domingo, 24 de marzo de 2013

Escrache

Escrache es el nombre dado en el Río de la Plata, principalmente Buenos Aires y Montevideo, a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere señalar. En ocasiones también es utilizado como una forma de intimidación y acoso, para lo cual se llegan a realizar diversas actividades a veces violentas.

El vocablo, que está recogido en el Diccionario del Habla de los Argentinos, merece una entrada en cualquier enciclopedia, pues se trata de un término de rica etimología que, además, tiene equivalentes en otros países de América Latina. Ahora lo estamos adoptando entre nosotros.

Da nombre a lo que están haciendo estos días grupos de personas que, fundamentalmente, se encuadran en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o son damnificados por en el caso de las preferentes y subordinadas. Ha ocurrido en varios sitios, pero acaso el más significado (el afectado ha hecho todo lo posible por que lo sea, añadiendo un poco de drama el hecho en sí) ha sido el caso del domicilio del dirigente del PP Esteban González Pons en Valencia.

Vaya por delante que, como toda persona educada y respetuosa, no puedo justificar esta práctica. Y no sigue la frase con un “,pero…” y, a continuación, un comentario que finalmente invalidaría la afirmación precedente. Sin solución de continuidad, sin embargo, diré que a mí me parece que lo que hacen estas gentes al ejercer este tipo de coacción (que lo es, lo digo de nuevo para que no haya dudas) es revolverse ante quien identifica como su agresor por acción o por omisión, como lo haría cualquier víctima a la que le cupiera esa mínima, última, posibilidad.

Nuestro mayor problema es el paro. Sí, pero en eso los desempleados, sus familias y quienes con ellos se conduelen no pueden identificar fácilmente un responsable. Lo es la crisis, la burbuja inmobiliaria…, entes de difícil concreción. Es sistémico, se nos dice y eso (y el miedo) desactiva la capacidad de reacción de la gente corriente. El desempleado sabe que no encontrará trabajo en plazo razonable, puede que nunca. Es algo que le da de lleno, que le puede abocar rápidamente a la pobreza (los datos recientes de Caritas a este respecto ponen los pelos de punta y los que muestran el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, demoledores) Pero no siente que le han engañado o robado. Le ha ocurrido una desgracia, sobre todo porque no tiene perspectivas; le tocó la china… como a tantos.

El caso de las preferentes y las hipotecas es muy diferente. Quién confió ciegamente en su banco para mejorar la rentabilidad de sus ahorros sabe quién le ha engañado: puede incluso ponerle nombres y apellidos; es de su pueblo; es el sobrino de un amigo, o su cuñado o esa chica tan maja; y no se conformará con que le digan que todo viene de Lehman Brothers: de eso no le hablaron cuando firmó o puso su huella dactilar en aquel maldito papel que no leyó ni le leyeron porque no lo hubiera entendido.

Y quien pierde su vivienda y aún ha de pasar la vida entera pagándola, siente muy bien que eso es injusto sencillamente porque lo es y, sobre todo, porque mientras pudo, pagó religiosamente.

Y unos y otros han comprendido de qué lado se han puesto quienes gobiernan su país y quienes les hacen la ola, esos a los que puede que incluso entregara su confianza en las urnas. El Decreto sobre las preferentes y subordinadas aprobado por el Gobierno el viernes pasado y la actitud de ese mismo Gobierno ante la dación en pago (su aceptación de la iniciativa popular vino forzada por el suicidio en Almassora de una mujer que iba a ser desahuciada el mismo día en que se decidió la tramitación en el Congreso) a la que es radicalmente contrario según ha repetido muchas veces, explica a las claras cual es la situación y qué pueden esperar.

El Gobierno es ciego para la dimensión social –la única importante- de estos problemas, por mucho que sus miembros muestren gran aflicción en cuanto se toca el tema. Y, a fuer de ser justos, se ha de decir que también Europa es sorda, ciega y casi se diría, tonta porque se desangra y sus instituciones no se enteran: las decisiones de nuestro Gobierno en el caso de las preferentes vienen muy condicionadas por la UE sí, pero eso no hace mejor ni a nuestro Gobierno ni a la UE.

Así es que, todas estas gentes modestas, que tienen un gravísimo problema inmediato, mañana, en su propia familia, en el futuro de sus hijos, que han sido estafados, que no encuentran respuesta a su desesperación, que sienten como quien debía protegerles hace leyes que sirven para mofarse de ellos ofreciéndoles, por ejemplo, a cambio de sus ahorros (como en el caso de la nacionalizada Bankia) acciones que nada valen ni valdrán seguramente nunca, son personas a las que no se les propone una salida digna; no se la ofrecen quienes crearon el problema y no se sienten amparados por las autoridades: nadie les escucha y nadie va a la cárcel,  Y pueden reaccionar de la forma más inopinada. No van a parar, repiten. Yo haría lo mismo. Y ¿sabe qué amigo lector? Usted también, por mucho que le rechine el ruido de la gente en la calle.

Hace algunas fechas, en un reportaje de la televisión alguien dijo al micrófono algo así: “por aquí hay muchos cazadores, igual dejan de tirarle a los conejos” A ver si va a resultar que el escrache acaba pareciéndonos un juego de niños.

jueves, 21 de marzo de 2013

Camps ¿otra vez ante un Jurado?

Daba cosita ver al expresidente Camps musitando “gracias, Dios mío” al escuchar el veredicto de “no culpable” que emitió un Jurado Popular a principios de 2012 en el llamado caso de los trajes. Ahora otro Supremo, no el Hacedor al que Camps agradecía sin asomo de su habitual soberbia, sino el Tribunal cúspide del ordenamiento judicial español, ha decidido revisar aquella decisión tomada por 5 a 4 por los integrantes del Jurado. Es la resolución del recurso presentado por el PSOE valenciano en aquellos días.

La cita es el próximo 9 de abril, día en que cinco magistrados de la Sala Segunda del Tribunal Supremo revisarán a puerta cerrada las absoluciones (la de Camps y la de Costa). Por estar reciente en la memoria esta historia pero, sobre todo, para ahorrarnos todos dar voz aquí a una serie de personajes de sainete (incluido el expresidente) que producen vergüenza ajena, no recuperaremos aquí el episodio textil y sus circunstancias.
Solo recordar que en la época en que circulaban los regalos, Orange Market y otras sociedades de la trama Gürtel que, como sabemos ahora, tenía ramificaciones en muchos sitios y puede que con uno de sus epicentros en una céntrica calle madrileña, obtuvo cerca de ocho millones de euros en adjudicaciones presuntamente (ja,ja, que risa) delictivas de la Generalitat.

En realidad, esa es la madre del cordero y no la menudez de los trajes que solo la estulticia de Camps y su entorno convirtió en un problema de dimensiones impropias a mi juicio; de menor cuantía, digo, porque en lo tocante a moralidad y decencia, tan reprobable como las cuentas en suiza de Bárcenas, por poner un ejemplo.
De lo que hablamos pues es de una de las seis piezas abiertas en Valencia por el caso Gürtel y no la más importante. Así es que no conviene ponerse estupendos y echar las campanas al vuelo como ya hacen algunos si nos atenemos al huevo; porque si vamos al fuero, la cosa es distinta: se trata nada menos que de discutir la labor del Jurado Popular una institución que, contra lo que a menudo se cree, tiene tradición en España: ya se contempló en las Constituciones de 1812, 1837, 1869 y 1931, y estuvo implantado de forma intermitente entre 1820 y 1936, en que fue suspendido; volvió a nuestro ordenamiento con un Ley específica en 1995 para cumplir el mandato de la Constitución del 78. Tiro de enciclopedia tan solo para decir que a estas alturas, ya debiéramos saber cómo funciona y por donde hace aguas.

Los recurrentes en el caso que comentamos alegaron que el Jurado incurrió en una "manifiesta contradicción" entre los hechos declarados probados por parte de los miembros del Jurado y el fallo final. Casi nada. Vamos, que las pruebas habrían exigido el veredicto contrario. Y como eso es exactamente lo que mueve al Supremo a revisarlo, se vuelve a poner sobre la mesa si el Jurado es la institución más adecuada para juzgar según qué hechos.
¿Qué puede ocurrir? Que el Supremo revoque la sentencia, o no, y condene, o no, directamente a Camps (y a Costa) o que ordene repetir el juicio; sí, de nuevo con Jurado.

El delito por el que se juzgó a Camps y a Costa fue el de cohecho pasivo impropio que no conlleva penas ni de inhabilitación ni de cárcel. De hecho, en su momento dos procesados por hechos idénticos (Víctor Campos, ex vicepresidente de la Generalitat y Rafaet Betoret, Jefe de Gabinete en la Consellería de Turismo) admitieron los cargos y se fueron a su casa tras pagar una multa. De manera que Camps y Costa, haga lo que haga el Supremo, seguirá el uno de diputado ausente remunerado y rezando cada mañana el “Jesusito de mi vida tu eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón” y el otro en lo que sea que haga, que ni lo sé ni me importa un carajo.
¿Saben qué? El Supremo debería ahorrarnos a los españoles el triste espectáculo de un nuevo juicio y condenarlos directamente aunque sea a una mierda de sanción económica. Y que los altos magistrados dediquen su valioso tiempo a asuntos de más provecho; por ejemplo (y disculpen la insistencia) a dilucidar si tiene sentido cómo se utiliza la institución del Jurado en nuestro país.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Chipre, ¿el principio del fin?


Si el Parlamento chipriota no encuentra una fórmula alternativa al robo a sus ahorradores, el país entrará en quiebra, será rescatado por el FMI; o por Rusia, al cabo los rusos son dueños del 40 por ciento de los depósitos y, lo son por las ventajas impositivas de las que disfrutan, por cierto, consentidas por la hipocresía de Europa.
¿Y la Unión Europea?: mirando para otro lado. ¿Y el Eurogrupo, autor del intento de atentado a los chipriotas?: poniéndose de perfil como si no fuera con él.

Chipre puede ser el principio del fin del euro y de la Unión. Así de simple. Así de estúpido.
Chipre es un país, pequeño sí, pero pertenece a la UE en pie de igualdad con Alemania o España. Y, como sabe cualquiera, el daño a una parte del sistema, acaba dañando al conjunto.

Ni siquiera creo que la fórmula propuesta sea un ensayo. Creo que es el resultado de la mezcla de la naturaleza ideológica (¿ideológica?) del ejercicio del poder político en los países de la Unión hoy y la parálisis dolosa de las instituciones europeas. No hay límites: si Chipre (o quien sea) se sale del guión de lo que ya se conoce como el austericidio, se le rescata a un precio si es necesario impagable. Ah ¿Qué hay gente en Chipre o en donde sea y que es la gente corriente quien acaba pagando la orgía defraudadora de las clases dirigentes incluso con los cuatro cuartos que han conseguido ahorrar? Vaya, pues se siente.
Eso no es Europa. Eso es algo que no estaba en la mente de los fundadores. Eso es algo que no tiene ningún sentido. Si Europa solo puede serlo así, mejor que no sea.

domingo, 17 de marzo de 2013

La gran estafa


Antes nacíamos, trabajábamos un buen número de años y, con  la jubilación, disfrutábamos de un bien merecido descanso de manera más o menos desahogada. Esa era una ecuación que formaba parte de nuestro plan de vida, de la misma manera que solo un matemático pejiguera pondría en cuestión que dos más dos son cuatro avisándonos de que eso solo es así porque operamos en base a una convección que denominamos sistema decimal.
Esa secuencia se ha quebrado hasta tal punto de que, acaso naceremos, pero eso es lo único, en su caso, seguro de la fórmula que he empleado al principio. Eso para las nuevas generaciones que, de todos modos, comprenden ya por la fuerza de los hechos, que si son griegos, portugueses, irlandeses, españoles…(a los chipriotas parece que la idea es tirarlos al mar sin más para quedarse con sus ahorros) deberán abandonar el país en donde nacieron o, con  suerte, trabajaran a salto de mata y con contratos precarios; y, desde luego, no tendrán en absoluto asegurada una vejez sosegada.

Para quienes nacer, trabajar y jubilarse era un credo (como el sistema decimal), lo que hoy nos toca vivir es la evidencia de una auténtica estafa: lo es haber entregado al Estado una parte muy sustancial del fruto de nuestro trabajo durante muchos años y haber creído que tal cosa obedecía a la necesidad de sostener un sistema social de base solidaria y pretendida justicia distributiva, o sea, eso que conocemos como la idea de Europa y su único hallazgo verdaderamente significativo: el estado del bienestar.
Ahora se nos dice con absoluta desfachatez que la esperanza de vida ha aumentado y por tanto es natural que se alargue la edad de jubilación, como si una persona de 65 años que tal vez ha trabajado (y cotizado) más de 40 no fuera, como antes, como siempre, un anciano o anciana a quien le duele la espalda, tiene quizás hiperglucemia o la tensión alta y lo que desea es pasear en paz después de haber madrugado tanto, malcomido cada día y, en definitiva, haber hecho aportaciones sobradas a la sociedad.  

De entre todos los insultos que nos vemos obligados a aguantar cada día por quienes nos gobiernan, ese es uno de los más insoportables. Sobre todo porque nuestro lozano y pujante jovencito que peina las cuatro canas que le quedan es probable que aún tenga a su cargo algún hijo o hija en paro, más la nuera o el yerno, más acaso un par de nietos. Puede incluso que, si en su casa acoge a un vástago que gana con una mierda de trabajo algo más de 900 euros que no le dan para independizarse a pesar de tener 35 años, al guayabo sesentón le quiten el subsidio ese de 425 euros que venía cobrando desde que se le acabó el desempleo y con el que aguantaba como podía esperando la jubilación.
Y, encima, todo esto se hace –le dicen- para salvaguardar el sistema.

jueves, 14 de marzo de 2013

Papa Paco


Espero que nadie se tome a mal que me refiera al hasta ayer Cardenal Jorge Mario Bergoglio y ya Sumo Pontífice Francisco, de esta forma coloquial. En nuestra cultura, que es la del Papa, llamar Paco a Francisco como Manolo a Manuel es un modo de mostrar cercanía y solo los muy esnob se molestan por ello. Por lo demás no me negarán que es una fórmula bien sonora que enseguida provoca sentimientos de ternura: “Papa Paco ¿viste?” diría un porteño orgulloso de su paisano.
Este Papa es jesuita, lo cual imprime carácter. ¿En qué sentido? Veremos.

En una entrevista publicada en el suplemento Alfa y Omega de ABC en mayo de 2000, Peter-Hans Kolvenbach, 29 Superior de la Orden, decía que la evangelización de los jesuitas siempre fue de frontera (geográfica, intelectual, y hasta estética) lo cual es una forma de decir sin decir que tienden a estar en todas partes aún cuando a veces esta presencia resulte paradógica, contradictoria y hasta inconveniente: tal vez por eso los encontramos con frecuencia entregando su vida misma al lado de los más necesitados en América Latina o en África, o llevando la buena nueva a lugares tan exóticos desde el punto de vista de la fe como el Japón de los siglos XVI y XVII. Tal vez por eso Napoleón dijo de ellos: "Los Jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es un general de un ejército, no un mero padre abad de un monasterio. Y la meta de esta organización es el poder”
Yo, qué quieren que les diga, solo se lo que he visto. Y en ese ejercicio de estas horas de juzgar cada gesto por nimio que sea, cada señal por insustancial que pudiera considerarse en la gente corriente, diré que esa leve duda en los ademanes, esa forma de levantar las manos, ese lenguaje corporal de ayer tarde en la loggia central de la basílica de San Pedro, se me antoja alejado de la presencia como de comadreja asustada (pido perdón a los creyentes: es solo una imagen) de Benedicto XVI el Papa en la reserva,  los aires de boxeador en reposo de Juan Pablo I, la presencia melíflua del misterioso Juan Pablo I, el aristocrático porte de Pablo VI, la beatífica hermosura de Juan XXIII y la distante y aguileña imagen de Pio XII, por citar todos los Santos Padres que uno, que peina canas, ha conocido.

Francisco, Papa Paco, me pareció un buen tipo con cara de buen tipo; algo tosco, escasamente entrenado en la fineza, lo cual no me parece necesariamente un defecto. No puedo decir otra cosa. ¿Qué eso es muy típico de la también denostada actitud jesuítica, expresión sutil del disimulo y la doblez que consiste en llevar hasta sus últimas consecuencias la evangélica sentencia de que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda? Pues a lo peor, pero ¿Quién puede saber eso ahora? Doctores tiene el periodismo especializado para dilucidar si es alguien con gran destreza diplomática, si sus ademanes y estilo son tan sencillos como los de un buen cura de pueblo, si en la dictadura que sufrió su país mantuvo a la Iglesia local, de cuya Conferencia Episcopal era presidente, en una posición de neutralidad (lo cual a algunos, y a mi desde luego, parece más que reprochable); si el hecho de ser el primer Pontífice máximo americano es algo que marcará su acción pastoral y sobre todo social…En fin tantas y tantas cosas que, como un torrente fluyen ya por las páginas de los periódicos y las redes sociales, ocupan tertulianos sean especialistas o no, y nos alimentan las entendederas con asuntos varios que no solucionarán nuestro atribulado día a día pero que entretienen un montón.
A mí lo que de verdad me gustaría es que el Santo Padre Francisco, interiorizara que es el Papa Paco y actuara como tal. Es decir, que llamara al pan, pan y al vino, vino (no me refiero, como se comprenderá, a las especies consagradas) que fundiera el oro vaticano en potencia económica y política para aliviar los males de la gente, que enarbolara el zurriago de la razón y la justicia para echar del templo sin contemplaciones a mangantes, comesantos, falsarios, abusadores, apóstoles del pensamiento único, mercaderes, especuladores, etc; que huyera de peinetas y botafumeiros; que aplicara la caridad y la comprensión con quienes discrepan y quieren vivir su vida de otra forma. Que fuera en verdad y sin tanto rollo, la imagen de Cristo.  

Se dice que el nuevo Papa es una esperanza. Claro, como todos. Como cualquiera a quien se otorga una alta magistratura;  y más cuando media nada menos que el Espíritu Santo. Por ahora solo espero que cuando abra la carta que le ha dejado Benedicto no salga corriendo como él. Y ya si eso...

martes, 12 de marzo de 2013

Jueces y periodistas


Pensé que, tocadas las instituciones desde la Corona a los ayuntamientos; cuestionadas otras como el sistema de partidos; en horas más que bajas el poder ejecutivo y bajo sospecha el legislativo;en riesgo de quiebra el modelo territorial, etc, profesionales como los periodistas y los jueces tendrían el favor del público; incluso leí (con preocupación desde luego, por cuanto implicaría que se abandona la esperanza de regeneración de esas instituciones por sí mismas) que estaban llamados a ser los nuevos y únicos justicieros que han de poner en su sitio a tanto mangante y a quienes se empeñan en destruirlo todo, desde entro y por acción o corrupción.
Y resulta que no. El último barómetro del CIS muestra que jueces y periodistas son los profesionales menos valorados por los ciudadanos: Sobre una puntuación de 0 a 100, obtienen respectivamente el 59,01 y 59,09, es decir, aprobado por los pelos pero por debajo de abogados, camareros, escritores, fontaneros…

Paradójico, ya digo, porque son estos profesionales quienes han destapado los escándalos y los investigan en sedes judiciales. Ni Urdangarín, ni Bárcenas, ni los ERES andaluces, ni tantos y tantos casos han escapado al escrutinio de los periodistas, ni escaparán (no es solo la expresión de un deseo; lo creo de verdad sobre todo porque necesito, necesitamos, creerlo) a la acción de los jueces. Tal vez esta contradicción (desde luego aparente) es lo que hace decir a Carlos Marzal (http://www.abc.es/local-comunidad-valenciana/20130311/abci-disparar-juez-periodista-201303111039.html)  “¿Es que los técnicos del CIS hacen sus encuestas bajo el influjo de los psicotrópicos? ¿Acaso los psicotropizados son sólo los que responden a las encuestas? ¿Tal vez estas investigaciones de campo han tomado como ámbito de estudio nada más que los bares de copas? ¿Por qué parece que la población española no tiene demasiado claro el concepto de ‘coherencia’ a la hora de responder en público?
No seré yo quien vaya por esa línea nada respetuosa con la voluntad y el criterio del pueblo soberano, pero la verdad es que si uno recuerda por ejemplo la insistencia, elección tras elección, en entregar el Gobierno de la Comunidad Valenciana a tipos injustificables ética y estéticamente o la contumacia en consentir situaciones como la del Ayuntamiento de Ponferrada, desde el apoyo a un acosador hasta el manteo jubiloso a un alcalde inmoral, no se reconcilia precisamente con la condición humana.

Claro que también hay quien no encuentra contradicción alguna. Antonio Gálvez, escribe una carta al director en un pequeño periódico digital, Diario de la Sierra (http://www.diariodelasierra.es/2013/03/08/cartas-al-director-jueces-y-periodistas-proscritos-de-la-sociedad/) “Habló el Pueblo. Se pronunció sobre vosotros como merecéis. Os considera segmentos sociales desplomados. Habéis caído desde el trono celeste a la profundidad de los infiernos. Y se dice que ‘os lo habéis ganado a pulso’. Observáis un comportamiento reprobable, salvo algunas excepciones. Habéis cavado la fosa de vuestro descrédito vocacional o profesional, porque nos habéis traicionado vilmente. Igual que unos empleados ingratos, que ponen veneno en el plato de sopa del amo” ¡Toma castaña!
Al contrario de Marzal, este martillo de herejes que apellida Gálvez cree que “Nuestro pueblo es maduro. Tiene capacidad de distinguir entre el ser y el deber ser. Lo enjuicia todo. Y desde luego, no soporta ya el insulto de los engaños, ni de unos, ni de otros. Observa que por los cuatro flancos del territorio hay hervideros de los que emana un magma de pestilencia” ¡Chúpate esa!

Así es que, si no teníamos bastante con lo que nos toca cada día, jueces y periodistas debemos reflexionar sobre nosotros mismos. Al hastío, al cansancio de la convivencia con la miseria moral, cuando no el delito, habremos de añadir la introspección y la autocrítica. Hágase, no queda otra.
Pero igual podemos hacer también algo más cercano e inmediato: abandonemos cualquier tentación corporativista y denunciemos a quienes, por razones ideológicas, bastardas o por estupidez, pervierten la función de informar y la de juzgar. Igual que los políticos honrados debieran dejar de quejarse de que se les mete en el mismo saco que a los que no lo son y sacar a éstos a gorrazos de las instituciones y hasta de los partidos a los que pertenecen ambos, jueces y periodistas deberíamos hacer lo propio. ¿Que no sabemos en dónde está el cánon que permita referenciar las conductas y actitudes ? Claro que lo sabemos, conocemos de sobra quién actúa con honestidad y quién no. ¿Que lo que propongo es una quimera? Pues entonces, apaga y vámonos.   

jueves, 7 de marzo de 2013

Comerciar con la salud y la vida


Podemos debatir sobre si la mujer que murió mientras esperaba en las Urgencias del Hospital de Vigo fue debidamente atendida o no. Podemos discutir, si ustedes quieren, sobre el sexo de los ángeles, sobre si son galgos o son podencos o sobre si la abuela fuma.

Podemos perder el tiempo en creer que esos debates tienen algún sentido, pero hoy basta preguntar a la gente (sí, también a esa que, según Rajoy, no se manifiesta) que hace uso de los servicios sanitarios públicos; es suficiente con darse una vuelta por los servicios de Urgencia de cualquier hospital de la red, observar las salas de espera, hablar con el personal sanitario, para concluir que esa gentuza a la que elegimos para que conservara un sistema modélico en Europa, lo que está haciendo es cargárselo a pasos agigantados. Y llegaremos a la conclusión también de que su proclamada intención de sostener una Sanidad pública, universal y de calidad, es una mentira criminal.

Lo único que es verdad para esa tropa insana, ponzoñosa, es que la Sanidad no es un derecho, sino un servicio y, como tal deberá someterse a las reglas (¿reglas?) del mercado “como cualquier otro sector económico (disculpen que me cite a mí mismo: http://cartasdevuelta.blogspot.com.es/2013/02/sanidad-stafford-somos-todos-o-el-que.html)

Pero, es que ¿saben qué pasa más allá de si la comida es bazofia, hay mantas suficientes o las batas tienen rotos? Que muere gente. Y que puede morir más: por falta de atención inmediata y por abandono.

Ya me gustaría citar fuentes de autoridad sobre la supuesta bondad de este proceso que permitieran un debate leal. Pero ni eso. Nuestras autoridades (¿autoridades?) no ofrecen esos datos por más que se insista en pedirlos desde diferentes instancias. El dogma es que la privatización (“externalización” dicen cada vez que insultan nuestra inteligencia) resulta más barata y eficiente. Pero nunca lo demuestran.

Así es que, podemos leer a los médicos por ejemplo, esa gente que actúa movida por oscuros intereses corporativistas según los padres de la infame criatura y toda esa caterva de corifeos mediáticos, críticos de salón y seguro privado, o mentecatos en general:

“Avanzamos entre mentiras hacia un modelo norteamericano carísimo y excluyente que deja a 44 millones de ciudadanos sin atención sanitaria alguna, mientras el presidente Obama pretende convencer a su país que dé pasos hacia una Sanidad Pública como la que aquí nos quieren desintegrar…Los profesionales de la medicina somos conscientes que nuestra profesión se asienta sobre un sistema sanitario abierto a todos los pacientes haciendo irrelevante su nivel económico y primando solo los aspectos objetivos que su salud nos demanda…Con este nuevo sistema especulativo de gestión, nuestra salud se verá mal atendida, aumentarán las demoras, no tendremos acceso a los nuevos tratamientos médicos innovadores y los niveles de calidad sanitaria como es evidente, caerán…Se perderá calidad de vida, se perderán años de vida útil, se multiplicará el sufrimiento, aumentará la ansiedad y ténganlo por seguro, se perderán vidas innecesariamente

Firman el texto del que transcribo el extracto anterior, los médicos del Hospital de Vigo; recuerden: allí es donde ha muerto esa mujer que esperaba ser atendida.

Y hay más:

UGT ha publicado un estudio que se basa en datos del Ministerio de Sanidad, la Generalitat valenciana y el Instituto Nacional de Estadística para establecer tasas de prevalencia de las enfermedades cruzadas con las de mortalidad de las distintas patologías en los años 2007 y 2008, las dotaciones sanitarias y los presupuestos del servicio: http://issuu.com/ugt-confederal/docs/completo-informe_fsp-ugt-valencia_salud?mode=window

Según esta comparación,  2.237 muertes fueron achacables a la ineficiencia del sistema. Este volumen sitúa a la Comunidad Valenciana, adelantada en los procesos privatizadores y espejo en el que se mira el consejero madrileño Lasquetty, en el vagón de cola del país, un 14% por debajo de la media nacional y sólo superada por Galicia y Andalucía en cuanto a las isquemia cardiacas, ictus cerebrales, enfermedades hepáticas, enfermedad pulmonar obstructiva y neumonía.

Según este estudio, la Comunidad Valenciana tiene cinco de sus 24 Departamentos de Salud con gestión totalmente privatizada (la atención primaria y hospitalaria): La Ribera con 240.000 habitantes, el de Manises con 150.000, el de Denia con 158.000, el de Vinalopó con 140.000 y el de Torrevieja con 155.000. Se han cedido a empresas todos los servicios hospitalarios no sanitarios más algunos servicios de diagnóstico, análisis clínicos y tratamientos terapéuticos.

Cuando se presentó este estudio a mediados de febrero último, en la rueda de prensa al efecto el representante de la UGT retó a la Generalitat a que demostrara la falsedad de los datos ofrecidos. ¿Saben que hizo del Gobierno valenciano? Amenazar con una denuncia por alarmar a la población. Y hasta hoy: ni denuncia ni desmentido.

Ustedes mismos.

domingo, 3 de marzo de 2013

Abdicación


El Rey ha salido indemne de la operación de hernia discal. Me alegro, como me alegraría en el caso de que un ser querido, o incluso un cuñado, hubiera pasado por trance parecido.
Quienes en estos días han deseado que el monarca tuviera algún percance irreparable (que los hay) no son antimonárquicos de corazón y mucho menos republicanos de pro. Son sencillamente, mal nacidos. Y lo serían igualmente si se hubieran regocijado con el mal de un allegado, incluso si de un cuñado se tratara.

Uno se reconoce en ese republicanismo elemental, ese que no teoriza demasiado a propósito de la forma de Estado pues considera que, por ley natural, todos nacemos de madre y, por tanto, nadie está por encima de nadie y menos por razón de su cuna. Puedo abrazar, claro, la ideología que considera la republicana como la forma de estado dimanante de una ciudadanía efectiva y de la soberanía (si se me permite la expresión) de los valores cívicos; y las monarquías modernas como la adaptación de una institución anticuada y difícilmente justificable (como no sea por razones sentimentales, simbólicas, etc) a los tiempos que corren desde hace ya, por cierto, algunos siglos. Pero, ya digo, no me parece necesario tanto rollo.
Así es que es, a mi juicio un debate menor y bastante sesgado por lo general, el que se desarrolla a veces sobre si es mejor tener un rey o un presidente de República; qué le sale más caro o más barato al bolsillo del contribuyente; qué se compadece mejor con las esencias y tradiciones patrias, etc, etc. A menudo es, tras las bambalinas, una discusión cargada de sentido político: en realidad se trata de descalificar al adversario con el pretexto de defender una u otra forma de Estado.

Da igual. España es una monarquía parlamentaria porque así lo establece la Constitución, y no creo que haya un solo español de confesión republicana y en sus cabales dispuesto en la práctica a llevar las cosas demasiado lejos…salvo que le den motivos suficientes.
Yo creo, pese a todo, que no los hay (motivos) O sea: lo de la caza de elefantes y lo de Urdangarín, por citar los asuntos más recientes, han minado la credibilidad de la Casa del Rey (insisto: el debate sobre la monarquía es otra cosa) y la renta de Juan Carlos en términos de prestigio también, especialmente entre la gente que tiene menos de 40 años. Allá quien no lo quiera ver.  Pero, reitero, no me parecen razones suficientes para poner en cuestión nada sustancial.

Ahora bien, la enésima intervención quirúrgica va a tener al Rey postrado una larga temporada; y cuando se rehabilite no dejará de ser un anciano con numerosos achaques. Eso y (repito: solo por citar lo más llamativo, que lo de Corina es una chorrada) el hecho de que el caso Urdangarín va a seguir erosionando durante cierto tiempo a la institución –es que hay una hija y unos nietos de por medio: ¿se imaginan la papeleta si la infanta Cristina resulta imputada?– hace que Juan Carlos no tenga ya capacidad de reacción: ¿qué puede hacer para recuperar el terreno? Ya no tendremos otro 23F, espero aunque anda por ahí un generalote al que por lo visto le pone la idea, para que vuelva a sacarnos del atolladero, ni volverá a las energías del “¿por qué no te callas?” que tanto regocijo testicular reportó en su momento.
El príncipe Felipe tiene edad suficiente y parece tener también la preparación necesaria. Por lo demás, España tiene en estos momentos (personalmente, dudo que dure toda la legislatura) estabilidad parlamentaria y un Gobierno con mayoría sobrada. ¿No son condiciones adecuadas para realizar el relevo? A mí me parece que sí. Dicen que toda crisis es una oportunidad: pues mira, el Gobierno tendría una buena ocasión para desviar la atención sobre sus desmanes y los padecimientos del partido que lo sustenta y a la gente en general, ocupados como estanos con cosas importantes, pues nos dará igual: una ceremonia austera pero digna y ea,  Felipe a ganarse el pan y Juan Carlos a descansar, que lo tiene merecido.

Sí ya sé que esto es lo que dice Pere Navarro, pero les juro que no hemos hablado…yo soy de Jaén; a mí, mira tú.