viernes, 8 de noviembre de 2019

Los muros



Estuve en Berlín en aquéllos días. El Muro aún estaba en pié. Mañana se cumplen 30 años de su caída.

De niño oía hablar del “muro de la vergüenza” pero yo no sentí vergüenza al lado de aquella pared gris, yo solo sentí aquella mañana una gran tristeza, tal vez porque esos días amanecieron fríos y la niebla era muy húmeda, tal vez porque todo era feo ¿Se puede sentir una alegría triste o una tristeza alegre? Leerán muchos artículos sobre el tema, así es que no les importunaré con mis recuerdos.

Todos los muros sirven para lo mismo, Borges escribió sobre la Gran Muralla china: “para detener el curso de ejércitos infinitamente lejanos, un emperador infinitamente remoto en el tiempo y en el espacio ordena que infinitas generaciones levanten infinitamente un muro infinito que de la vuelta a su imperio infinito” 

Siempre es el mismo muro.

Sigue habiendo muchos. Como estos: México-Estados Unidos; Corea del Sur-Corea del Norte; Macedonia-Grecia; India-Pakistán; Belfast (Irlanda del Norte); Sáhara Occidental; Afganistan-Pakistán; Palestina; Chipre; Calais (Francia); Ceuta y Melilla; Azerbayan; Kuwait-Irak; Hungría-Croacia y Serbia; Bulgaria-Turquía y Siria; Hong Kong-China; Austria-Eslovenia; Irán-Pakistán...y así hasta 44. Todos son mucho más jóvenes que el de Berlín y todos, como aquél, tratan de impedir que la gente encuentre una vida mejor.

Y hay uno que no tiene ningún aspecto físico; no es de hormigón, ni de acero, ni de púas, ni de arena: es el de la desigualdad que crece y crece desde que aquel 9 de noviembre nos liberáramos de los tiranos que venían del Este.