El próximo día 25 de este mes de septiembre, la Asamblea
General de Naciones Unidas va a celebrar una sesión en la que los gobiernos del
mundo verán qué se puede hacer para lograr el cumplimiento de los buenos propósitos de los
llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Ya les digo yo lo que se
puede hacer con los mimbres que hay: casi nada.
Pero se puede inventar una cosa que se llame
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a fin de reeditar los ODM y autoconcedernos
un nuevo plazo, por ejemplo hasta 2030. Pues ya les digo yo que eso es lo que
van a hacer nuestros provectos gobernantes.
A mí se me ocurre que, como imagen de fondo para todo
esto, podríamos utilizar el video (http://www.youtube.com/watch?v=9QbMv9OSivk&feature=player_embedded)
del asalto a la valla fronteriza de Melilla de hace unos
días.
Pero, dejémonos de sarcasmos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 8 de
septiembre de 2000, los ODM que constituyen, hasta la fecha, un compromiso sin
precedentes cuyo horizonte se situó en el año 2015. Esta Declaración establecía
ocho objetivos, con metas y plazos definidos para poder medir la evolución y el
progreso hacia su cumplimiento. Eran estos: erradicar la pobreza extrema y el
hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de género
y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad de los niños menores de
5 años; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras
enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; fomentar una
alianza global para el desarrollo.
En esos Objetivos de Desarrollo del Milenio, tanto
los países ricos como los pobres reconocían expresamente y por primera vez -que cosas- que
poner fin a la pobreza y a sus causas fundamentales es responsabilidad de
todos. No consta que en la letra pequeña pudiera leerse: “…sí, pero de unos más
que de otros”
Como resulta obvio hasta para el observador menos avisado,
los objetivos, a menos de dos años vista del final del plazo establecido, no se
han cumplido. Pero se dirá (con razón, supongo) que empresas tan inmensas deben
ser valoradas más bien por su grado de cumplimiento. Veamos:
Si hemos de hacer caso a la ONU misma, valga el
resumen que sigue (necesariamente de alcance) del INFORME ODM 2013 que fue
presentado oficialmente en julio pasado (http://www.un.org/es/millenniumgoals/pdf/mdg-report-2013-spanish.pdf):
En general, Naciones Unidas reconoce grandes avances en los Objetivos de
Desarrollo del Milenio y la posibilidad cierta de alcanzar algunas metas más antes
de 2015. Por ejemplo:
Se han hecho grandes progresos –dice la ONU- en el ámbito
de la salud. Entre 2000 y 2010, la tasa de mortalidad por la malaria descendió
en más de un 25 por ciento, y se estima que se evitaron más de un millón de
muertes. Según las previsiones, y en relación a los niveles registrados en
1990, la tasa de muertes por tuberculosis -tanto a nivel mundial como en varias
regiones de planeta en donde hay una prevalencia significativa-, se podría
reducir a la mitad para 2015. El informe indica que, si bien las nuevas
infecciones por el VIH están disminuyendo, unos 34 millones de personas vivían
con él en 2011 y a finales de ese año, 8 millones de personas estaban
recibiendo tratamiento antirretroviral en las regiones en
desarrollo. La ONU siempre es optimista: si se mantiene la tendencia, antes de 2015 se
alcanzará el acceso universal al tratamiento con medicamentos antirretrovirales.
El porcentaje de personas desnutridas en el mundo
descendió del 23 por ciento entre 1990 y 1992 al 15 por ciento entre 2010 y 2012.
De 1990 a 2011, 1.900 millones de personas lograron tener
acceso a una letrina o un inodoro; la cruz es que todavía hoy 2.500 millones de
personas, un tercio de la población mundial, no tienen acceso a un sistema básico de saneamiento.
En todo el mundo, la tasa de mortalidad de los niños
menores de 5 años se redujo un 41 por ciento desde 2000 hasta hoy. De 87 muertes por cada
1.000 nacidos vivos en 1990 se pasó a 51 en 2011. Negro apunte, sin embargo: la mortalidad
infantil se concentra cada vez más en las regiones más pobres y en el primer
mes de vida.
Entre 2000 y 2011, el número de niños sin escolarizar descendió
a casi la mitad, de 102 millones a 57 millones. A casi la mitad, he escrito por si no se habían dado cuenta.
En el Informe también se indica que la base de recursos
del planeta está sufriendo un grave deterioro, y continúa la pérdida de
bosques, especies animales y poblaciones de peces, en un mundo que ya padece los efectos
del cambio climático.
Hasta aquí, como dije, un resumen muy abreviado de la evaluación
de Naciones Unidas. Desde luego que se han conseguido avances notables; no
reconocerlo sería muy injusto e inexacto. Sin embargo, la propia ONU advierte de lo que
parece ser el signo de los tiempos: el avance hacia los ocho Objetivos de
Desarrollo del Milenio ha sido poco uniforme, no solo entre las regiones y los
países, sino también entre grupos de población y en el seno de éstos. Las
personas que viven en la pobreza o en las zonas rurales siguen estando
injustamente en desventaja. Algún ejemplo: en 2011, solo el 53% de los
nacimientos registrados en zonas rurales estuvieron atendidos por personal
médico cualificado, frente al 84% en las zonas urbanas. El 83% de la población
sin acceso a mejores fuentes de agua potable vive en comunidades de las zonas
rurales. Nótese que uso el proverbial amable lenguaje de Naciones Unidas para referirme a la brecha, la puta brecha.
Y además, el logro de los Objetivos se ve afectado –asegura
el Informe- por el descenso generalizado de los fondos destinados a la ayuda al
desarrollo, hecho que afecta con mayor fuerza, como cabría esperar, a los países más pobres. En 2012,
el desembolso neto de ayuda de los países desarrollados a los países en
desarrollo fue de 126.000 millones de dólares. Esta cifra representa una
disminución del 4 por ciento respecto de la de 2011, continuando la tendencia a
la baja que venía ya de años anteriores.
Jeffry D. Sachs, asesor especial del Secretario General
de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon sobre los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, escribía a principios de este mes un artículo en el diario El País (Los nuevos objetivos de desarrollo global,
El País, 1 de septiembre de 2013) en el que destacaba el extraordinario
avance que supone haber reducido la tasa de pobreza en África subsahariana del
58 al 48,5 por ciento entre 2000 y 2010 (repárese en el porcentaje -la mitad más o menos- y en que se refiere a toda una década, y léase la botella medio llena mayormente para tener la perspectiva completa). Pero Sachs, como la ONU, es un optimista
empedernido, además –por si no lo sabían y para situar correctamente al personaje- de ser el padre de la llamada teoría del choque económico, paradigma
del neoliberalismo.
Veremos si el día 25 los gobernantes del mundo pudiente
deciden rascarse de verdad el bolsillo y los de los países pobres hacen examen
de conciencia y propósito de la enmienda (me refiero a sus corruptelas y otras
miserias) a fin de dar otro empujón en esto de hacer de la tierra un mundo
mejor. Me da que no, para qué les voy a decir otra cosa. Aunque, tal vez, si el
voluntarioso Sachs les pone el video del salto a la valla fronteriza de Melilla
entre sesión y sesión, se lo piensen un poco más.