Espero no ser mal interpretado y que se me disculpe si me pongo la venda antes de la herida. Me refiero a una cierta polémica suscitada en torno a un artículo de Vargas Llosa publicado ayer en el diario El País:
https://elpais.com/elpais/2018/03/16/opinion/1521215265_029385.html
Ideológicamente
estoy en las antípodas, lo cual no me impide reconocer lo que por
otra parte resulta obvio: que nuestro articulista es un mago de la
palabra, uno de los mejores escritores de ficción en lengua
española; casi es un tópico recordar lo que acabo de decir.
Aunque lo matice a veces
con afectación plúmbea en sus novelas, digo lo mismo de Javier Marías, lo que no me impide asegurar,
como he hecho muchas veces, que es un ególatra insufrible y un
misógino miserable.
Como se ve, también
menciona Vargas a Pérez Reverte; bueno, de él diré que como su
amigo Marías, está por lo general encantado de conocerse y asqueado de que existan
los demás...y, luego, pues sí, que vende muchos libros.
Y,
por último, cita también a Pablo Neruda, a quien estoy por
perdonarle cualquier cosa. Es sabido su machismo en sus relaciones
personales con las mujeres, pero como hace mucho que está muerto,
solo nos queda su literatura y hace mucho que no puede pervertirla
con sus actitudes y su conducta.
Vargas
Llosa, cuyo ramalazo antifeminista es patente en no pocas de sus
manifestaciones y más estético que otra cosa (lo cual no le
disculpa en absoluto, quizás al contrario), se refiere en este
artículo a lo molesto que le ha resultado un llamado "Breve
decálogo de ideas para una escuela feminista" del que son
autoras Yeri Moreno y Melani Penna y, más específicamente al item
siete:
Solo
diré que “Eliminar libros
escritos por autores machistas y misóginos -los
que menciona el Decálogo y reitera Vargas-
entre las posibles lecturas obligatorias para el alumnado”
es, a mi juicio, una barbaridad y una gilipollez, sencillamente porque lo es eliminar cualquier libro. Pero sobre eso, y
sobre si el Decálogo contiene otras propuestas acertadas, justas y
útiles y/o algunas tonterías, algo sobre lo que Vargas no se
pronuncia él sabrá por qué, juzguen ustedes.