miércoles, 6 de mayo de 2020

El esbirriato

Hay dos cosas que debiéramos dejar de hacer ya: una es distinguir el PP de Vox; son lo mismo. La otra es admitirlos como interlocutores honestos en la conversación sobre la pandemia y sobre sus consecuencias sanitarias y económicas.

Ambos partidos están ahí y no desaparecerán, tienen peso específico notable en el Parlamento y responsabilidades de gobierno en Autonomías, Diputaciones y Ayuntamientos y, por tanto, seguirán haciendo daño de un modo u otro. Pero debemos tener presente en las relaciones políticas que cuanto puedan decir sobre estos asuntos tan graves en los que ahora está España ocupada y preocupada, no es porque les importemos nada los españoles, sino porque tales asuntos son un pretexto más, como tantos otros, para intentar derribar un Gobierno que ostenta una legitimidad democrática que a ellos, a pesar de sus mentiras y su constante manipulación, nadie les niega.

Trataron de desautorizar al Gobierno de Zapatero mientras duró la legislatura y lo están haciendo con el de Coalición desde que arrancó su mandato; viene de lejos y nada que ver tiene eso con la Covid19 que, a tales efectos insisto, es coyuntural.

Lo primero es contener la epidemia; parece que eso es una obviedad. ¿El Estado de Alarma ha servido para ello hasta ahora? Es evidente que sí. ¿Hemos conseguido vencer a la enfermedad y minimizar las posibilidades de un rebrote? En absoluto; esa es otra verdad palmaria. ¿Hay alternativa a mantener la Alarma? Si la hay, ni PP ni Vox la tienen puesto que no la han expuesto en ningún momento.

La negativa y la abstención son la misma cosa porque tienen la misma intención: negar el mantenimiento del Estado de Alarma; es solo que la segunda de estas opciones es falsa en sí misma; solo se distingue de la primera en que es más cobarde.

El PP hubiera querido oponerse desde el primer día, pero hasta ellos se daban cuenta de que hacerlo el 14 de marzo y en las sucesivas prórrogas habría sido muy mal visto por una parte de su electorado. Es ahora, el momento en que estamos empezando a ver que las cosas mejoran cuando Casado, el esbirro, ha dudado. 

Puede ocurrir que no haya rebrote o que sí, así es que -habrán pensado los estrategas del PP y quienes les mandan- es preferible ni carne ni pescado que es la mejor forma, creen ellos, de negar el éxito al Gobierno o seguir atribuyéndole todos los males llegado el momento y según por donde vayan los acontecimientos. ¿Que eso es una especie de pragmatismo criminal dado que hay muertos? Se arregla con corbatas negras, banderas a media asta, lágrimas negras de rimmel, funerales y homenajes varios. Es la derecha, amigo.

Por eso Casado, el esbirro, se ha pasado la semana diciendo que el PP votaría no, para finalmente acabar absteniéndose en una pirueta infantil que no le diferencia de Vox y, sobre todo, no le hace mejor que Ciudadanos, un partido de derechas a la expectativa que ayer en el Congreso ganó puntos y le mojó la oreja a modo; no crean, hay quienes observan en silencio y toman nota; Rivera salió mal, pero quien sabe.