miércoles, 27 de junio de 2012

El Dia del Camping

El próximo día 30 se celebra el Día del Camping, un festejo que tiene mucho de instrumento de promoción de algo que, como bien saben sus practicantes, es más que una actividad vacacional barata y campestre.
Quizás los más estupendos lleguen a asegurar que se trata de un estilo de vida. Bueno, tampoco hay que sacar las cosas de quicio. A mi parecer sería un exceso empeñarse en  ver esto del camping como la última expresión de nuestros ancestros nómadas  y a quienes lo practican como especímenes de una tribu singular que viste chándal o traje de baño según la hora del día.
Todo  eso sería, como digo, excesivo. Pero algo hay. Y, como en  tantas otras manifestaciones, también en la práctica del camping podemos reconocer nuestra evolución como sociedad. No  me refiero claro (que también) a la envidia que sentíamos cuando, allá por los primeros setenta, veíamos la diferencia  entre el material que exhibían nuestros vecinos de parcela –rubios y altos, por supuesto- y nuestra tienda de lona color mostaza, pesada y áspera como nuestro presente, nuestras mochilas de múltiples bolsillos de hebilla y correa y, si me apuran, nuestra lámpara de carburo. Eso, al fin y al cabo, era solo (no solo) una cuestión de ser más o menos rico o pobre algo que, al paso que vamos, tal vez volvamos a ver.
Me refiero más bien a que esas gentes venidas del norte guardaban silencio disciplinadamente, echaban los envoltorios a la papelera con toda naturalidad, limpiaban el lavabo de pelos cuando terminaban su aseo y avisaban en recepción para que se repusiera el papel higiénico si eran los últimos en usarlo. Y no parecían menos felices por ello.
Antes de que los españoles comenzáramos a viajar fuera (puede parecer que hace mucho,  pero no es así; también en esto la sociedad española sufrió una gran aceleración) muchos aprendimos a relacionarnos con quienes hablaban lenguas que no comprendíamos y tenían costumbres que no eran las nuestras, haciendo camping. Hoy no se distingue –salvando deshonrosas excepciones, como es natural- por su comportamiento en estos espacios compartidos un español  de un sueco; ya puestos, ni siquiera por sus rasgos, pues un natural de esta tierra nuestra puede tener los ojos achinados desde hace ya dos generaciones,  y el nórdico  podría pasar por senegalés a la vista del color de su piel.
Puede parecerles una impostura, pero eso también es el estado del bienestar, eso por  lo que algunos se empeñan ahora  en que nos sintamos culpables y pidamos perdón.
Así es que, bien venido el Día del Camping si, de un modo u otro, sirve para que el próximo sábado echemos un rato divertido. No sobran últimamente…y menos si de aquí a entonces hay por medio un viernes -que lo hay, me temo- de los de Mariano Rajoy.