sábado, 21 de septiembre de 2013

Objetivos del milenio: algo es algo


El próximo día 25 de este mes de septiembre, la Asamblea General de Naciones Unidas va a celebrar una sesión en la que los gobiernos del mundo verán qué se puede hacer para lograr el cumplimiento de los buenos propósitos de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Ya les digo yo lo que se puede hacer con los mimbres que hay: casi nada.
Pero se puede inventar una cosa que se llame Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a fin de reeditar los ODM y autoconcedernos un nuevo plazo, por ejemplo hasta 2030. Pues ya les digo yo que eso es lo que van a hacer nuestros provectos gobernantes.

A mí se me ocurre que, como imagen de fondo para todo esto, podríamos utilizar el video (http://www.youtube.com/watch?v=9QbMv9OSivk&feature=player_embedded)
del asalto a la valla fronteriza de Melilla de hace unos días.

Pero, dejémonos de sarcasmos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 8 de septiembre de 2000, los ODM que constituyen, hasta la fecha, un compromiso sin precedentes cuyo horizonte se situó en el año 2015. Esta Declaración establecía ocho objetivos, con metas y plazos definidos para poder medir la evolución y el progreso hacia su cumplimiento. Eran estos: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; fomentar una alianza global para el desarrollo.

En esos Objetivos de Desarrollo del Milenio, tanto los países ricos como los pobres reconocían expresamente y por primera vez -que cosas- que poner fin a la pobreza y a sus causas fundamentales es responsabilidad de todos. No consta que en la letra pequeña pudiera leerse: “…sí, pero de unos más que de otros”
Como resulta obvio hasta para el observador menos avisado, los objetivos, a menos de dos años vista del final del plazo establecido, no se han cumplido. Pero se dirá (con razón, supongo) que empresas tan inmensas deben ser valoradas más bien por su grado de cumplimiento. Veamos:

Si hemos de hacer caso a la ONU misma, valga el resumen que sigue (necesariamente de alcance) del INFORME ODM 2013 que fue presentado oficialmente en julio pasado (http://www.un.org/es/millenniumgoals/pdf/mdg-report-2013-spanish.pdf):
En general, Naciones Unidas reconoce grandes avances en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la posibilidad cierta de alcanzar algunas metas más antes de 2015. Por ejemplo:
Se han hecho grandes progresos –dice la ONU- en el ámbito de la salud. Entre 2000 y 2010, la tasa de mortalidad por la malaria descendió en más de un 25 por ciento, y se estima que se evitaron más de un millón de muertes. Según las previsiones, y en relación a los niveles registrados en 1990, la tasa de muertes por tuberculosis -tanto a nivel mundial como en varias regiones de planeta en donde hay una prevalencia significativa-, se podría reducir a la mitad para 2015. El informe indica que, si bien las nuevas infecciones por el VIH están disminuyendo, unos 34 millones de personas vivían con él en 2011 y a finales de ese año, 8 millones de personas estaban recibiendo tratamiento antirretroviral en las regiones en desarrollo. La ONU siempre es optimista: si se mantiene la tendencia, antes de 2015 se alcanzará el acceso universal al tratamiento con medicamentos antirretrovirales.

El porcentaje de personas desnutridas en el mundo descendió del 23 por ciento entre 1990 y 1992 al 15 por ciento entre 2010 y 2012.
De 1990 a 2011, 1.900 millones de personas lograron tener acceso a una letrina o un inodoro;  la cruz es que todavía hoy 2.500 millones de personas, un tercio de la población mundial, no tienen acceso a un sistema básico de saneamiento.

En todo el mundo, la tasa de mortalidad de los niños menores de 5 años se redujo un 41 por ciento desde 2000 hasta hoy. De 87 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en 1990 se pasó a 51 en 2011. Negro apunte, sin embargo: la mortalidad infantil se concentra cada vez más en las regiones más pobres y en el primer mes de vida.
Entre 2000 y 2011, el número de niños sin escolarizar descendió a casi la mitad, de 102 millones a 57 millones. A casi la mitad, he escrito por si no se habían dado cuenta.

En el Informe también se indica que la base de recursos del planeta está sufriendo un grave deterioro, y continúa la pérdida de bosques, especies animales y poblaciones de peces, en un mundo que ya padece los efectos del cambio climático.
Hasta aquí, como dije, un resumen muy abreviado de la evaluación de Naciones Unidas. Desde luego que se han conseguido avances notables; no reconocerlo sería muy injusto e inexacto. Sin embargo, la propia ONU advierte de lo que parece ser el signo de los tiempos: el avance hacia los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio ha sido poco uniforme, no solo entre las regiones y los países, sino también entre grupos de población y en el seno de éstos. Las personas que viven en la pobreza o en las zonas rurales siguen estando injustamente en desventaja. Algún ejemplo: en 2011, solo el 53% de los nacimientos registrados en zonas rurales estuvieron atendidos por personal médico cualificado, frente al 84% en las zonas urbanas. El 83% de la población sin acceso a mejores fuentes de agua potable vive en comunidades de las zonas rurales. Nótese que uso el proverbial amable lenguaje de Naciones Unidas para referirme a la brecha, la puta brecha.

Y además, el logro de los Objetivos se ve afectado –asegura el Informe- por el descenso generalizado de los fondos destinados a la ayuda al desarrollo, hecho que afecta con mayor fuerza, como cabría esperar, a los países más pobres. En 2012, el desembolso neto de ayuda de los países desarrollados a los países en desarrollo fue de 126.000 millones de dólares. Esta cifra representa una disminución del 4 por ciento respecto de la de 2011, continuando la tendencia a la baja que venía ya de años anteriores.
Jeffry D. Sachs, asesor especial del Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, escribía a principios de este mes un artículo en el diario El País (Los nuevos objetivos de desarrollo global, El País, 1 de septiembre de 2013) en el que destacaba el extraordinario avance que supone haber reducido la tasa de pobreza en África subsahariana del 58 al 48,5 por ciento entre 2000 y 2010 (repárese en el porcentaje -la mitad más o menos- y en que se refiere a toda una década, y léase la botella medio llena mayormente para tener la perspectiva completa). Pero Sachs, como la ONU, es un optimista empedernido, además –por si no lo sabían y para situar correctamente al personaje- de ser el padre de la llamada teoría del choque económico, paradigma del neoliberalismo.

Veremos si el día 25 los gobernantes del mundo pudiente deciden rascarse de verdad el bolsillo y los de los países pobres hacen examen de conciencia y propósito de la enmienda (me refiero a sus corruptelas y otras miserias) a fin de dar otro empujón en esto de hacer de la tierra un mundo mejor. Me da que no, para qué les voy a decir otra cosa. Aunque, tal vez, si el voluntarioso Sachs les pone el video del salto a la valla fronteriza de Melilla entre sesión y sesión, se lo piensen un poco más.