viernes, 7 de junio de 2013

Partidos Políticos sí, pero no así


En febrero de este año el instituto Metroscopia publicó un sondeo según el cual, el 74% de los españoles creemos que el Congreso no nos representa. Más: el 85% entiende que los diputados no desempeñan su trabajo con honestidad.
Son datos gruesos sí, brochazos apenas. Pero en realidad no hace falta recurrir al rigor demoscópico para apreciar lo que está pasando. Usted y yo sabemos perfectamente de qué hablo ¿verdad?

A mí me parece que este diagnóstico que sigue del periodista José Antonio Zarzalejos, da de lleno en el clavo: “Los regímenes sanos no tienen miedo al cambio. El español no lo está y carece de energía para transformarse.  Por el contrario, pese a la fragilidad de sus pilastras, una clase política mediocre pugna por mantenerlo en la agonía mientras nuestro país contempla perplejo cómo los juzgados sustituyen, en afluencia, interés y determinación, al Parlamento. Son la UVI del sistema” http://blogs.elconfidencial.com/espana/notebook/2013/05/18/un-sistema-moribundo-en-la-uvi-judicial-11306
De acuerdo con Zarzalejos. Un ejemplo entre otros podría ser el caso de las preferentes. Si ese gravísimo problema solo puede ser resuelto por la Justicia, más allá de arbitrajes y componendas varias, habremos agotado todas las herramientas del sistema. Si los jueces no dieran cumplida respuesta a lo que solo puede calificarse de estafa, habría fallado el último resorte. ¿Y entonces?

El punto apocalíptico del comentario precedente, puede encontrar su correlato en el que sigue, cuyos autores son César Calderón y Sebastián Lorenzo, el primero militante del PSOE muy activo el Twitter y otras redes sociales y el segundo director de la Escuela Nacional de Gobierno en Jefatura de Gabinete de Ministros-Presidencia de la Nación Argentina, coordinadores ambos de Open Government-Gobierno Abierto http://www.netoraton.es/?p=12770
“Los partidos políticos en España no han avanzado lo más mínimo, siguen organizados de la misma manera que hace treinta años…las soluciones pasan por cambios orgánicos y de valores tremendamente radicales”

Lo peor de todo, a mi juicio, es que los partidos políticos (o para ser más exactos, sus cúpulas dirigentes) se han  situado a la defensiva, en una posición entre perpleja y desdeñosa cuando no despótica respecto a la opinión pública o, si se prefiere, en relación a los movimientos sociales recientes. En realidad el fenómeno es más complejo, porque no solo afecta a los partidos sino a una parte activa del establishment (sindicatos, agentes empresariales, instancias culturales y financieras, periodistas y comentaristas políticos) que empieza a oler a naftalina.
Para ser justos, no es que no haya una cierta conciencia, preocupación, temor o como se quiera entender; puede entreverse en el siguiente comentario de Ramón Jáuregui, un miembro de la vieja guardia, que, paradójicamente, es el coordinador de la Conferencia Política que el PSOE celebrará en octubre próximo y que, por lo visto, debe ser el motor de la regeneración, y cuya aportación más notable –que haya trascendido- es proponer que todos los partidos vengan obligados por ley a celebrar primarias: “ Cuanto discuto con muchas personas descubro que en las bases hay una posición más rupturista…sí, creo que las bases han cambiado y no existe la fuerza vertebradora que los dirigentes teníamos antes” (España, Estado Zombi, Ignacio Sáenz de Ugarte, Cuadernos de eldiario.es Número 1)

O sea, que sí, que vale, pero ya si eso… como dicen los modernos.
Y, claro, si los partidos políticos, la clase dirigente en general y los mediadores no entienden por dónde va la sociedad; si siguen creyendo que la desafección es algo coyuntural y pasajero, apaga y vámonos. Si esas instancias no cumplen ese papel de vanguardia, de impulsores, que les corresponde en un estado de cosas ordenado, ¿quién lo hará?

¿Nos conformaremos con suponer que la pauta social la marcan esas mayorías silenciosas que tan convenientes le resultan y a las que tanto alude el partido en el Gobierno y -no nos confundamos- que sirven de coartada a una cierta izquierda apoltronada y endogámica que, a lo sumo, coquetea con los nuevos movimientos y se deja ver en las plazas y se mece en las mareas de cualquier color?
El director del Instituto Universitario de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona, Joan Subirats dice: “Hay que desconfiar de la democracia: crear más instrumentos de control desde la sociedad, dar la capacidad a la gente de controlar, evaluar y denunciar la actuación de los poderes..” (La Política será otra cosa, Juan L. Sánchez, Cuadernos de eldiario.es Número 1) De nuevo: ¿Quién lo hará?

Es falaz y profundamente injusta la especie de que quienes participan de eso tan amplio que se da en llamar el 15M, son algo así como una vanguardia revolucionaria que lo que desea es derribar el orden establecido y bla, bla, bla. Nadie que se haya acercado a sus manifestaciones aunque solo fuera por curiosidad puede sostener semejante estupidez, salvo que esté interesando precisamente en fomentar la estupidez y la inacción.
Esa gente es la misma que responde a las encuestas. Por ejemplo, a otra de Metroscopia (ésta de finales de mayo de este año): los españoles seguimos teniendo bien claro que sin partidos políticos no puede haber democracia; lo dice el 80% de los encuestados. El 70% cree que sería buena la aparición de nuevas formaciones, por ejemplo, originadas en los movimientos sociales como el 15M. Y, por cierto, ojo al dato: el 61% de los votantes del PP lo cree así y el 69% de los del PSOE también; si esto no es el certificado de defunción del bipartidismo que venga Dios y lo vea.

De modo que basta ya de mirar por encima del hombro, envolverse en la nostalgia de consensos, transiciones y certificados de demócratas de toda la vida, y manos a la obra. Dejen los partidos políticos de mirarse el ombligo, limpien su casa por dentro y atiendan las propuestas que con toda concreción se están haciendo ya desde distintas instancias. Reformen con carácter urgente la Ley de Partidos. ¿Una propuesta concreta para hacerlo? Ahí va una entre muchas, la que se presentó el pasado lunes día 1 mediante un manifiesto (http://porunanuevaleydepartidos.es/manifiesto/) impulsado por más de 100 periodistas, economistas, abogados, etc (es decir, nada de perroflautas) encabezados por Carles Casajuana, Luis Garicano, Cesar Molinas y Elisa de la Nuez y que ya ha alcanzado las 17.000 adhesiones:
“1.- Celebración de congresos cada dos años como mínimo y, en todo caso, a fecha fija;
 2.- Reunión de los órganos de control de las directivas y parlamentos internos a fecha fija, incluyendo en el orden del día la votación sobre la gestión de la directiva con voto secreto. Limitación del número de sus integrantes, entre los cuales no se contarán los de la directiva; 3.- Composición de los congresos y de los órganos de control proporcionales al número de afiliados o de votos del partido en cada provincia o distrito. Limitación de mandatos al menos en los órganos de control;  4.- Elección de los órganos ejecutivos, delegados a congresos y miembros de los órganos de control mediante voto secreto de los afiliados o delegados al congreso;  5.- Elección de los candidatos a cargos representativos por elecciones primarias;  6.- Mandato limitado de los tesoreros y encargados de las cuentas y elección de los interventores por parte de los distintos niveles del partido. Auditorías anuales por empresas independientes previas a la presentación de las cuentas que deberán ser aprobadas por los máximos órganos de dirección del partido, y 7.- Constitución de comisiones independientes para verificar los gastos de las campañas e inspecciones para verificar el cumplimiento de los límites de gasto electoral”