jueves, 14 de julio de 2016

Los toros



¿Tienen un vegano o un ovo-lácteo-vegetariano autoridad moral para hablar de alimentación sostenible? Por supuesto, toda; cualquiera con algunas luces sabe que la dieta de los humanos en el principio de los tiempos, cuando éramos poco más que monos, era a base de vegetales, frutas raíces y tal…a lo sumo caía algún molusco o tal vez alguna larva blanda y gordezuela más por experimentar que por otra cosa. Como nos enseña la ciencia, hay una prueba irrefutable de lo anterior: que tenemos una dentición de hervíboro sin caninos para desgarrar tejidos con eficiencia ni poderosas mandíbulas para triturar huesos y cartílagos a modo.

Pero me encanta el jamón de cerdo negro, ya sea criado todo el tiempo con bellota o, si eso no es posible, de recebo.
¿Soy por eso un ser incoherente? Ancestralmente incoherente, quiero decir. Pues claro que no: es que el pata negra, con un picos de Jerez y un blanco amontillado, está rico de narices o a mi y a algunos millones de congéneres nos lo parece y me da igual si soy objetivo o no. Pero eso es, en parte cultural (la cosa de los picos y el amontillado más la salazón primorosa) y en parte un atavismo que viene de cuando las cosas se pusieron crudas en sentido literal y, a falta de bayas y acelgas silvestres hubo que meterle mano a los mamuts y, de ahí a todo lo que nada, corre o vuela. Yo soy pues un tipo corriente, lleno de contradicciones, razonablemente honesto y algo perplejo ante el hecho de vivir; o sea un tipo normal.

Luego vino el invento de la ganadería, desde los pollos a las llamas del altiplano y, más tarde, la explotación intensiva de animales destinados a la alimentación ya sea enclaustrando gallinas para que no paren de poner o degollando corderitos porque el lechal de Sepúlveda está mucho más rico que el borregazo canadiense pongamos por caso. Todo cultural, ya saben, el capitalismo y eso.
Y, como el ser humano es más listo que los demás vivientes sobre la capa de la tierra, hubo un momento en la noche de los tiempos en que decidió que los animales de más de dos patas, o con dos, pero algo memos (véase el avestruz) podrían ser útiles como herramientas de trabajo o de divertimento. Ayudaron muchos unos tipos vestidos de señora que hablaban de Dios y aseguraban que los animales están puestos en este mundo por el susodicho para nuestro servicio. También todo cultural.

Así es que ¿es la lidia y el resto de las manifestaciones en las que se torturan animales cultura? Pues claro, como lo es el burka o la ablación del clítoris. ¿Qué los toros bravos se crían exclusivamente para ser lidiados, enmaromados, embolados o cualquier otra sofisticada excrecencia cultural? Claro, forma parte de la condición cultural, que no es ajena a la crueldad ni al anacronismo.
Y llegamos a donde yo quería llegar, a los valores: ¿es un vegano mejor persona que un taurino? Hombre, yo creo que no hay duda: el vegano podrá ser más aburrido, pero es buena gente; el otro, pues no…es que no está por el jamón de jabugo sino por la tortura como diversión.