miércoles, 10 de mayo de 2017

Aporofobia


Ayer por la mañana Gemma Nierga entrevistaba en la cadena SER a Adela Cortina y hablaban de aporofobia; como la propia Cortina explicó,  es un concepto que ella acuñó hace ya años y que la Academia aún no ha admitido. Procede del griego aporos, esto es, "el que no tiene salida, aquella persona que no nos puede ofrecer nada, el pobre" Y, como una de las bases de nuestra construcción social es el intercambio (tu me das, yo te doy) aporos nos inquieta y, por tanto, le tememos...nos produce fobia. Por ejemplo, dice Cortina, la xenofobia no es el odio al emigrante; lo es al emigrante pobre.

Como ella ha dicho muchas veces, la desigualdad creciente amenaza la democracia misma. Cortina, catedrática de Ética, lo viene explicando en sus artículos en El País, todos recomendables.

Sí, amenaza la democracia porque ataca los valores en los que se sustenta; pero, además, y como se ha dicho insistentemente, la pobreza es el resultado de la violación de un pacto tácito de no agresión. Al romperlo, los muy ricos lo son cada vez más y los pobres también hasta el punto de perder éstos el mínimo indispensable. En las viejas revoluciones todo revienta cuando se ha cebado la bomba hasta el punto crítico. El problema no es que haya ricos; lo es que lo sean a costa de los bienes (y los derechos) imprescindibles para la mayoría.

En estos días hemos sabido que la Fiscalía pide 8 meses de reclusión para dos personas que en noviembre de 2015 reventaron la puerta del almacén de un supermercado en Alicante y robaron alimentos caducados. La empresa no denunció pero el Fiscal decidió actuar de oficio.

Conocida la noticia, hay quien ha puesto el grito en el cielo comparando la actuación del ministerio público con la inacción en el caso de la agresión perpetrada por un ultra futbolero en Bilbao; como todos pudimos ver en televisión, esa especie de bestia de dos patas agredió a un joven que estaba sentado en la terraza de un bar tras preguntarle si era “pro etarra” Tampoco aquí hubo denuncia del agredido, pero el Fiscal en este caso no ha actuado de oficio.

Ya sabemos de la distinta vara de medir de la Justicia, especialmente llamativa cuando se persigue a gente sin recursos y no a un energúmeno lleno de odio.
 
Pero es que, dejando al lado el asunto de la agresión, no puedo evitar pensar que la actuación del Fiscal es especialmente perversa en el caso de Alicante. Si el nuestro fuera un sistema judicial como el que rige en Estados Unidos, un hipotético juicio contra los ladrones de comida caducada comenzaría con la mención “el pueblo contra...” Aquí no usamos esas liturgias, pero es básicamente lo mismo; aquí hablamos del “ministerio público” es decir, el representante del Estado, esto es, en una democracia, el instrumento con que se organiza el pueblo soberano...

Pareciera, sin embargo, que el Estado actúa con aporofobia, yendo más allá que el propio perjudicado pues éste considera nimio el perjuicio y hasta dice comprender la necesidad.

Y para rematar, los expertos nos explican que nuestro ordenamiento jurídico tiene previstas situaciones como estas: no habrá condena alguna si queda demostrado que los encartados actuaron como lo hicieron porque, efectivamente, no tienen ni para comer. Es decir, no basta con la vergüenza de robar comida a escondidas, deberán pasear su miseria y su dignidad rota a la vista de todos y esperar la tolerancia y la benevolencia del Estado con "el que no tiene salida, aquella persona que no nos puede ofrecer nada, el pobre"