sábado, 27 de julio de 2013

La vida sigue


Días después de la tragedia de Angrois, se va apagando poco a poco el eco de la solidaridad sin límites y de las historias periodísticas de todo tipo.
Y crece el desagradable griterío de las ratas que abandonan en tropel el barco de las responsabilidades y poco menos que nos exigen un mentiroso silencio: dicen respetar a las víctimas y se dedican a insultarlas por mor del interés nacional que es, a la postre y como tantas veces hemos visto, el de sus flácidos culos. Habrá minutos y minutos de silencio; habrá luto oficial hasta en la sopa; habrá un pobre desgraciado en la cárcel de su conciencia y en la otra, ninguna dimisión, ningún cese; habrá a cambio, algunos suculentos contratos resueltos y habrá olvido y desatención por mucho tiempo. Lo de siempre. A qué seguir; es recurrente y demasiado asqueroso.

Por paradójico o cruel que resulte decirlo, la vida sigue.
Cuando el estrépito de los hierros desbocados y el alarido de los cuerpos rotos se acallan, queda un  gran silencio en derredor. Alguien compartió en Faceboock horas después del desastre el Ave María de Schubert en la voz de María Callas: http://www.youtube.com/watch?v=l5cF5GGqVWo&feature=share Cuando la diva termina, se oye un silencio que suena distinto, muy distinto pero igual de triste y, como escribió otra persona anónima en la misma red social: “…y de golpe recuperamos el sentido de lo importante...."
Y ya poco nos afectan las conversaciones entre Bárcenas y Arenas conocidas también en estas horas; en esto, no hay mal que por bien no venga: nos ahorramos algunas náuseas.

Y leemos en las tripas de la prensa noticias que en otras circunstancias hubieran ocupado primeras páginas: por ejemplo, que el fondo de rescate de los bancos (FROB, es decir usted, yo y todos los contribuyentes como usted y como yo) da por perdidos 36.000 millones de los 52.000 millones que inyectaron el año pasado en Bankia, Novagalicia (NCG), Catalunya Banc, Banco de Valencia, Caja España Ceiss y BMN, unas cifras equivalentes a los recortes en Sanidad y en Educación. O que el Gobierno ha mandado para su manoseo en el Congreso una bomba de relojería destinada a la línea de flotación del modelo descentralizado de la Administración, a provocar el despido masivo de empleados públicos y poner una alfombra roja sobre el solar estéril a la privatización de los servicios públicos más cercanos al ciudadano: la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local.

Ah, según las últimas cifras oficiales, hay menos gente en el paro. Algo es algo.
Lo dicho: la vida sigue.

miércoles, 17 de julio de 2013

Los jóvenes

El domingo 7 de julio, el escritor chileno Jorge Edward reflexionaba (algo confuso, me parece) a propósito de la intervención de los jóvenes en la política: “El voto de los jóvenes” http://elpais.com/elpais/2013/06/28/opinion/1372439144_485173.html

Por resumir rápidamente: Edward, que utiliza para sus cavilaciones los recientes ejemplos de las protestas en Turquía (un anhelo de modernidad) y Brasil (las exigencias de una clase media creciente y pujante) cree que la presencia de los jóvenes en la política es un enigma y un desafío y que harían bien los “políticos maduros” en combinar sabiamente la conveniencia de que las medidas a aplicar estén “dominadas por el sentido de lo posible” con la idea de que la imaginación es una necesidad.
Los ejemplos turco y brasileño (naturalmente también los de las distintas realidades que damos en agrupar algo artificiosamente bajo la denominación de Primavera Árabe) me parecen de lo más apropiado para referirse a un asunto que tiene múltiples perfiles.

En lo inmediato, no deja de ser un tanto sorprendente lo que sucede:
El islamismo de perfil moderado del gobierno de Erdogan y el partido que los sustenta, el AKP, representa en cierto sentido, la reacción frente a los ideales de una sociedad más abierta, así es que tiene sentido que en las manifestaciones se utilizara como emblema la fotografía de Atatürk, el fundador de la Turquía moderna hace ahora noventa años. La respuesta de Erdogan ha sido la represión y la intransigencia.

En Brasil, las manifestaciones tienen enfrente al Gobierno que se apoya en el Partido de los Trabajadores de Lula (siempre será de Lula), el de los presupuestos participativos; el de Porto Alegre; ese al que pertenece Dilma Roussef que no dudó en su momento en mandar a casa a nada menos que siete ministros sospechosos de corrupción de una tacada. Roussef se me antoja superada por los acontecimientos, como si pensara ¿cómo puede pasarme esto a mí?
Los ejemplos de Turquía y Brasil me interesan por razones distintas a las de Edwards (aunque tal vez no tan distintas):

Ciertamente que, en ambos casos, la mayoría de quienes han hecho visibles las protestas son jóvenes. Pero no provienen de la remota y pobre Anatolia ni han bajado al centro de Sao Paulo desde las favelas. Son los hijos –ya digo- de las clases medias: con aspiraciones europeas (me refiero al estilo de vida) o, según la terminología al uso, emergentes. Es decir, quieren lo que ven al alcance de la mano, y tienen prisa. Quieren, lo que en España y, más ampliamente en el sur de Europa, teníamos y estamos perdiendo a toda velocidad.
Esa mixtura entre “lo posible” y “la imaginación” a la que se refiere Edwards es el espacio político, cultural, vital, en el que se desarrollan esos anhelos de bienestar. Entre nosotros, el neoliberalismo que ha logrado copar prácticamente todos los resortes del poder, ha decidido que nuestras vidas han de estar sujetas a una determinada idea de la eficiencia tan falsa como socialmente destructiva; Y, quien la padece es, sobre todo y como no podía ser de otro modo, la clase media.

Aquella, la de Turquía o la de Brasil (o Chile, o Túnez…) es una realidad. Y esta de aquí, es otra. La novedad es que están conectadas, de tal suerte que los jóvenes de allá y de acá comparten el espíritu de todos esos movimientos en una especie de intercambio constante y fecundo. Las redes sociales y la movilidad hacen que sea así. Ciertamente siempre habrá quienes se acomoden a cualquier cosa, aunque suponga la propia aniquilación, quienes sigan prefiriendo esnifar pegamento aunque acabe matándoles.
Pero la involución que protagoniza el AKP o la perplejidad de los dirigentes del Partido de los Trabajadores son las expresiones extremas de la actitud del viejo mundo (¿acaso no son las mismas actitudes que vemos en Europa en la derecha y en la izquierda convencionales con distintos trajes?) ante algo que se me antoja imparable. Lo que no sé es cuándo ni cómo explotará… pero lo hará; así ha sido siempre a lo largo de la historia.

martes, 9 de julio de 2013

En una caja de puros


Dice Bárcenas, según asegura el director del diario El Mundo, que Álvaro Lapuerta entregaba su sobresueldo a Mariano Rajoy dentro de una caja de puros en el transcurso de las visitas que realizaba regularmente al ministerio en el que ahora presidente del Gobierno entretenía sus horas; digo “entretenía” porque no se sabe que dejara huella significativa de su gestión cuando entonces…pero ese es otro asunto.
Después de despertar apenas del K.O. que para el PP ha supuesto la entrevista, los populares, que viven en un susto permanente los pobres, emitieron un comunicado escueto en el que insistían en las habituales mentiras y/o pueriles intentos de manipular: "en ningún caso" se reconocen como parte de la contabilidad oficial los apuntes originales del extesorero y exgerente del partido entregados al El Mundo; “todas” las retribuciones recibidas por los cargos y el personal del partido, insisten, “siempre se han realizado de acuerdo con la ley” Como es natural, no se habla de la contabilidad “B” que es en donde, de suyo, está la porquería, ni de los oficios de los innombrables que, como no se nombran y ni siquiera de piensan (a lo mejor por esto último está Floriano en la pomada), en realidad no existen más que en la bilis del enemigo.

La mentirosa y/o manipuladora nota añade que la tal contabilidad oficial "se encuentra a disposición de la justicia desde que nos fue reclamada y es conocida por toda la opinión pública” y que el PP ha estado "en todo momento a disposición de la justicia" y que mantiene su colaboración "para que ésta pueda llevar a buen término sus investigaciones a la mayor celeridad posible" De que los datos fueron enviados al Juez, solo ante la contumaz insistencia de éste y son incompletos y de que Pablo Ruz los haya sacado a gorrazos del asunto porque no hacían sino entorpecer, nada dicen.
Naturalmente, ninguna persona de bien concederá a un tipo como Luis Bárcenas demasiada credibilidad, o eso es lo que se debe afirmar si uno quiere ser políticamente correcto. Yo, desde luego le concedo la misma que a quienes tratan de defenderse de sus embestidas insultando la inteligencia de la parroquia. Qué quieren que les diga, cuando trincan a un malo y canta, suele decir la verdad, sobre todo porque ya poco tiene que perder y le da igual llevarse por delante al lucero del alba…pero eso lo digo porque he visto muchas películas de mafiosos. Efectivamente: es la justicia la que debe pronunciarse y punto. Si en otros lugares los políticos se van a su casa con el rabo entre las piernas en cuanto hay dudas de su honorabilidad, allá ellos, que aquí somos muy nuestros.

No me negarán que entre las cajas de puros portadoras de buenas nuevas y las insinuaciones de los hijos de Lapuerta en el sentido de que las caídas de su padre que le han provocado su actual estado y, de paso, su condición de perfecto chivo expiatorio, pueden no haber sido fortuitas, esto empieza a tomar tintes de trama mafiosa; Toni (en paz descanse el gran Gandolfini), habría encajado perfectamente en el desarrollo de los acontecimientos. No obstante, a pesar de que también había puros y caídas, en Los Soprano había un glamour, una cosa, que aquí es más bien caspa y olor a sovaquina. Es que no puedo dejar de pensar en esos tipos gordinflones fumando farias o cohibas en las corridas de toros y mostrando el arco del sudor en los alerones de sus camisas de seda, o en esos chulos de caracolillo en la nuca moviendo su jeta bronceada al compás, stup, sutp…de la bola en un master de tenis…
Qué asqueroso es todo esto. Y además qué feo. Y que ingenuos los que creíamos vivir en un país moderno, medianamente culto y civilizado ¿verdad?