miércoles, 20 de marzo de 2013

Chipre, ¿el principio del fin?


Si el Parlamento chipriota no encuentra una fórmula alternativa al robo a sus ahorradores, el país entrará en quiebra, será rescatado por el FMI; o por Rusia, al cabo los rusos son dueños del 40 por ciento de los depósitos y, lo son por las ventajas impositivas de las que disfrutan, por cierto, consentidas por la hipocresía de Europa.
¿Y la Unión Europea?: mirando para otro lado. ¿Y el Eurogrupo, autor del intento de atentado a los chipriotas?: poniéndose de perfil como si no fuera con él.

Chipre puede ser el principio del fin del euro y de la Unión. Así de simple. Así de estúpido.
Chipre es un país, pequeño sí, pero pertenece a la UE en pie de igualdad con Alemania o España. Y, como sabe cualquiera, el daño a una parte del sistema, acaba dañando al conjunto.

Ni siquiera creo que la fórmula propuesta sea un ensayo. Creo que es el resultado de la mezcla de la naturaleza ideológica (¿ideológica?) del ejercicio del poder político en los países de la Unión hoy y la parálisis dolosa de las instituciones europeas. No hay límites: si Chipre (o quien sea) se sale del guión de lo que ya se conoce como el austericidio, se le rescata a un precio si es necesario impagable. Ah ¿Qué hay gente en Chipre o en donde sea y que es la gente corriente quien acaba pagando la orgía defraudadora de las clases dirigentes incluso con los cuatro cuartos que han conseguido ahorrar? Vaya, pues se siente.
Eso no es Europa. Eso es algo que no estaba en la mente de los fundadores. Eso es algo que no tiene ningún sentido. Si Europa solo puede serlo así, mejor que no sea.