viernes, 22 de mayo de 2020

La Reforma laboral, Bildu, Podemos

Espero que los historiadores estén tomando notas. Tal vez dentro de unos años alguno explique que en España hubo una especie de caza de brujas para tratar de laminar a un partido político que nació al calor de las protestas ciudadanas. Tal vez puedan, incluso, explicar porqué. Tendrán tajo. El último episodio es una ofensiva que en estos días se intensifica a cuenta de un incidente de menor cuantía con el fin de extender, una vez más y en plena pandemia del covid19, la especie de que el Gobierno de coalición está a punto de saltar en pedazos por sus peleas internas entre los ministros -militantes o no- cercanos al PSOE y los de Unidas Podemos. No es el objeto de este artículo extenderme sobre tal incidente, pero conviene explicarlo apenas porque, siendo como digo, menor, sí da idea de cual es el clima que se vive mientras tememos seriamente por la salud de todos y por nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos. El anterior Gobierno, de Mariano Rajoy, PP, puso en marcha una reforma laboral que no calificaré; lo hizo apoyándose en su mayoría absoluta en el Parlamento y sin contar con los llamados interlocutores sociales. En el acuerdo PSOE-Unidas Podemos que alumbró en enero de 2020 el Gobierno de coalición que tenemos, se acordó la derogación de esa reforma, aunque se ha explicado muchas veces que eso no es posible hacerlo de modo que se provoque un vacío legal que sería muy perjudicial para empresas y trabajadores; de manera que cómo hacerlo y con el mayor alcance posible a la hora de superar sus efectos lesivos es asunto de detalle, de matiz...no de brocha gorda. Hace apenas 48 horas y a fin de renovar el Estado de Alarma en vigor en España, el PSOE negoció el apoyo de Bildu (5 diputados) y la contrapartida fue un acuerdo que es exactamente el mismo al que me acabo de referir entre PSOE-UP solo que ahora también firma Bildu. A la hora de la votación, finalmente, no fueron necesarios los votos -abstención- del partido vasco, pero eso no lo sabía el PSOE y en todo caso es irrelevante. Ambos textos hablan de "reforma integral" pero ya he explicado qué quiere decir eso. Una palabra no innecesaria sobre quién es Bildu: para la derecha -los partidos y otros actores sociales- son los herederos de ETA; para la gente sensata, un partido perfectamente legal que procede de una agrupación de partidos tales como Sortu (este sí, heredero de Herri Batasuna) y de otros cuyo compromiso con la democracia y la no violencia es inequívoco desde su nacimiento, como es el caso de Aralar o Amaiur. En este enlace puede verse el texto del acuerdo y el de la nota publicada en la madrugada de ayer rectificando el primer punto de dicho acuerdo: https://elpais.com/espana/2020-05-21/el-documento-del-acuerdo-y-la-nota-de-rectificacion-del-pacto-entre-psoe-podemos-y-eh-bildu.html Vistas las explicaciones sobre en qué términos y como se pretende desactivar la Reforma que acabo de ofrecer (Bildu las suscribe tal como han declarado) lo sucedido a continuación es, en mi opinión, algo extraño que seguramente procede de las dudas de alguien (de Calviño y de Lastra se dice) pero que en todo caso tiene poca relevancia. En el siguiente acto, Calviño declara que no es momento de abrir ese debate y el profesor Iglesias (ambos vicepresidentes como sabemos) se pone estupendo y asegura que pacta sunt servanda que lo que se pacta se cumple, vamos. Que la derecha, la Patronal y gentes como Page lo hayan leído como un enfrentamiento entre Iglesias-Díaz y Calviño, no es más que un delirio a mi juicio. Un cometario nada racional: si contemplamos un episodio algo equívoco en cualquier asunto y aparecen relacionadas las palabras Bildu y Podemos, estadistas como Espinosa de los Monteros, Teodoro García Egea, Cayetana Álvarez de Toledo y otras luminarias del Moncayo o de la estepa manchega, caerán sobre nuestras entendederas y afanes de ciudadanos como rapaces, bien como águilas imperiales o como milanos comunes. Podemos no tiene un solo caso de corrupción en sus filas; ni siquiera se financia con otra cosa que no sean las aportaciones de la gente y de lo que entregan los dirigentes que tienen limitados sus salarios públicos; no parece que haya críticas concretas a su gestión allí en donde tiene algún poder puesto que cuando las hay son genéricas y siempre ridículas acusaciones de dependencia de oscuros intereses caribeños. Yo confieso que no lo termino de entender; Podemos jamás ha nacionalizado nada, nunca ha expropiado cosa alguna, pero se le ataca como si hubiera gobernado una república bolivariana o un gulag llamado España, dejándola en la raspa hasta que fuera finalmente rescatada por las fuerzas de la libertad. Lo que pasa con Podemos, la persecución a la que se le somete desde que nació, no se parece en nada a lo que pasa o ha pasado con el PSOE, con el PP, con Ciudadanos, ni siquiera con Vox; pero tampoco es un fenómeno comparable a ninguno de los partidos políticos de la Segunda República, ni hay parangón en Europa ni en parte alguna. Su breve historia es la de ser víctima de una guerra sucia constante y su acción de gobierno de apenas cinco meses en el seno de la coalición, alcanza a la mejora del salario mínimo interprofesional y poco más, dado que el resto de las medidas de protección social en cuya implementación ha participado están relacionadas con la situación de excepcionalidad que padecemos. De modo que no encuentro razones de peso para esa especie de odio africano a Podemos, como no sea que su líder máximo es algo listillo, un poco faltón y nada simpático. Pero eso los historiadores lo descartarán enseguida porque, además de ser una tontería, si admitieran tal argumento les crecerían los enanos en la realidad política más contemporánea. Créanme los historiadores del futuro, esta gilipollez del acuerdo con Bildu y sus correcciones (que pasará rápido) es el enésimo episodio de un intento de romper ese Gobierno que por lo visto padecemos. Y si no, lean el editorial de El País, la gran Biblia de la democracia española, de ayer, que lleva el bonito título de "La intemperie" y dice, por ejemplo: "Un Ejecutivo de coalición no puede ser el cuadrilátero político donde dirimir mediante golpes de efecto las disputas entre socios"
https://elpais.com/opinion/2020-05-21/a-la-intemperie.html