miércoles, 16 de marzo de 2011

Miguel Sebastian, ministro preclaro

Escribo estas líneas en el momento en que, con la central nuclear de Fukushima fuera de control, Japón lucha con todos los medios a su alcance para enfriar los reactores. Y el mundo cruza los dedos.
Alemania para sus nucleares más viejas (sí, es tiempo de elecciones y tal y cual, pero parar un reactor no es cosa que se haga chascando los dedos, oyes) , Francia -que depende tanto de esta clase de energía- se tienta la ropa...Europa, siempre paquidérmica, reacciona no obstante como un resorte.
Pero a mi me ha llamado la atención el comentario realizado por un ministro preclaro: me refiero a Miguel Sebastián, titular de la cosa, cuyo critertio es que no es momento de plantear debates sobre la energía nuclear. ¿Ah no?
¿Está acaso el ministro enajenado? ¿Quizás es que su celo por preservar nuestra felicidad le lleva a evitarnos preocupaciones? ¿Quizás es que piensa que, dadas las circunstancias, la ciudadanía siempre algo lela y dada a excesos, deseará volver al neolítico propiamente? Y a mi que me parece que es, precisamente, el momento del debate; sí, este instante en que nos lo hacemos encima de miedo, con razón.