Dicho sea con todos los respetos, por supuesto. Que es el
mismo, por lo demás, que me merecen los llamados yayoflautas, los poliflautas,
los maestroflautas, los bomberoflautas los médicoflautas, etc, etc, esto es, el original aunque evolucionado perroflautas que amenaza con convertirse
en categoría demográfica: los españolesflauta,
a saber, los nacidos y/o afincados en este país nuestro, sea cual
sea la configuración político administrativa actual y futura, que están empobrecidos
o excluidos o forman parte de una clase media en extinción y están enfadados por ello. Los juezflautas son siete, como los Siete Sabios
de Grecia (con perdón) los Siete Magníficos, etc.
Estos siete jueces se apuntan a las protestas
generalizadas denunciando esa lacra que son los desahucios. El asunto está
siendo muy comentado, supongo que porque, aunque ellos no hacen las leyes, las
interpretan y las aplican. O sea, que es –un suponer- como si el Papa y sus
cardenales le enmendaran la plana a Dios, o los párrocos a su obispo. Gran
paradoja: jueces criticando el sistema cuando son el sistema mismo. ¡Qué no tendremos
que ver!
A la caverna mediática siempre se le han puesto los pelos
como escarpias en presencia de gente de apariencia desaseada, con rastas y
cosas así. Es algo que de toda la vida ha producido sarpullidos a la gente de
orden. Tal vez por ello, a veces se les nota algo descolocados en tertulias, soflamas y panfletos con tanta persona provecta
dispuesta a ponerse una camiseta amarilla, verde, o arco iris, y salir a la
calle. Pero se les pasa enseguida: han tardado tres minutos en considerar a
estos siete magistrados antisistema. Con
su toga y todo.
Es que al personal no se le puede dar manga ancha; y, si son quienes deciden sobre
la vida y hacienda de la gente, menos. Naturalmente.
Como es sabido, el Consejo General del Poder Judicial, o
sea, el gobierno de los jueces, les encargó a los siete que informaran sobre
estas materias; ellos estudiaron lo que pasa durante ocho meses y les ha dado
por denunciar abusos y proponer cosas tan revolucionarias (en estos tiempos el
sentido común lo es) como “que las ayudas del Estado a la banca se extiendan a
los clientes sobreendeudados” o que se puedan ordenar judicialmente moratorias
en los pagos o incluso la dación. El CGPJ –que, ya digo, encargó el informe- ha
decidido envainársela y no asumirlo como propio. ¿Los motivos? Pues, en el
momento en que escribo estas líneas, no hay una explicación oficial, o yo no la
conozco. Sin embargo, un grupo de vocales de esos que inclinan levemente la
cerviz si pasa Gallardón, asegura que el Consejo no tiene competencias para
cosas así.
Como doctores tiene la Iglesia, también esa iglesia, pues no seré yo quien discuta
sus dogmas. Pero ¿saben qué? No se, a mí los comentarios y propuestas de estos siete
jueces me parecen cosas sensatas. Claro que yo creo que me estoy volviendo un poco periodistaflauta. Cada día más. A ver si
no.