haya más desahucios? ¿Qué cada vez que el PP niegue sus intenciones privatizadoras a todos sus cargos electos les crezca la nariz cuatro palmos? ¿Qué reviente algún que otro sinvergüenza?

Pues sí, deseo todo eso y mucho más. Pero, la  verdad, prefiero la fórmula tradicional aunque está vacía de sentido; es más amable, pega más con estas fechas.

Así es que, queridos y queridas: feliz Navidad y próspero año nuevo. Y ya si eso…con lo que haya.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Más pobres, más globales, más pobres


A finales de 2011 había en el mundo 26,4 millones de desplazados (por razones económicas, políticas, de seguridad, etc) de sus lugares de origen. En una década, el 40% de la población española podría ser pobre de solemnidad.

¿Que qué tiene que ver una cosa con la otra? Ya lo creo que tiene que ver. Y a eso voy si me aguantan unos cuantos párrafos.

A ustedes, lectores, lo más probable es que no les suene de nada la Convención de Kampala. Es natural. Por aquí ya tenemos bastantes preocupaciones como para estar pendientes de cosas que pasan muy lejos de nuestra casa, más cuando, si no media catástrofe natural,  genocidio, o cataclismo similar, los medios de comunicación olvidan el drama que viene representándose desde hace generaciones en muchos lugares del mundo y, particularmente, en África.

La Convención de Kampala –adoptada en 2009, que las cosas van despacio en esto de atender las miserias de este mundo-  ha entrado en vigor a principios de diciembre de este 2012 y establece que incumbe a los Estados la responsabilidad primordial con respecto a sus ciudadanos desplazados internamente, pero también insta a acciones nacionales y regionales para prevenir el desplazamiento interno y asegurar que las personas desplazadas sean protegidas y asistidas. Acnur, que ha colaborado en la redacción final de la Convención, puede brindar apoyo a los gobiernos en la adopción de medidas concretas.

Finalizando el año 2011, como se ha dicho, había 26,4 millones de personas desplazadas internamente en todo el mundo; los refugiados (personas que han cruzado una frontera internacional) eran 15,2 millones. En toda África, hay 9,7 millones de personas desplazadas internamente de las cuales 6,97 millones reciben asistencia del Acnur, más que en cualquier otro continente. Los países con el mayor número de desplazados internos en África son Somalia (1,36 millones), Sudán (2,4 millones) y la República Democrática del Congo (según estimaciones diversas, más de 2 millones).

Sin duda Kampala es un esfuerzo destacable, fundamentalmente porque es el primer instrumento internacional legalmente obligatorio en materia de protección y asistencia de desplazados internos que engloba a todo un continente. Pero claro, faltará que el marco normativo se acomode a la realidad concreta. Como escribe Prisca Kamung "Más allá de las buenas intenciones: implementar la Convención de Kampala" en RMF http://www.fmreview.org/sites/fmr/files/FMRdownloads/es/pdf/RMF34/53-55.pdf), estudiosa de la Universidad de  Witwatersrand, Sudáfrica: “En la mayoría de los países africanos, las buenas leyes suelen volverse inocuas a causa de una cultura política en la que reina la impunidad. Los que violan los derechos humanos suelen ser intocables: gente poderosa en el Gobierno, en la economía y en otros sectores influyentes. El poder de su control e influencia mina la sociedad civil. Este hecho desemboca en un entorno político hostil –peligroso incluso– para las víctimas y los defensores que abogan por encontrar soluciones duraderas. Asimismo, se traduce en situaciones de desplazamiento prolongado, lo que sugiere que el desplazamiento en la mayoría de países africanos es un problema político que requiere de mucho más que soluciones jurídicas”

Texto completo de la convención de Kampala:


El problema de las poblaciones desplazadas es sin duda trágico y tiene dimensiones difíciles de concebir para nuestra mentalidad de occidentales. Pero…conviene que nos vayamos acostumbrando.

Por supuesto que no es comparable. Puede que haya quienes vean en el paralelismo que haré enseguida una impostura. Y tal vez lo sea. Poco me importa, la verdad. Sospecho que para quienes están al borde la exclusión o ya han empezado a descender por la pendiente del precipicio, la semblanza no les parecerá tan atrevida. Cuesta trabajo ponerse en la piel de aquellos a quienes ha desplazado el desastre de sus vidas, sí. También resulta difícil, sentir qué sienten aquellos que lo han perdido todo…habiéndolo tenido casi todo. Tengo la sensación de que son dos problemas en las antípodas que, por eso mismo, se parecen: esos movimientos genocidas son el resultado en parte de la inexistencia de marcos normativos de protección, de una cultura del bienestar bien asentada, de un proyecto de sociedad. Lo que está pasando en Europa, particularmente en el sur, es como el proceso inverso: la destrucción de todo eso que acabo de decir con resultado de exclusión creciente para una parte muy significativa de la población.

Me estoy refiriendo, para lo que más cerca nos toca, a las escalofriantes previsiones para España de Intermón Oxfan (http://www.intermonoxfam.org/es)  en el informe presentado la semana pasada y titulado “Crisis, desigualdad y pobreza”

Esta organización lanza el siguiente aviso: “España podría alcanzar los 18 millones de pobres (¡casi el 40% de la población!) en una década si se mantienen las medidas de austeridad y los recortes sociales” Correlato: “España podría tardar 25 años en recuperar el nivel de bienestar social anterior a la crisis” “Estamos volviendo a la España de Cuéntame, una España dual, de ricos y pobres, más pobre, más desigual, con menos derechos sociales, y que da la espalda a los más vulnerables al castigar de forma desproporcionada la cooperación para el desarrollo y las políticas sociales”

El informe analiza la respuesta a las crisis de América Latina y el Este Asiático en las décadas de los 80 y 90 y la desigualdad y pobreza que generaron sobre la población, comparándolas con las políticas de austeridad y los recortes sociales que se están aplicando  en nuestro país. Y, aunque  el punto de partida de España con respecto al modelo cuando comenzaron sus crisis es diferente, las medidas aplicadas hoy en nuestro país, asegura Intermón, son las mismas que generaron grandes bolsas de pobreza y abismales niveles de desigualdad en aquellos países. De libro: la actual espiral de menos crecimiento, menos impuestos recaudados, elevada evasión fiscal, salida masiva de capitales, deuda cada vez más cara (que devora los presupuestos) y una reducción brutal de las políticas públicas esenciales, incrementa los niveles de pobreza y desigualdad. Tras cuatro años de crisis ya, España encabeza el nivel de desigualdad en la Unión Europea.

“Las respuestas a las crisis son opciones políticas y España y la UE están tomando un camino equivocado, que de no rectificar, nos abocarán a un nuevo contrato social entre los poderes y la ciudadanía. En este nuevo equilibrio de fuerzas, la participación ciudadana en las políticas públicas se restringe aceleradamente y el poder del Estado cede espacio frente a los mercados”, afirmaba  Vera en  el acto de presentación de este Informe.

La destrucción de las políticas sociales es un drama que afecta de forma desproporcionada a las personas más vulnerables del planeta, independientemente de dónde vivan. “La cooperación al desarrollo es una parte esencial de esa política para luchar contra la desigualdad y la pobreza a nivel global. Un mundo dual, en el que unos pocos ricos sean cada vez más ricos y muchos pobres sean cada vez más pobres conformará un mundo cada vez más injusto”, manifestaba  José María Vera, director General de la ONG, en el acto de presentación del Informe.

Así es que, ítem más: si consideramos que España sigue siendo hoy uno de los países con mayor nivel de desarrollo, con una renta 50 veces mayor que la de cualquier país de la región africana del Sahel, por ejemplo, en un mundo interconectado e interdependiente, nuestro empobrecimiento afectará también exponencialmente (ya ha empezado con las políticas de recortes drásticos en materia de cooperación) a la cooperación y ayuda al desarrollo.

¿Qué hacer? A menudo escuchamos que las políticas que se están aplicando en Europa solo nos hundirán más y más; pero no es frecuente encontrar junto a ese juicio –que pocos discuten ya- una lista de propuestas. Intermón Oxfan, si ofrece algunas recetas: el informe incluye recomendaciones alternativas a los recortes para propiciar un cambio de rumbo en esta grave situación en la que nos encontramos.

Las principales medidas propuestas se basan en tres grandes ámbitos que son recaudar con justicia, blindar los derechos sociales y fortalecer la democracia:

“Es necesario aumentar la recaudación y la justicia fiscal, luchando contra los paraísos y la evasión fiscal, estableciendo medidas de recaudación progresivas que incluyan una tasa a las transacciones financieras internacionales y que financien la lucha contra la pobreza doméstica y fuera de nuestras fronteras. Asimismo, es imprescindible blindar las políticas sociales y la cooperación para el desarrollo ante los constantes ajustes fiscales que se realizan. Y, finalmente, adoptar medidas de mejora y regeneración democrática, impulsando la transparencia (con una ley específica de acceso a la información homologable a las del entorno europeo, mucho más allá del actual borrador en discusión en el Congreso), y apostando por una ciudadanía activa, algo que parece ignorar el actual borrador de nueva ley de educación”

Informe completo:


Algunos datos de interés:


¿Debemos reflexionar sobre todo esto? Me parece imprescindible desde luego. Pero, en realidad creo que hay una percepción social creciente que es la responsable de tantos y tantos movimientos de protesta en tantos y tantos órdenes de la vida social española y europea. No deberían escudarse las clases dirigentes (no solo los políticos) en la ausencia de una articulación formal para esos movimientos. Puede llegar a ser extremadamente peligroso, si también aquí acabamos no teniendo nada que perder y, a lo que parece, vamos camino

lunes, 3 de diciembre de 2012

Diga 33, en privado

El ataque que está sufriendo la sanidad pública como modelo es sencillamente demoledor. Y presenta numerosos frentes de los que el más virulento es con toda probabilidad la Comunidad de Madrid. Basta leer las recientes declaraciones del consejero del ramo, Fernández Lasquetty, publicadas en la edición regional de un diario el pasado viernes día 30. Pueden recuperar la entrevista en el siguiente enlace: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/30/actualidad/1354312343_771860.html 
pero si prefieren un resumen de alcance, valga el siguiente:

Lo primero a destacar es el empleo del neo lenguaje tan al uso que hace el consejero al llamar “externalización de la gestión” a lo que en español entendemos por privatización;  ya comprendemos que no se trata de entregar a la iniciativa privada la propiedad de nuestro sistema sanitario pues eso, que sí mereciera para el PP ser calificado de privatización según Lasquetty, no sería tal, sino más bien un expolio. Pero este juego perverso con las palabras ha dejado de sorprendernos: en otros ámbitos ya sabemos que debemos llamar “regulación fiscal” a la amnistía, o que hemos de aprender los rudimentos de lo que algunos llaman en broma “guindés” o “montorés” si queremos conocer de primera mano en qué consiste la siguiente medida económica del Gobierno.

Los argumentos de Fernández-Lasquetty pasan por recordarnos que su partido tiene el 53% de los votos en la Comunidad madrileña y, por tanto, no necesita dejarse asesorar por los especialistas ni negociar cosa alguna, o que la gestión privada es más eficiente que la pública, una especie de axioma del más genuino neoliberalismo que, a lo que parece, no precisa ser demostrado (dice tener informes inapelables al respecto pero nadie los ha visto, independientes quiero decir; existen estudios, claro, y son complacientes, pero están financiados por entidades privadas del sector) aún cuando la realidad nos demuestra que hay hospitales bien gestionados y otros mal sin que necesariamente en eso influya la “externalización” o no de la gestión; como todos conocemos ejemplos de una cosa y de la otra, es bastante estéril la discusión.

Es curioso que el mismo día en que se publicó la mencionada entrevista, un denominado Instituto para el desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) puso en marcha una campaña publicitaria que merece ser comentada. El que reproduzco a continuación es el anuncio publicado a toda página:

No es nítida la reproducción pero no importa: lo que dice ya lo comento yo. Sí quiero llamar la atención sobre el formato: es el que habitualmente se usa para un anuncio oficial; de hecho, bajo el logo de IDIS y sobre el titular “La colaboración público-privada no es sinónimo de privatización de la sanidad” aparece la mención “Comunicado Oficial”

Jugando al despiste, o una prueba más de que el lenguaje puede ser pervertido para manipular la realidad, porque el comunicado debe su autoría a un grupo de empresas del sector sanitario privado. Así es que “oficial”no; ¿o sí? Eso es IDIS en todo caso: un lobby; y también, por pura casualidad espero, un ser femenino de la mitología germana asociado al destino. De agradecer de todos modos esta nueva aportación que enriquece de significados el castellano: a la privatización o “externalización de la gestión” podremos llamarla también y según el anuncio “colaboración”

Breve paréntesis: cada vez que escribo la palabra “externalización” Word, que es el listísimo tratamiento de textos que utilizo, la subraya en rojo. ¿Saben por qué? Pues porque en castellano esa palabra no existe; que cosas ¿verdad?

A lo que iba. Los redactores del anuncio de IDIS se muestran preocupados porque “afirmaciones que se están produciendo en diversos medios de comunicación…pueden dar lugar a corrientes de opinión equivocadas en la sociedad” Curioso, desde luego que a IDIS le parezca que pueda haber corrientes de opinión equivocadas; las opiniones son eso, opiniones, ni están equivocadas ni lo contrario, pero se agradece el interés de este Instituto al velar por el buen criterio de los ciudadanos aunque no comprenda bien ni siquiera en donde está la sutil línea que separa la publicidad de la propaganda.

Hay quien cree que la “colaboración público-privada” es convertir la salud del ciudadano de a pie en un negocio para las grandes empresas del sector. Y a mí me parece que, desde luego, si consideramos la sanidad como la prestación de un servicio antes que como un derecho, ocurre exactamente eso, salvo que demos con arcangélicas entidades que pongan por encima de su legítimo afán de lucro la satisfacción de ese derecho. Más bien lo harán llegado el caso si las administraciones públicas cubren sus espaldas con subvenciones o garantías para caso de pérdida económica. Hay ejemplos para aburrir.

El comunicado “oficial” termina con un texto destacado en versales y negritas: “El IDIS apela a la responsabilidad de todas las partes implicadas en este escenario de crisis económica en el que nos encontramos…” Es como una proclama triste, hecha como con poco entusiasmo que es, por lo visto, el aroma de las cosas bien hechas, las cosas serias, las que se hacen aunque no guste hacerlas, ya saben ¿A que eso de la responsabilidad les suena? ¿Conocen una palabra más manoseada últimamente? ¿Cuántas veces les ha parecido que se utiliza como arma arrojadiza cuando expresan ustedes un desacuerdo?

Roberto Sánchez, médico de familia que tiene un interesante (y bastante radical) blog: http://1palabratuyabastaraparasanarme.blogspot.com.es/) ha escrito lo siguiente en relación con una práctica corriente en la sanidad privada: “Lo de que no derivan a los pacientes graves a la sanidad pública por motivos económicos sino por nivel de especialización, es simplemente insultante. Lástima que la pública sea la especialista en cáncer avanzado resistente a quimioterapias iniciales, SIDA, diabetes y un sinfín de enfermedades NO RENTABLES, y que la privada sea la reina de las patologías banales, de los niños/as acatarrados y de los partos no complicados…” Pues eso.

martes, 27 de noviembre de 2012

Responsabilidad Social Corporativa


Si a usted, lector, le hablan de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Empresarial (RSE) que tanto da, lo más probable es que no sepa de qué se trata, aunque acaso tuerza el gesto levemente o, si le aclaran que de lo que se habla, por ejemplo, es de bancos -corporaciones, empresas al cabo- la mueca se convertirá con toda probabilidad en un gesto de perplejidad y/o irritación: ¿cómo? ¿responsabilidad? ¿social? ¿bancos?

La semana pasada los laboratorios farmacéuticos Novartis en colaboración con Forética (una Fundación especializada en RSC o RSE) presentaron en Madrid un interesante trabajo en el que se explica la presencia que estos temas tienen en los medios de comunicación. Es particularmente valiosa la parte en la que se alude a los llamados social media, las redes sociales para entendernos; por ser, no obstante, algo más especializado, me referiré a ello dentro de unas fechas en el blog sobre comunicación: http://puntocerocomunicacion.wordpress.com/

El estudio de Novartis-Forética puede consultarse en: http://www.foretica.org/

Novartis es aquel conglomerado empresarial que se opuso de manera furibunda a la producción de medicamentos genéricos y denunció en 2007 al gobierno de India por consentirlo. Ya se comprenderá que no traigo esto a colación por meter el dedo en el ojo a nadie, sino para que sepamos quién es quién. Y conste que no soy nada fundamentalista al respecto: creo que si una empresa favorece a los públicos de su interés –lo que en terminología de RSC se llaman stakeholders-  o al público en general con actuaciones (becas de estudio, acciones humanitarias, etc, etc) es natural que intente sacar partido de ello tratando de explotar en términos de marketing la buena reputación obtenida. Siempre que no haga trampas, claro.

Parte la repetida investigación de una definición clásica de la RSC, tal vez de utilidad para quienes nada saben de estas cosas : “Es, en esencia, un concepto de gestión en la medida en que tiene por objeto incorporar aspectos sociales, ambientales, éticos y de buen gobierno a la estrategia y procesos de negocios de la empresa” Dicho de otro modo: las corporaciones que adoptan este enfoque van más allá del cumplimiento de las normas adoptando conductas socialmente excelentes.

Como seguro que entre mis lectores hay mucho descreído, ya les estoy viendo la cara de cachondeo. Pero no, queridos, esto es un asunto tan serio como que representa un nuevo paradigma de la misión y la visión empresariales. Y lo dejaremos ahí. Por ahora.

Cuatro días después de la presentación del estudio de Novartis, el diario El País publicó un extra ("Negocios Éticos") precisamente sobre RSC: 14 páginas muy recomendables para cualquiera que tenga curiosidad por todo esto. Lástima que los autores del estudio no lo hayan podido conocer con anterioridad a su trabajo; hubiera sido ilustrativo leer sus comentarios.

Por ejemplo, titulares a destacar: que las pymes que tienen una tradición sostenible están sorteando mejor la crisis; o que se está registrando un incremento del apoyo de las empresas del IBEX a los emprendedores; o que el Banco Santander ha cuadruplicado sus fondos para becas en los últimos diez años, etc. Es la de cal.

La de arena es, por ejemplo, lo que menciona en un artículo del extra Miguel Ángel García Vega y cuyo título lo dice todo: “Sin moral, números rojos” ¿Que de qué habla? Del sector financiero, claro. Una gran paradoja porque este sector siempre ha sido muy sensible al desarrollo de la RSC…ya hemos visto en la calle hasta qué punto. Tanto que, como destaca García Vega “…problemas como las preferentes, subordinadas o los desahucios solo se ven en España. No aparecen en ningún otro país de la eurozona” “…ese es un dolor concreto; el otro es interrogarnos sobre si la finanzas españolas no tendrán un déficit ético en el sentido más profundo del término” ¿Cuánto les costará a los bancos españoles recuperar la confianza de los operadores y, sobre todo, de los clientes? Quien puede saberlo.

Deberíamos interrogarnos, como dice García Vega, sí. Y también acaso sobre si tal déficit lo padecen igualmente las eléctricas, las energéticas o los operadores de telefonía españoles, sectores todos ellos pioneros también en implementar estrategias de RSC en sus organizaciones.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Sin salidas


Algunos estamos pasando de la preocupación al temor. Y por temor no entiendo el que inocula en la gente esta agresión neoliberal de ámbito continental o acaso planetaria que sufrimos va ya para cinco años. Eso ya sabemos de qué va: lo hemos visto más veces y estamos al tanto de que el miedo es la herramienta fundamental de lo que algunos llaman la estrategia del shock. Eso ya se puso en práctica en otros lugares, en América Latina con el sanguinario acompañamiento de las dictaduras y en Gran Bretaña con el aplauso de la dictablanda de la señora Thatcher. Lo que nos pasa en España y en Europa no es distinto, es sólo su enésima edición corregida.

Me refiero más bien a que la contumacia en las llamadas políticas de austeridad, la insistencia en apretar las tuercas a la gente hasta límites insoportables, la persistencia en mentir a la ciudadanía y la perplejidad irresponsable (no es responsabilidad la inacción de la socialdemocracia sino lo contrario) son el caldo de cultivo de algo que da miedo.

Es este un mundo extraño. Si me llegan a decir hace pocos meses que serían los jueces quienes levantarían la voz a favor de quienes más están sufriendo (los desahuciados) las consecuencias de esta mal llamada crisis, y por mejores nombres, estafa, indecencia, agresión ya digo, no lo hubiera creído se contara como se contara. No, desde luego, porque no crea que los jueces y magistrados no tengan conciencia social, sino porque no es un estamento aficionado a esta clase de pronunciamientos ni quizás deba serlo… en condiciones normales. Interpretar y aplicar las leyes debería ser suficiente, y ya es bastante.

Ahora el Gobierno ha cometido un nuevo atentado contra los españoles: engañar a todo el mundo con un decreto que solo pone a salvo de los desahucios a unos pocos (los supuestos son absolutamente insuficientes) y que a, demás, ni siquiera establece una moratoria para el pago de las deudas pues, como no paraliza el devengo de intereses a tipos que bien podrían considerarse usura, dentro de dos años los supuestos beneficiarios de la medida estarán en peor situación aún, con una deuda acrecida y con las mismas posibilidades de pagarla, esto es ninguna.

La mayor fuerza de oposición, el PSOE, no prestó su aquiescencia a la medida saliendo de esa especie de remedo de negociación al que se prestó. Si desde el primer momento supieron (y los supieron) que el PP no aceptaría ninguna aportación y seguiría enseñoreándose de su traicionada hasta la náusea mayoría ¿por qué siguieron negociando? Y una vez rota la baraja ¿por qué  no se ponen al frente de la procesión para que las protestas se oigan en el mismísimo cielo?

La de los desahucios es probablemente la consecuencia más grave de la respuesta neoliberal a la crisis, es decir, de la gran mentira que padecemos. Hay más, como bien sabemos ya: la destrucción de todo lo que pueda llevar el apellido público, entre otras.

Así es que estamos en Europa (y en España) ante un poder que aplasta a las clases medias y favorece el crecimiento de la brecha entre los ricos y los pobres cada vez más pobres y en mayor número, y ante el silencio culposo de la socialdemocracia (el único contrapoder posible) en cualquiera de sus formas y matices que aún se atreve a pedir tiempo para reorganizar sus filas y recomponer sus creencias; sin darse cuenta de que nosotros, la gente, no tenemos ese tiempo.

¿Qué temo entonces? La aparición de fuerzas al estilo de los neonazis griegos? ¿salvapatrias a los que todos seguiremos como las ratas al flautista del cuento? No, no eso lo que temo. Eso forma parte del discurso dominante, interesando o erróneo; eso no ocurrirá. Lo que de verdad me da pánico es que envalentonados unos y temerosos otros, sin freno unos y sin capacidad de moderación los otros, no nos dejen a la gente (eso son las naciones, eso son las sociedades: su gente y no abstracción alguna) más salida que la desobediencia o el estallido.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Madrid Arena, una parábola sangrienta


Si, de forma incesante, hemos de asistir casi cada día a un caso de corrupción, ineficiencia, estupidez o perplejidad del que invariablemente son protagonistas sujetos que gestionan la cosa pública (a mi me parece que ya ni merecen ser llamados “políticos”, tal es la contaminación del ejercicio del noble arte como lo denominó el griego -con perdón- Platón, que conviene no añadir más mierda o acabaremos teniendo que inventar otro término) el desgraciado asunto del Madrid Arena me parece algo insoportable.

La muerte de esas cuatro chicas es algo terrible y solo los desalmados sentirán que el luto no va con ellos. Nada es comparable a la muerte de una persona joven, de un hijo, de un amigo, pero el dolor por la pérdida es algo inconcebible para quien no la padece en su carne y su alma, así es que dejemos a los muertos y a quienes aún los sienten como si le hubiera sido amputado un miembro, en paz con su duelo.

Que miserable la actitud de quienes ya desde el principio se dedicaron a insultar de alcance la memoria de los que ya no están y de sus padres, señalándoles como los responsables primeros de su propio, espantoso, mal. Esos deben ser apartados de nuestra atención cuanto antes o, insignificantes hoy, acabarán sacándonos de nuestras casillas; ni siquiera nuestra irritación merecen y sí el desprecio de la gente decente. Sobre esos tertulianos (que lástima de palabra pervertida) que teorizan con los cuerpos todavía calientes de esas chicas, casi niñas, a propósito de la degradación de las costumbres y los valores, ellos en cuyas vísceras habita la podredumbre moral más abyecta, confieso que no se qué pensar ni qué decir; eso ya ni me produce enfado, solo una tristeza rara, muy rara.

Lo de menos, si vale decirlo así, son los delincuentes que organizaron el concierto en las condiciones en que lo hicieron y que, por tanto, son criminales (vale, presuntos) responsables de asesinato, sí de asesinato tal como lo define el diccionario. La sociedad tiene instrumentos suficientes para hacerles pagar lo que han hecho. Aún en estos tiempos de incredulidades, debería bastar con esperar que actúe la justicia.

Y poco importa ese personaje menor, la sobrevenida (recuerden: nadie la ha votado) alcaldesa capitalina, un grano que, si acaso es el exponente de algo, será de eso tan conocido de que merecemos lo que tenemos o no se explica que lo tengamos. Por comparar con la actitud de un compañero de partido de la regidora en otro asunto también de estos días: del ministro de Interior, Jorge Fernández, cabía esperar la coherencia de aceptar el mandato del Constitucional respecto a los matrimonios entre personas del mismo sexo y, sin embargo, mantener su negativa personal que él fundamenta en criterios morales. Nada que objetar. De Botella solo se podía esperar lo que hizo: irse de puente en medio de tanto dolor. Y ¿qué decir de esa corte de ediles, presidentes de empresas municipales, o las dos cosas y más, tan capaces como son, que se esconden como ratas detrás de una maraña argumental, administrativa o pseudo legal, para negar la evidencia de que ellos, por acción u omisión, consintiendo, justificando, ignorando…? Pues que son prevaricadores y los responsables últimos de la desgracia. Pero se irán de rositas como ya hemos visto tantas veces; así de enferma está la razón y hasta el pudor.

Un buen amigo con quien, no obstante, mantengo no pocas discrepancias políticas y puede que ideológicas, sostiene desde hace tiempo a mi juicio con más voluntarismo que otra cosa, que ante la crisis y a pesar de todo, deberíamos adoptar una actitud positiva puesto que el pesimismo nada construye. Aunque eso sea más fácil de decir que de llevar a cabo cuando la maldita crisis te afecta directamente, o a tu gente, o cuando la mera observación de la realidad cotidiana invita a tirar la toalla, estaría dispuesto a seguir la recomendación de mi buen amigo amigo si no fuera porque están esas otras cosas que nos distraen, que no nos dejan centrarnos en tratar de salir adelante.

Lo del Madrid Arena se me antoja una sangrienta parábola:

Ya solo los mansos corderos han interiorizado que durante años vivimos por encima de nuestras posibilidades es decir que, de algún modo, todos (o sea, nadie de quienes en verdad lo son) somos responsables de esta crisis. Eso se nos dijo hasta el hartazgo y hoy, cuando vemos como se nos van tantas cosas por el desagüe, comprendemos lo monstruoso de la acusación. Tampoco los muertos y heridos del Madrid Arena y sus familias lo son de su desgracia, aunque algunos  pretendan semejante monstruosidad y otros con sus actitudes escapistas y cobardes, insulten a quienes sangrarán durante mucho tiempo el recuerdo de estas chicas por cada poro de su piel. Esa gentuza debería irse a su casa en silencio permitiendo que en un postrer ejercicio, acaso lo único noble que hagan en su vida, de (si se me permite la broma) patriotismo y de caridad cristiana, les olvidemos, a ellos sí, cuanto antes.

Mi amigo escribe a veces que detecta entre los españoles cierto grado de odio creciente que tiene que ver con las distintas posiciones políticas. Puede ser, aunque yo prefiero pensar que no es así; qué quieren, como él también yo peco de voluntarismo. Pero, en todo caso, a mí es esa desvergüenza, esa desfachatez, esa hipocresía criminal incluso cuando aún recordamos perfectamente y a la primera que se llamaban Cristina, Rocío, Katia y Belén, lo que me produce, si no odio, algo que se le parece mucho. Y me resulta insoportable, la verdad.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Preguntas


 
Me llama mucho la atención la siguiente noticia: Un grupo de científicos españoles ha escrito una carta a la comisaria de Investigación, Innovación y Ciencia de la Unión Europea, Márie Geoghegan-Quinn, denunciando la lamentable situación en la que los recortes están dejando a la ciencia y la I+D españolas. Dicen nuestros sabios en la carta: “Como bien es sabido, la ciencia es un proceso en el que recortes en la financiación un año, tienen efectos profundos durante muchos años…Nos preguntamos cómo los objetivos que la Comisión Europea se ha fijado para 2020 se pueden lograr, dada la situación actual”

Y, claro, también yo me lo pregunto. De hecho, la iniciativa de estos científicos ha provocado que me pregunte muchas más cosas. Más aún, ha suscitado en mí la necesidad de preguntar sobre todas las cosas que nos pasan a la Unión Europea, visto que aquí en casa nadie responde, ni quienes mandan hoy ni quienes deambulan por ahí como un boxeador sonado.

Quiero decir: antes bromeaba asegurando que el gobierno del Partido Popular se proponía destruir el estado del bienestar para conservar el bienestar de los españoles todos. Ahora sé que su propósito es destruir el estado del bienestar …y ya, es decir, sin más alternativa conocida que la grosera protección de los ricos y la criminal aniquilación de las clases medias y los pobres…y ya si eso con lo que haya.

Parece razonable entonces que los distintos grupos de españoles agredidos por el gobierno mentiroso e ilegítimo de Rajoy, nos pongamos de acuerdo para dirigirnos por carta o como fuere a cada comisario y denunciar la situación del correspondiente ramo, pues ¿cómo se hará la construcción europea (si es que eso todavía le importa a alguien) si España, como Grecia, acaba convertida en lo contrario de lo que los padres de la construcción europea quisieron?

Tal vez ha llegado el momento de que, huérfanos de un gobierno decente y una oposición con voluntad de serlo, los ciudadanos españoles nos dirijamos a Europa y pidamos a sus instituciones que respondan ellos nuestras preguntas en lugar de servir de coartada a la traición ¿o no se llama así cuando se actúa contra los intereses de los compatriotas y se compromete la patria misma?

jueves, 25 de octubre de 2012

Los 'juezflautas'


Dicho sea con todos los respetos, por supuesto. Que es el mismo, por lo demás, que me merecen los llamados yayoflautas, los poliflautas, los maestroflautas, los bomberoflautas los médicoflautas, etc, etc, esto es, el original aunque evolucionado perroflautas que amenaza con convertirse en categoría demográfica: los españolesflauta, a saber, los nacidos y/o afincados en este país nuestro, sea cual sea la configuración político administrativa actual y futura, que están empobrecidos o excluidos o forman parte de una clase media en extinción y están enfadados por ello. Los juezflautas son siete, como los Siete Sabios de Grecia (con perdón) los Siete Magníficos, etc.

Estos siete jueces se apuntan a las protestas generalizadas denunciando esa lacra que son los desahucios. El asunto está siendo muy comentado, supongo que porque, aunque ellos no hacen las leyes, las interpretan y las aplican. O sea, que es –un suponer- como si el Papa y sus cardenales le enmendaran la plana a Dios, o los párrocos a su obispo. Gran paradoja: jueces criticando el sistema cuando son el sistema mismo. ¡Qué no tendremos que ver!

A la caverna mediática siempre se le han puesto los pelos como escarpias en presencia de gente de apariencia desaseada, con rastas y cosas así. Es algo que de toda la vida ha producido sarpullidos a la gente de orden. Tal vez por ello, a veces se les nota algo descolocados en tertulias, soflamas y panfletos con tanta persona provecta dispuesta a ponerse una camiseta amarilla, verde, o arco iris, y salir a la calle. Pero se les pasa enseguida: han tardado tres minutos en considerar a estos siete magistrados antisistema. Con su toga y todo.

Es que al personal no se le puede dar manga ancha; y, si son quienes deciden sobre la vida y hacienda de la gente, menos. Naturalmente.

Como es sabido, el Consejo General del Poder Judicial, o sea, el gobierno de los jueces, les encargó a los siete que informaran sobre estas materias; ellos estudiaron lo que pasa durante ocho meses y les ha dado por denunciar abusos y proponer cosas tan revolucionarias (en estos tiempos el sentido común lo es) como “que las ayudas del Estado a la banca se extiendan a los clientes sobreendeudados” o que se puedan ordenar judicialmente moratorias en los pagos o incluso la dación. El CGPJ –que, ya digo, encargó el informe- ha decidido envainársela y no asumirlo como propio. ¿Los motivos? Pues, en el momento en que escribo estas líneas, no hay una explicación oficial, o yo no la conozco. Sin embargo, un grupo de vocales de esos que inclinan levemente la cerviz si pasa Gallardón, asegura que el Consejo no tiene competencias para cosas así.

Como doctores tiene la Iglesia, también esa iglesia, pues no seré yo quien discuta sus dogmas. Pero ¿saben qué? No se, a mí los comentarios y propuestas de estos siete jueces me parecen cosas sensatas. Claro que yo creo que me estoy volviendo un poco periodistaflauta. Cada día más. A ver si no.

sábado, 20 de octubre de 2012

"Nos están tocando los cojones por encima de nuestras posibilidades"


“Nos están tocando los cojones por encima de nuestras posibilidades” es el texto que lucía una de tantas pancartas en una de tantas manifestaciones de días atrás. Lo recuerda Manuel Rivas en un estupendo artículo en la contra del diario El País de este sábado 20 de octubre.

Vale: el texto de la pancarta y la propuesta de Rivas, a saber, que Rajoy (y sobre todo Wert, “ministro de Educación y Barbarie”) practiquen el quietismo por oposición al reformismo, por mejor ( o no) nombre, recortismo. Que no hagan nada, vaya, visto lo que pasa cuando hacen algo. Ahora nos toca a la parroquia.

Por supuesto que Merkel y sus íntimos y rubicundos aliados, nos tocan los antedichos (menos mal que es en sentido figurado; me da repelús la literalidad) hasta el hartazgo, pero eso es algo que no debería servir para encubrir a nuestros más directos manoseadores. Merkel ésto, Merkel lo otro: vale, sí. La fatalidad, la eterna dialéctica del poder: sí, vale, también. Pero resulta que, en ese lugar en el que, al parecer, reside la soberanía y, por lo visto, ha sido necesario proteger a base de vallas y guardias de la porra de quien lo paga, lo anima, y lo justifica, o sea, la mentada parroquia, se va a debatir la semana próxima el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado, esto es, nuestras cuentas que son algo más que meras cuentas: sí, sí, claro, marcadas por el devenir europeo, la fatal condición humana, Merkel, el ingenuo de Hollande,  Merkel, la sombra de Grecia, Merkel, la pareja feliz de  Barroso y Van Rompuy a sus cosas, Merkel, los mercados, Merkel, Merkel, Merkel…

Hasta hace nada, el karma era “no hay dinero” Ahora es que la culpa la tiene esa dama que me rio yo de la dama de hierro, ya saben, aquella británica tan amiga de Pinochet y de Milton Friedman, los genocidas que no ocultaban serlo porque, cuando entonces, no hacia ninguna falta. Y el caso es que la tiene en mucha medida y en tanto que se dedica a la política, que es eso que debiera servirnos para gobernar las cosas de este mundo y en realidad se utiliza para certificar el fin de la política si nada lo remedia. Qué sarcasmo la imagen reciente del FMI defendiendo el fin de la austeridad; la misma institución responsable de tanta miseria moral en la América Latina de los setenta.

En tiempos de plomo resulta útil tener un enemigo bien identificado…fuera.  Es una táctica muy vieja y siempre ha funcionado, especialmente si hay motivos –y los hay, ya digo- para colgarle los males que nos aquejan. Ante semejante afrenta patria ¿qué puede importar si quien nos gobierna miente o resulta manifiestamente injusto? Si ellos, los extraños, esos a quienes acaso quepa envidiar en silencio, y más aún si es así, nos demuestran su desdén y tratan de imponérsenos ¿qué puede importar si quien nos gobierna en casa ha perdido la legitimidad?

¿Montamos una cruzada los del sur despilfarrador, frente al trabajador norte? ¿Otra vez católicos y protestantes? ¿De nuevo esa matraca? Que fatiguita, por Dios. González (ya saben uno que ahora hace joyas y era aficionado a los bonsais) anda por ahí diciendo cosas así; si es que no somos nadie.

¿Qué tal si por ahora no quedamos aquí, salimos al calle y le decimos a la mayoría parlamentaria que esos presupuestos que se van a discutir son inhumanos? ¿Qué tal si les decimos que las cosas empiezan a ser al revés de cómo rezaba la pancarta y en realidad lo que pasa es que ya nos están tocando las gónadas por encima de SUS posibilidades?

martes, 9 de octubre de 2012

Los políticos y la gente


A estas alturas me sigue sorprendiendo la estupidez humana. Ayer oí decir a un dirigente del PSOE que la desafección de la gente por los políticos es el resultado de la acción de gobierno del PP. Si a declaraciones similares se añade la estulticia de todo un presidente cuando no se sonroja al perpetrar el ya celebrado comentario sobre las mayorías silenciosas, tendremos un cuadro deprimente y, visto que no aprenden, una desagradable sorpresa continua.

Y me estoy refiriendo solo a perlas que están en el pasivo de los grandes partidos. Evito traer a colación otras que invitan a la risa o al llanto alternativamente y que pertenecen a otros grupos menores, tan solo por no aburrirles.

Da lo mismo si los estudios de opinión muestran que nuestro desdén por la clase política (en realidad por la clase dirigente en general) no sabe de colores. Da lo mismo que para cualquier observador honesto y ni siquiera demasiado perspicaz eso sea evidente. Responderán echándole la culpa a otro o inventándose alguna operación de maquillaje más o menos pomposa como ese plan para la regeneración democrática que se quiere sacar de la manga el PP.

Habrá también entre los comentaristas de toda clase de tertulias quienes verán en esta actitud distante y crítica de la ciudadanía un peligro: puede derrumbarse el edificio que construyó la transición o el sistema de partidos o la democracia occidental, advierten. Salen poco y, en consecuencia, su soberbia intelectual les impide apreciar lo que de verdad ocurre.

Se nos dijo con ocasión del 25 S que  los promotores querían tomar el Congreso, dar por finiquitada la legislatura y abrir un proceso constituyente. Y, en efecto, hubo quien propuso tales cosas pues, ya digo, la estupidez humana es infinita. Pero el común de los mortales se desternillaría de risa ante tamañas acusaciones si no fuera porque no tiene maldita la gracia lo que nos pasa.

No. Cuando la ciudadanía dice que el tercero de sus problemas (según la última entrega del CIS) es la clase política, tras el paro y la economía en general, no deberían sentir temor quienes quieren salvarnos de nuestros instintos socialmente suicidas. La gente no está por la labor de derribar ningún palacio de invierno. No es “la política” ni siquiera “los políticos” son estos políticos y su incompetencia, su corrupción, su alejamiento de aquellos a quienes dicen representar, su incapacidad para ilusionarnos, su apelación al miedo o a la idea de que no hay alternativas, su mendaz intento de disfrazar de orden lo que es liberticida; es todo eso y mucho más lo que provoca desafección.

No se preocupen nuestro padres de la patria; la sociedad es más madura de lo que ellos creen (esta ignorancia, real o pretendida es otra de las razones del alejamiento) No vamos a salir corriendo detrás del primer profeta que aparezca abandonándolo todo en tropel.

Pero si siguen permitiendo que esta crisis anule la acción política; si consienten que, como escribía (El desprecio de los políticos) Germán Cano en El País del pasado día 9, el horizonte político se encoja “hasta reducirse  un mero dominio tecnocrático excluido de todo proceso de deliberación público” serán ellos, los políticos –de todo signo ideológico, no nos equivoquemos- los únicos responsables de un futuro que ya negrea a la vuelta de la esquina.

El domingo último, Jordi Évole entrevistaba a un economista alemán en su exitoso programa televisivo. En alusión a los conocidos como minijob, el susodicho venía a asegurar, con una sinceridad que debe agradecerse entre tanto eufemismo culposo y necio, que es o eso, o nada. Es exactamente el mismo argumento que utilizan ciertos negocios delincuentes (y quienes los sostienen) que mantienen talleres semiclandestinos en donde se cosen zapatillas de deporte que luego se venderán en occidente bajo marcas muy conocidas: es eso o la miseria, aseguran poniendo cara de benefactores.

Es falso que Rajoy esté haciendo lo que no le gusta hacer. No se trata de que guste o no. Eso es jugar al despiste. Es que la derecha (el centro no existe, ni en realidad ha existido nunca, aunque ahora no esté de moda reflexionar la respecto) hace lo que corresponde en un contexto en que pierde la ideología y gana el mercado. Responde a su naturaleza y, en ese sentido, es coherente.

Lo verdaderamente preocupante es la inacción de la socialdemocracia o lo que queda de ella. No me atrevería yo a tanto, pero ya hay quien cree que este silencio, esta blanda oposición, esta falta de ideas, este no querer mirar a su alrededor, sacudirse la impronta de casta y tratar de aprovechar fuerzas en presencia, poderosas pero carentes de la estructura necesaria para el ejercicio del poder político (claro que me refiero al 15-M al 25-S, a tantos movimientos en esa órbita, ¿o hay otra cosa?) es connivencia con el estatu quo, cuando no, complicidad por omisión.

Dejen pues de insultar la inteligencia del personal. La gente honesta, la ciudadanía, nos alejamos de los políticos porque han dejado de ofrecer respuestas. No queremos destruir las instituciones; no hace falta que las blinden con vallas y policías. No las usen para esconder su responsabilidad. Son nuestras y ustedes están allí de prestado.

viernes, 5 de octubre de 2012

Sin miedo


Ayer estuve en una reunión en la que el protagonista era una persona notable. Esta noche asistiré a otra en la que también estará otro prohombre. A los periodistas nos pasa eso: que nos invitan a cosas así. Generalmente no podemos revelar en pormenor lo que se dice, pues tales encuentros se hacen bajo la invocación del off the record más o menos explícito. Pero créanme que, en todo caso, cada vez tienen menos interés.

Es más, estoy dándole vueltas a si no sería más gratificante quedarse en casita porque, de no ser así, puede que, para tu perplejidad, un banquero por ejemplo te asegure que, siendo el suyo un sector “hiper regulado”, poco pueden hace para resolver nada; del mismo modo que de nada es responsable la entidad que representa ni el ámbito al que pertenece, sino quien no hizo su trabajo y relajó la vigilancia. Unos mandaos, vaya. Y, como uno tiende a pensar que si alguien ostenta un cierto liderazgo, cabe esperar que oriente y se arriesgue respeto del porvenir, preguntará procurando que no se le note el pánico, qué podemos esperar, hacia donde vamos. Te dirá que ni pajolera idea y, a continuación engullirá sin pestañear el soufflé de limón que había de postre.

Claro que ayer fue un día tontorrón. El mismo juez que pretendía investigar a quienes pagaron su billete de autobús a Madrid ingresando el importe en la cuenta de los organizadores del 25 S como conspiradores contra el Estado, se la enfunda y sin despeinarse la melena, pone en libertad a los detenidos en Neptuno y rubrica su intervención aludiendo a la “…convenida decadencia de la clase política”  Todo en un rato; para que luego digan que la Justicia es lenta. Y, se lía. Y uno llama al juez “pijo ácrata” (¿qué demonios será eso?) practicando ese deporte que tanto le gusta al Partido Popular: plancharles las puñetas a los magistrados cuando les bailan el agua y mearles la toga cuando no es así, todo sea, por supuesto, en defensa de las instituciones del Estado de Derecho y tal y cual y pascual.

A eso se añade la aceptación como algo natural e inexorable de que cuando se produce un cambio político, se renueve la cúpula de los medios de comunicación públicos y de las empresas también titularidad pública, con gentes afines a quienes ganaron las elecciones. Lo de la profesionalidad les parece una cosa menor por marciana. Hablo de una parte de la tribu (y de los profesionales de la mamandurria, claro) que, a base de pasar por el aro, han olvidado ya que una vez creyeron en algo. Le llaman pragmatismo, creo.

¿Saben qué me gustaría? Pues que, asumido que este país nuestro se va al carajo, que hemos de tomárnoslo con deportividad y que quienes son los responsables, ya estén en la política, en la empresa, en la judicatura, en la prensa o donde sea, llevan ya tiempo silbando al viento, apareciera alguien inventando alguna cosa por fútil que fuera, alguien que dijera una palabra no dicha, que alumbrara una idea no manoseada; alguien que no tuviera miedo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

La marca España


Igual pensarán ustedes que me la cojo con papel de fumar. Puede ser. Es posible que esas recurrentes apelaciones a la marca España no sean sino una forma moderna de hablar, frecuente en quienes expresan opiniones más conservadoras y algo menos –también ocurre, desde luego- en gentes que se reclaman progresistas, aunque en este caso tengo la sensación de que tras las palabras no hay mucho más que el deseo un poco necio de estar a la moda usando una expresión sobre cuyo significado no se ha reflexionado mínimamente.

Ya digo, no es descartable que yo sea un antiguo o un purista. Pero, como creo que el lenguaje no es inocente, me sale un sarpullido cada vez que escucho lo de la marca España, sobre todo porque siempre es para quejarse del daño que nos hacen las imágenes de la parroquia protestando en una manifestación, la de los simbólicos depredadores de supermercados y cosas así.

Como sabe cualquier profesional del márketing, una marca es todo aquello que los consumidores reconocen como tal. Es un producto, un servicio o ambos, o una gama de ambos al que se ha revestido de un ropaje tan atractivo que consigue que la oferta se desee, se pida, se exija, con preferencia sobre otras. En definitiva, la marca es el nombre, término, símbolo o diseño, o una combinación de ellos, asignado a un producto o a un servicio o a un conjunto. De manera que la marca ofrece de la oferta, junto con su realidad material, una realidad psicológica, una imagen formada por un contenido preciso, cargado de afectividad: seguridad para unos, prestigio para otros, etc.

Disculpen ahora un repasito a los fundamentos de las cosas: nación, en sentido estricto, tiene dos acepciones, la nación política, en el ámbito jurídico-político, es un sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado; la nación cultural, concepto socio-ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede definir a grandes rasgos, como una comunidad humana con ciertas características culturales comunes, a las que dota de un sentido ético-político.

¿Es solo una forma de hablar eso de considerar que lo que sin duda es una nación y un estado, España, es también una marca? No, creo que no. No me parece que esa estimación pseudomercantilista sea ideológicamente inmaculada.

La periodista María José Navarro escribía hace unas fechas en La Razón: “…y me da miedo, eso sí, que hayamos lanzado la marca sin haber mejorado el producto, no sea que al final nos convirtamos en el Ryanair de la ONU”

Claro, es que es imposible no desear (salvo tendencias suicidas) que fuera de España se nos aprecie: que se estime lo que hacemos y lo que somos. Pero me temo que esa monserga de la marca España tiene que ver más con la creación de una imagen irreal que con la expresión de una identidad, la de la España y los españoles del presente, nuestro doloroso presente y nuestro más que dudoso futuro.

Ya que estamos en el dominio del márketing valga el ejemplo clásico y muy conocido entre los especialistas que es el de considerar la identidad y la imagen como un iceberg: la parte sumergida (mucho mayor) es la identidad, lo que se es y cómo se es; y la parte visible es la imagen, cómo somos percibidos. Si sucediera al revés –a base de cosmética comunicacional y ocultación- lo que tendremos a la postre es un témpano sobre el papel inviable. E imposible en la era de los móviles y de internet. 

Así es que si para potenciar la marca España, Mariano Rajoy felicita a aquellos españoles que se quedan en casa y no se manifiestan, lo único que hace es un ejercicio de cinismo inútil y bastante estúpido. Porque, le guste o no (que eso es lo que de verdad no le gusta) es el presidente de todos, incluso de los que no le votaron y de los que, habiéndolo hecho, ya se arrepienten.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Por encima de nuestras posibilidades. Ahora sí.


Dice el Diccionario de la Real Academia que “posible” es “que puede ser o suceder”, “que se puede ejecutar” o bien, “posibilidad, facultad, medios disponibles para hacer algo y bienes, rentas” o “medios que alguien posee o goza”. Y “posibilidad” es “aptitud, potencia u ocasión para ser o existir algo”; “aptitud o facultad para hacer o no hacer algo” y  medios disponibles, hacienda propia”

Sin necesidad de acudir a las definiciones de la RAE siempre me pareció que esa frase tan recurrente de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” era falaz e infame porque en boca de quienes solían utilizarla con más frecuencia, era un manipulador intento de atomizar responsabilidades sobre los males que nos aquejan de tal modo que, como corresponde a una estrategia más vieja que la tos, si todo el mundo es responsable, en la práctica nadie lo es.

No nos detengamos demasiado en eso. No, no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades más allá de las conductas irresponsables que siempre las hay y, eso sí, la ineptitud, la estupidez y la corrupción de los administradores de lo público.

A mí me parece que es ahora cuando ya vivimos por encima de nuestras posibilidades. Y esta vez, en sentido literal, en referencia a cualquiera de las acepciones que la RAE otorga a los términos “posible” y “posibilidad”

Por supuesto que hay gente a quien no le afectan las penurias. Como es lógico, no me refiero a tan afortunados mortales, sino al personal corriente, como usted y como yo. Me refiero a las cosas a las que nos enfrentamos en la vida cotidiana, cosas que ya se me antojan de otra época, de aquellos tiempos en que éranos un país en crecimiento, un mileurista era un pobre desgraciado y un funcionario un ser que suscitaba de todo menos envidia; o sea, nada que ver con lo de ahora. Cosa, en definitiva que ni se les pasan por la cabeza a nuestros gobernantes, empeñados en no enterarse de casi nada.

Se me entenderá enseguida si pongo dos o tres ejemplos entre tantos:

Imaginen que ahora mismo venden su coche (porque han decidido ir a pie el resto de sus días o porque no lo pueden mantener, o qué se yo). Supongamos que el seguro que tienen contratado está vigente hasta finales de 2012 y que al comprador no le interesa un cambio de titularidad. Lo lógico sería que la compañía aseguradora les reembolsara la parte proporcional de la prima correspondiente al periodo que media entre la venta del automóvil y el vencimiento de la póliza, ya que no utilizarán la cobertura y, sin embargo, la han pagado de forma anticipada. Pues no, no se la devolverá. Y esto, que en otros tiempos no merecería más que mentarles la madre un poco y a otra cosa, hoy puede llegar a producir bastante irritación si consideramos que robar es malo, pero robar a quien está necesitado es peor.

Y ¿qué me dicen de los departamentos de sacarnos la pasta a través de líneas 902? Nadie admite que en las empresas y en las administraciones existan semejantes unidades de negocio, pero yo creo que, aunque son secretas, sí existen; ¡cómo no si en algunos casos es la más rentable! Estos servicios se multiplicaron de forma exponencial en los últimos años, los de la bonanza; antes, cuando éramos un país que iba a toda mecha, pues nos sentaba mal tener que llamar a uno de esos números de pago, pero no hacíamos un mundo de eso. Ahora que el que más y el que menos mira el centimillo, moléstense en hacer algunos números y verán qué risa.

Por acabar con otro ejemplo: se les rompe la tele, algo que en determinadas circunstancias puede ser una verdadera catástrofe familiar. Acudan a las páginas amarillas: encontrarán bastantes empresas que ofrecen un servicio de atención 24 horas como si fueran las urgencias de un hospital o el cuartelillo de los bomberos o un país de ensueño. Irán a su casa, se llevarán el aparato sin mirarlo y, ya si eso, le llamarán para decirle lo que le pasa…y le cobrarán no menos de 39 euros (lo he comprobado) por este singular servicio de consultoría. Aparte de lo que cueste arreglar avería. ¿Saben qué? Si les dices que les llevas tú el aparato al taller te tratan como al paleto que seguramente eres.

Y así podría estar contándoles y contándoles. Pero tal vez baste con hacer una pregunta ¿ustedes creen que con esos mimbres alguien que cobra un subsidio, o que no cobra nada de nada, o que cobra menos de 1.000 euros al mes (la mitad de la población española, según el INE) puede vivir? Pues sí, claro que puede…por encima de sus posibilidades. Ahora sí.

sábado, 15 de septiembre de 2012

El asalto a las embajadas


“Lo que le reprocho en la actualidad al mundo árabe es la indigencia de su conciencia ética; lo que le reprocho a Occidente es esa propensión que tiene a convertir su conciencia ética en herramienta de dominio…el resultado es que Occidente no deja de perder credibilidad moral y sus detractores no tienen ninguna.
Eso  escribía Amin Maalouf en El desajuste del Mundo (Alianza) hace menos de tres años. Alguna razón tendrá este hombre de alma dividida, y a menudo desgarrada, como condiciona sin duda su origen y vivencia libaneses.
Ha sido una lectura de estas vacaciones y la he recuperado estos días para revisar algunos razonamientos de fuste en medio de esta tormenta que no cesa y que ya se ha cobrado algunas vidas: los asaltos a las embajadas de países occidentales (particularmente de Estados Unidos) en países árabes.
Si hubo agravio en la película de Sam Bacile, La inocencia de los musulmanes, resulta insufrible por desproporcionada, la reacción de quienes asaltan representaciones diplomáticas con una furia que no veíamos hace tiempo. Esto es obvio, incluso si Mahoma levantara la cabeza y se sintiera verdaderamente ofendido (que lo dudo) como proclaman sus furibundos mentores.
Que la cinta sea pura bazofia (he tenido ocasión de ver algunas secuencias y lo es: un panfleto insensato, innecesario y nada inocente) es irrelevante, pues el tal Bacile tiene todo el derecho del mundo a mostrar en público las excrecencias de su sentido estético si le place. Y diría exactamente lo mismo si a un cineasta musulmán (es curioso que nunca hagan esa clase de cosas) se le ocurriera tejer una historia en la que Cristo o Buda aparecieran en situaciones que no describiré por mero sentido del buen gusto.
Pero me confieso perplejo cuando se enfrentan la conciencia plena de que la libertad de expresión debe de ser preservada a toda costa y la comprensión hacia quienes se comportan como resortes letales cada vez que se rozan los símbolos de sus creencias, no otra cosa en realidad que un pretexto, la espoleta de una bomba que la historia ha cebado.
Maalouf lo dice de este modo:  “contrariamente al tópico establecido, el pecado secular de las potencias europeas no ha sido el de querer imponer sus valores al resto del mundo sino, precisamente, lo contrario: el haber renunciado continuamente a respetar sus propios valores en sus relaciones con los pueblos dominados”