La
verdad es que no deja de sorprenderme esta especie de maniputontá o
intoxichorrá consistente en decir que Iglesias, Pablo, está
empeñado en pedir para sí vicepresidencias de esto o de lo otro o
ministerios de aquello y de lo de más allá. Ni lo ha hecho ni lo hará.
Es
que, por ejemplo, El País lleva tal cosa a los espacios editoriales
y suelta las fieras de sus mejores plumas -lean a Vallespín hoy
mismo- que también editorializan pero dicen que es cosa suya. La
Vanguardia agita sus páginas de opinión como quien mueve la
campanilla para que despertemos, que no nos enteramos de nada; léanse
hoy también las bonitas elucubraciones de Pedro Vallín. Y ni te cuento los analistas que pululan por las redes y las tertulias. Uff.
A
parte de ese mantra que repiten cada día, eso de que no suman, como
si en el caso de que sumaran de verdad, no se lo harían encima
directamente los estrategas del PSOE con UP echándoles el aliento en
la nuca; como si eso no hubiera pasado ya, recuerden, en 2015. A
parte de esa matraca digo, lo más chuli que he leído ultimamente es
que en el PSOE estarían preocupados porque, caso de tener a Iglesias
en el Consejo de Ministros, se puede meter el dedo en la nariz en
cualquier momento, tirarles pelotillas a los colegas o pasarse las
sesiones blandiendo una bandera republicana o quien sabe si del
Manresa o el Eibar.
Vamos
a ver mendas, Iglesias es lo más listo que se vende en el mercado de verano. Sabe de sobra que jamás estará en el Consejo de
Ministros como no sea presidiéndolo, y no parece. Ni quiere estar de otro modo. Es más, ni ha
pedido tal cosa ni lo hará porque además sabe que en las presentes
circunstancias es imposible que eso lo acepte el PSOE. Hombre, que
todo el mundo sabe que no puede haber dos gallos en el gallinero y
menos si uno de ellos tiene los espolones como alfanjes sarracenos.
Yo
no se que pasa en mi país que hay tanta gente empeñada en llamarnos
idiotas a los demás todos los días.