No sé si la actual ministra de Trabajo es la más nefasta
de las posibles; carezco de la necesaria perspectiva para hacer semejante
afirmación. Eso sí, puedo suponer que , puesto que se encomienda con fe a
vírgenes y santos, cree más en las potencias celestes que en un ejercicio de su
función acorde con los intereses de los ciudadanos que somos los que le
seguimos pagando su sueldo con el propósito de que insulte nuestra inteligencia
y nos joda cada día un poco más. Misterios de la naturaleza humana y divina.
Este es un relato algo intrincado; intentaré que resulte
fácil de entender y, si no lo logro, crean que es la mente retorcida de quienes
toman decisiones en el Ministerio la responsable y no yo: imaginen a alguien
que nació en septiembre de 1953; esta persona está a punto de cumplir 61 años.
Supongan también que empezó a trabajar a los 26; sí, ya sé
que para muchos esto es difícil de comprender, pero puedo jurar que, por
entonces, eso ocurría y a menudo…que había trabajo para la gente joven, vamos.
En 2011 nuestro protagonista, que a la sazón ya tenía 58 años, se quedó sin trabajo por cierre de la empresa en la que prestaba
servicio. Naturalmente cobró durante dos años la prestación por desempleo a que
tenía pleno derecho. Y se acabó lo que se daba.
En ese punto y siguiendo la recomendación de la propia Seguridad
Social, nuestro/a protagonista decidió suscribir un convenio particular a fin
de seguir cotizando de modo tal que a los 61 años de edad alcanzara los 35 de
cotización. ¿Por qué? Primero porque era consciente de que jamás volvería a
trabajar y segundo porque ese esfuerzo a costa de sus ahorros le permitiría
acogerse a la excepción de la norma general sobre jubilación voluntaria: la Ley
27/2011 y el Decreto 5/2013 preveían que si se había extinguido la relación laboral
por cierre patronal y se tenían los suficientes años cotizados, era posible jubilarse
al cumplir los 61 años; tal era el caso.
Así es que hasta hace unos días el/la protagonista de
esta historia estaba tan contento/a porque el mes que viene celebraría su cumpleaños
comenzando a cobrar su pensión; como se ha dicho, desde que se acabó el paro,
lo que ha venido haciendo es meterle mano a los exiguos ahorros, de manera que
aunque, por anticipar la jubilación de manera voluntaria perdiera del orden del
24 por ciento ya se comprende que su casa era una fiesta…a qué esperar a los 65, los 67 o
vaya usted a saber.
Pero he aquí que con alevosía y agostidad, a este Gobierno depredador se le ha ocurrido suspender
la mencionada excepción. El argumento es que al existir un convenio particular,
se rompe la excepcionalidad…Sí, ya sé que usted, lector de buena fe no lo
entiende; le aseguro que yo tampoco y puedo sostener que quienes suscribieron
aquellos convenios, también de buena fe, lo entienden mucho menos.
Claro que la medida es ilegal, pues las normas antes
citadas contemplaban que se aplicaría hasta enero de 2019 la tan repetida
excepción y para nada hablan de otra cosa que de la edad y el período cotizado
y la forma del cese en la relación laboral; más aún, como se ha dicho, esos
convenios se firmaban muy frecuentemente por recomendación de la propia
Seguridad Social. Y como es ilegal, ya se preparan baterías de denuncias contra
los autores de este atentado, el enésimo. Largo me lo fiáis, naturalmente.
A nuestro amigo/a le han dado las vacaciones y está que
trina. Dice que igual se apunta a la Yihad…y eso que era de misa diaria.
Fétida Báñez no se da cuenta de que acabará por hacer que se pierda la fe; el obispo de san Sebastián, ese que dice que el aborto es como el despido libre, debería darle un toque.