domingo, 10 de junio de 2012

El orgullo y la vengüenza


Muy bien. Más allá del sin duda interesante debate sobre quién presionó a quién o el alborozo que nos produce saber que –según escribía la ministra Fátima Báñez en un twit- “Estamos haciendo historia” yo lo que quisiera es si, tras el rescate o ayuda financiera en condiciones chachis (que tampoco me interesa en exceso el debate semántico) pueden ser respondidas algunas preguntas y, puesto que escribo estas líneas, el día 10 de junio, que lo es De la Caridad, apelo precisamente al bonhomía de quienes nos gobiernan para que, si no por imperativo moral o legal, al menos lo hagan por condescendencia con el populacho.

Antes, sin embargo quiero hacer una pregunta que, siendo retórica pues nadie me va a responder, sirve para expresar mi perplejidad: ¿Por qué en lugar de entregar los millones al Estado para que se lo de a los bancos para –se supone- que estos lo reviertan a la economía productiva y a las familias, no nos lo dan directamente a las pymes, los emprendedores y las criaturitas del Señor, incluso al 3 por ciento de interés, teniendo en cuenta que somos más de fiar que los bancos y los gobiernos como ha resultado sobradamente probado?

Era un desahogo.

Tampoco quiero respuesta a si, siendo el Estado el receptor de los fondos y explícitamente quien  ha de atender los intereses del préstamo (no sé por qué, por cierto, lo de los intereses…pero eso nos llevaría demasiado lejos) la operación nos va a costar algo a los ciudadanos. Como más obligaciones derivan en más gasto público y, por tanto, un probable incremento de la deuda, es evidente que habrá nuevos recortes seguramente en la línea de las recomendaciones que la Comisión Europea ha hecho hace pocas fechas: incremento del IVA, retraso de la edad de jubilación, retoques a las prestaciones por desempleo y otras lindezas y, por tanto, en efecto, el pato lo seguiremos pagando la gente. Por eso no lo pregunto: mentirían como suelen.

¿Volverá a fluir el crédito y, por tanto, podremos utilizar por fin una herramienta fundamental para el crecimiento, esa necesidad que hace cuatro días negaban los conversos? Pues no es que no me interese saber la respuesta, es que creo que eso no lo sabe ni Dios. Sí, la banca dará un salto en el camino de su saneamiento, pero estamos en una recesión galopante y en tales circunstancias lo que cabe esperar a corto es más paro, más empobrecimiento de las economías familiares y ninguna facilidad real para las empresas y los emprendedores. Así es que ¿de dónde van a sacar los bancos pasado mañana una demanda solvente, entes a quien prestar con garantías?

Sí que me gustaría saber si, una vez salvada la cara, ahora que ya tenemos lo necesario para poner en orden la casa financiera y ya no importa el qué dirán, o la mala imagen, o la inoportunidad de señalar con el dedo, mi gobierno me va a defender propiciando que cada cual quede en el sitio que debe estar. Si va a permitir una Comisión de Investigación en el  Congreso y va a dar órdenes al Fiscal General para que deje de marear la perdiz. Todo eso, naturalmente, para que paguen los responsables, que es lo que aprendimos en el colegio.

Quisiera saber si va a hacer lo necesario para que gentes como yo y nuestros hijos, esto es, quienes llevaremos durante años una hipoteca que no hemos buscado, podamos volver a sentirnos orgullosos de ser españoles. Es que de tanto perder la confianza en la política, la judicatura, las autoridades fiscales, la iglesia, etc. estamos necesitados y, sinceramente, Don Pelayo y la Roja no me parecen símbolos suficientes. Y  José Tomás pa qué las prisas.