He
estado unos días dándole vueltas a si visitaba o no la exposición
“Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos” que se exhibe en Madrid.
En
la página Web del Centro se anuncia bajo una fotografía del
edificio principal del Campo, que “...
Por
primera vez en la historia,
más
de 600 objetos originales se
exponen en la primera exposición itinerante sobre Auschwitz
coproducida por Musealia y el Museo
Estatal Auschwitz-Bikenau;
un emotivo y riguroso recorrido por uno de los capítulos más
oscuros de la historia de la humanidad que, sin duda, removerá la
conciencia del mundo.
El
estreno
mundial
de
la exposición tendrá lugar el 1 de diciembre de 2017 en el Centro
de Exposiciones Arte Canal.
Este será su
único
destino en España”
He
querido copiar el texto tal cual está en la web y conservar el
enlace a los “más de 600 objetos originales” para que el lector
aprecie el estilo comercial
del mejor márketing
empleado para promocionar la muestra. Espero
que nadie se moleste, pero me ha perecido como una Cortilandia del
horror o la sección espanto de Amazon.
He
decidido no ver
“Auschwirtz. No hace mucho. No muy lejos”,
como probablemente ya habrá supuesto usted.
Y
la verdad es que entiendo los motivos para hacer esta exposición
¿Cómo oponerse a remover “la conciencia del mundo” sobre uno de
los capítulos “más oscuros de la historia de la humanidad”? Muy
insensible y acaso malvado hay que ser para no desear poner las
conciencias patas arriba. De modo que seguramente
soy yo el raro. Creánme
no soy ni insensible ni perverso, pero sí raro, porque me parece una
exhibición impúdica; o
sea, esa gorra, ese uniforme rayado, esa maleta fue de alguien que
vivió con
seguridad un
tiempo de horror para morir luego sin dignidad ¿como negársela -la
dignidad- en los objetos que fueron suyos, lo único suyo finalmente
poniéndolos
a la vista de propios y extraños?
Comprendo
que el campo de exterminio siga en pié: siempre estuvo allí y el
espíritu de los que fueron masacrados en
aquel tristísimo lugar,
aún flota
en el aire y
puede sentirse en los barracones y frente a las alambradas Pero ¿esto
de “Auschwitz. No hace mucho. No tan lejos”? Que
mal ¿no?
Insisto,
no deseo molestar ni hacer comparaciones odiosas. Pero andaba yo en
esas cavilaciones cuando esta mañana, oyendo la radio, me he
desayunado con la habitual ración de mierda. Esta vez no ha sido
algún nuevo truño del PP o aledaños, no. Hoy se ha sabido que en
2005 el abad del Monasterio del Valle de los Caídos realizó
un informe para Patrimonio Nacional (se discutía entonces
el destino que habría de darse al lugar) en el que aseguraba que
durante la construcción de la Basílica allí no hubo trabajadores
esclavos, presos políticos que redimían pena, sino una alegre
muchachada a la que se trató a cuerpo de rey. Si
tienen estómago, pueden
ver el llamado informe aquí:
http://cadenaser.com/ser/2017/12/17/cultura/1513512331_386878.html
¿Puede
haber alguna relación
entre una cosa y la otra? Pues, por controvertido que sea
establecerla,
a mi me parece que sí la hay. No me
gustaría entrar en un debate sobre espantos y grados y
estilos
de maldad, pero si los organizadores de la exposición sobre
Auschwitz pueden hacerla es solo
porque
el campo fue liberado a sangre y fuego y los verdugos derrotados.
Aquí no podríamos hacer una muestra parecida porque
el régimen de Franco decidió hacerla para
la eternidad,
pervertir
la memoria de sus enemigos y robarles incluso el recuerdo. Hubo
que mirar para otro lado en la Transición y vamos viendo hasta qué
punto: recuerden, lo del curato es del 2005, gobernaba el PSOE y ha
seguido siendo abad hasta hace nada.
Los
demócratas de toda Europa pueden derramar lagrimas ante el dintel de
la puerta del campo de exterminio en donde puede leerse “El trabajo
Libera” Pero
es
un sarcasmo cruel que los familiares de quienes fueron enterrados en
el Valle no puedan
escupir sobe
el suelo de aquel lugar porque los huesos de los suyos siguen allí.
Mi
abuelo, que pasó de los cien años,
decía: “veréis cosas terribles”. No
se si se refería a cosas como estas.