jueves, 19 de mayo de 2011

Irresponsables y necios

Esos provectos padres de la patria que son los componentes de la Junta Electoral Central acaban de poner en manos del Gobierno una patata caliente: desalojar a la gente que responde al llamado del 15-M de las plazas que han ocupado. Nunca pensé que tendría que escribir algo como esto: lo que ha de hacer el Gobierno es desobedecer la orden de la Junta, por respeto a los ciudadanos y porque con una estupidez es suficiente. ¿Qué creen esos garantes de la legalidad, esos insensatos que va a hacer la gente? ¿Irse a su casa con la cabeza gacha? Solo por esta decisión provocadora e irresponsable, deberían cesarlos a todos y que se vayan al campo de paseo o a ponerle puertas como corresponde a su necia condición
De lo que hablamos es de la libertad de expresión, infinitamente superior al derecho a reflexionar, sobre todo porque la gente, la buena gente, no tiene interés en dedicar ni un solo segundo a reflexionar, así es que la jornada al efecto tal vez sea útil para quienes están protagonizando una campaña electoral tan ramplona, estéril y antigua como ellos mismos y su forma de encarar (es un decir) los problemas de la gente reales, de la buena gente.
He estado en la Puerta del Sol de Madrid. Había de todo: eslóganes de una ocurrencia ingenua; propuestas utópicas y tal vez disparatadas; debates sobre lo divino y lo humano. Buen rollo, mucho buen rollo a pesar de todo. Había gente, buena gente de toda condición, gente joven sí, pero no solo ni mucho menos. Y no constituyen ningún riesgo para lalibertad de nadie. El contraste con las imágenes de los actos electorales se me ha hecho insoportable; sí, también allí había gente, buena gente. Pero en la Puerta del Sol, sin banderolas, sin consignas unitarias, sin lideres carismáticos, estaba la vida cotidiana detenida en un gesto de descontento, sin aspavientos pero firme, muy firme; allí no había artificio. ¿Mandarán a los guardias de la porra? Espero que el Gobierno no cometa un error tan mayúsculo. 

Pensé qué debía hacer el domingo. Votar, sin duda. En blanco, naturalmente. Y pedir cuentas todo el tiempo y a todas horas. Y entre tanto, qué mejor sitio a donde ir este fin de semana que a cualquier plaza en donde huela a dignidad.