domingo, 28 de abril de 2013

Y tu ¿de quién eres? O, mejor, ¿de qué lado estás?


Hay gente honesta, sensata… y perpleja, que añora los tiempos de aquello que se llamó consenso, que recuerda, o cree recordar -la memoria puede ser inducida- aquel tiempo que conocemos como la Transición casi como una Arcadia.
Son demócratas convencidos, o sobrevenidos que para el caso tanto da, y hoy estupefactos, precisamente por que tratan de vivir en una suerte de estado de honradez intelectual. Son gentes que respeto incluso cuando deciden colocarse a sí mismos en tierra de nadie. Como corresponde a quienes comúnmente apelan a conceptos tales como el sentido común, la libertad, los valores, etc, prefieren la ilusión de la equidistancia.
Pero hoy es solo eso: una ilusión, la expresión de un voluntarismo que en realidad, les coloca fuera del tiempo. Y eso, el voluntarismo, conduce -como dijo no recuerdo quien- solo a la melancolía, o a convertirse en la práctica y por muy involuntariamente que se quiera, en cooperador necesario precisamente de las fuerzas cuya acción en nuestra cotidianeidad dan lugar  a la perplejidad, la duda, esa extraña sensación de decepción no confesada a uno mismo aunque más que intuida y que nos hace desvelarnos por la noche y cocernos en el caldo de la confusión.

No me refiero, como resulta obvio, a esas gentes que no dudan ni a los que han decidido que resulta cómodo (y puede que hasta lucrativo) aceptar más o menos a pies juntillas, interiorizado o solo simulado, uno u otro credo. Esos forman parte de este juego perverso que vemos cada día y que a tanta gente nos resulta tan ajeno y hasta dañino.
Hace poco Javier Pérez Royo escribía lo siguiente: “La contradicción entre el programa electoral y la acción de Gobierno es prácticamente absoluta. El Gobierno ocupa la potestad legislativa recurriendo permanentemente al decreto ley. Esquiva el control parlamentario, abusando de su mayoría en la interpretación del reglamento del Congreso de los Diputados, y se exime del control de los medios de comunicación de manera permanente, negándose a admitir preguntas o a dar ruedas de prensa. El ejercicio del poder está siendo un ejercicio fraudulento. Formalmente, la Constitución no está suspendida, pero materialmente no hay ni una sola institución que esté cumpliendo su tarea de la manera constitucionalmente prevista”

O sea, lo que estamos viviendo es un golpe de estado, “diferido” como hubiera dicho uno de eso personajillos de nuestra farsa diaria que tanto juego dan a otros personajillos de la misma comedia triste y bufa para proseguir con el juego estéril del gobierno y la oposición, tan viejo, tan pasado, tan sin sentido alguno ya.

Sí, las instituciones de la democracia y sus instrumentos son los que son: desde la Constitución, al más elemental reglamento de gobierno municipal. Y resulta inquietante que alguien proponga cambiar ese orden: porque hubo un tiempo en que funcionó y porque los manuales al uso dicen que así ha de ser por los siglos de los siglos amén.
Pero por inquietante que sea, eso –ese cambio- ya ha ocurrido como muy bien expresa Pérez Royo. Y no, precisamente, por acción de la voluntad popular, ni por el enfado de la gente, sino más bien por la infernal conjunción de los mercados, agentes supranacionales con capacidad para asumir espacios de soberanía y por el entreguismo de los gobiernos nacionales.

Así es que, a mi juicio, va siendo hora de salir de la burbuja y preguntarse no tanto “¿de quién eres?” como se decía antiguamente, sino “¿de qué lado estás?” porque la batalla por la democracia, la nueva, la rediviva democracia está al caer. ¿Nos queda otra? Francamente, espero que no.

lunes, 22 de abril de 2013

Boston


Habrá quien esté persuadido de que no tiene sentido pararse a reflexionar. Puede que, incluso el hecho mismo de hacerlo, pueda ser interpretado por algunos como una concesión. Pero el ser humano necesita saber; aunque no encuentre una explicación suficiente por mucho que se esfuerce, es necesario intentarlo: en eso consiste en gran medida vivir.
Me estoy refiriendo, sí, a los atentados de Boston.

Hasta la palabra “atentado” me resulta insuficiente; sí, acorde con el diccionario, define bien lo sucedido en la ciudad estadounidense pero ¿contra qué han atentado los hermanos Tsarnáev?. Sí, es obvio, las víctimas son la gente. Pero ¿contra qué han dirigido esa furia tan doméstica como destructora? ¿contra un símbolo? ¿qué símbolo? No me parecen respuestas suficientes “nuestro modo de vida” “la libertad” “occidente” y tantas otras tan vagas como incapaces de explicar nada. ¿Que solo es la espantosa consecuencia del fanatismo? Como conclusión es francamente endeble y como explicación nada aporta.
Los Tsarnáev emigraron hace mucho tiempo a Estados Unidos, Dzhojar, el que sigue vivo, era un niño pequeño. Los dos se criaron en esta ciudad que tiene un nivel de vida de los más altos del mundo; ya en el año 2.000 su renta per cápita superaba los 19.000 dólares. Boston es una de las ciudades más antiguas del país y mezcla un cierto encantador provincianismo que procede de su tamaño relativamente pequeño con la proyección de ser el núcleo de un área metropolitana que incluye condados como Massachusetts, Rhode Island y parte de New Hampshire, es decir, un espacio de cultura, prosperidad y desarrollo que se ejemplifica en universidades como Harvard o institutos como el Tecnológico de Massachusetts, por citar solo dos de sus instituciones más ilustres.

Ese espacio de referencia es el de los Tsarnáev; es ahí en donde se formaron y, que procedan del remoto Cáucaso y su familia lleve indómita sangre chechena parecería una mera, exótica, anécdota. Por lo demás, ningún grupo radical ha reclamado para sí la negra gloria de la destrucción. Los Islamistas del Cáucaso y la guerrilla daguestaní, dos de los grupos más activos, se han apresurado a asegurar que su enemigo no es Estados Unidos sino Rusia.
No se sabe demasiado aún, pero ha trascendido por ejemplo, que el mayor de estos hermanos, Tamerlan, tenía permiso de residencia desde 2007 y ya conocemos el cuidado que las autoridades USA ponen en estas cosas, especialmente después del 11-S.

Los Tsarnáev, como varios de los terroristas del mismo 11-S, los del 11-M en Madrid o los de los atentados del metro londinense, por citar solo tres de los episodios más terribles que nos ha tocado vivir, no eran campesinos talibanes desplazados desde las montañas afganas para cometer los crímenes. No me extenderé: quizás debiera bastar con recordar que los de Londres eran británicos, de piel oscura, pero británicos.
Como se comprenderá espero, no tengo la menor intención de dar argumentos al terrorismo; sería además estúpido, al fin y al cabo yo, como cualquiera, podría haber estado tras las vallas de Boylston Street y la metralla se me habría llevado por delante con mis dudas y mi necesidad de comprender incluidas.

Pero me parece que esa tendencia a detenerse en lo irracional de cualquier terrorismo y apartar como sospechoso cualquier intento de entender lo que nos pasa, es estúpida y, sobre todo, suicida. ¿Se podría haber evitado lo de Boston, lo de Nueva York, Madrid o Londres? Cae de su peso que no: por eso pasó ¿Sucedieron aquellos acontecimientos por negligencia, falta de previsión o incapacidad? Claro que no. La seguridad absoluta es solo una quimera.
Podemos identificar enemigos en grupos organizados o países que más parecen un nido de delincuentes que otra cosa, pero ¿cómo protegernos de quien vive en el piso de arriba, nos saluda amable cada día, estudia junto a nuestros hijos o amigos, participa en actividades deportivas, se comporta todo el tiempo y en toda circunstancia como uno más? ¿Podemos protegernos de eso? No tenemos respuesta. Y la necesitamos, como demuestra la tozuda, dramática, realidad.

lunes, 15 de abril de 2013

Quién nos lo iba a decir


Toda la vida creyendo que podrían venir los comunistas a destruir la propiedad y quitarnos lo que creíamos que por derecho natural nos corresponde y ahora resulta que son los bancos, con el permiso de los Estados y el visto bueno de las instituciones europeas, quienes se dedican a esquilmar a sus ciudadanos. Qué cosas.

Depósitos: si usted tiene la desgracia de ser chipriota y, con su esfuerzo y/o el de su empresa ha conseguido ahorrar un poco más de 100.000 euros, su gobierno le va robar una parte sustancial siguiendo los consejos de la UE, a fin  de remediar el desaguisado provocado por la banca y el capital financiero en curso de defraudar al fisco que, por lo demás, ya le robaban a base de comisiones, intereses de demora y demás triquiñuelas y lo seguirán haciendo en el futuro. Si usted es portugués, español y puede que hasta austriaco o belga, tiéntese la ropa…
Preferentes y subordinadas: Si le hizo caso a su banco o caja de toda la vida (incluso si era usted titular de una cartilla que le abrieron sus abuelos cuando hizo la Primera Comunión, caso que hemos conocido estos dias) en la esperanza de sacar un rendimiento ligeramente más ventajoso a sus ahorros que el exiguo interés de una cuenta corriente o una a plazo fijo, ahora su gobierno, de nuevo con la complicidad de la UE, le va a robar aplicando un decreto ley una parte de esos dineros que guardaba para ayudar a su familia, complementar su mierda de pensión o, tal vez, terminar el pago de la hipoteca sin sobresaltos.

Desahucios: No, no va a poder entregar su casa de vivir, con mucha pena pero con alivio, con el propósito de saldar el préstamo hipotecario cuyas cuotas pagó religiosamente mientras tuvo un trabajo que le arrebató la crisis que usted no ha provocado. No lo permite su Gobierno, aunque eso sí, obligará a sus acreedores a aflojar un poco la cuerda con la que le sujeta del pescuezo para que su sufrimiento se alargue unos años y vuelva a estar en el disparadero de nuevo en un plazo que permita a ese Gobierno vender que le está haciendo un favor.
Sanidad, educación, prestaciones y servicios sociales: usted se creyó que vivía en un mundo en el que la cobertura pública de esas necesidades elementales estaba en el fundamento mismo de su vida en sociedad. Pero, después de constituirse en propietario de esos bienes por derecho propio y a base de contribuir con su esfuerzo durante toda una vida, ahora quienes gestionan la Administración Pública, igualmente con la aquiescencia de la UE, le roban en las pensiones, en las ayudas a la dependencia…y están en trance de entregar a unos pocos para que hagan negocio aquello que era público, es decir, suyo, de todos.

En ese escenario, suceden cosas: En Portugal, los jueces encargados de imponer la norma constitucional tumban decisiones de un Gobierno que no se cansa de ceder soberanía y ponerse del lado de los especuladores, los que defraudan al fisco y los que sobrevuelan como buitres sobre todo lo que aún sea de titularidad pública.
En Chipre, su Parlamento palía en parte el atraco a los ahorros de sus ciudadanos, pero es a la postre incapaz de que el expolio se consume por cualquier otra vía.

En Andalucía ponen en marcha la primera norma con claro marchamo de izquierdas (sí, incluidos los últimos Gobiernos llamados socialistas de España) y plantean expropiaciones temporales de viviendas para frenar en seco el drama humano de los desahucios; y, encima ¡lo hacen bien! pues muchos juristas consideran la norma es irreprochable en pura ortodoxia jurídica, tanto que hasta el PP, que salió en tromba en un primer momento para negar la mayor, se muerde ahora las uñas y caya prudentemente.
Un número significativo de jueces se coordinan para superar el vacío legal y la inseguridad jurídica que deja la tibieza, cuando no la inacción, del Parlamento para dar respuesta al dictamen del Tribunal Superior de Justicia de la UE considerando contrario a la normativa europea sobre derechos de los consumidores nuestro sistema de desahucios.

Y, por poner fin al comentario con algo que estoy escuchando mientras escribo esta nota: una investigación realizada por el instituto MyWord para la Cadena Ser, muestra por ejemplo que para los encuestados, el Gobierno sí tiene margen de actuación y no tiene las manos atadas como a menudo se dice; un porcentaje elevado ha participado en protestas de algún tipo; organizaciones como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o Caritas gozan del favor de una buena mayoría, algo que no le sucede a los sindicatos, etc, etc. Un dato que tal vez mida el grado de crispación de la parroquia: a Cospedal le parecerá que los escraches son “nazismo puro” pero el 59 por ciento de quienes fueron preguntados en esta investigación están de acuerdo en que es una buena forma de presión, incluso hay un 8% que cree que lo es aunque en alguna ocasión la gente se pueda extralimitar.
http://www.cadenaser.com/csermedia/cadenaser/media/201304/15/espana/20130415csrcsrnac_1_Pes_PDF.pdf

No creo que haya que felicitarse por lo que muestra la referida encuesta. Como no me parece que recurrir a las expropiaciones deba ser otra cosa que una medida excepcional que trate de responder de forma radical a dramas que precisan de urgente y radical solución. Como no creo que deba ser, en condiciones normales, función de los jueces tener que concertarse para enmendar la plana a gobiernos que se han acabado creyendo el Estado mismo, o ser agentes involuntarios en el ejercicio escrupuloso de su función, de una quiebra del Estado de Derecho al confrontarse al Ejecutivo en asuntos de fondo. Como no me parece que el descreimiento creciente (cuando no la animadversión) de los europeos a esta Europa que la ideología dominante impone como una apisonadora, sea una buena noticia en este mundo global.
Si a todo eso se añade la corrupción rampante, el desprestigio mismo de instituciones claves hasta ahora como la monarquía o el sistema de partidos políticos como muestra cualquier indicador que uno quiera observar, uno tiene. la tentación de pensar que si esto revientará o no, es solo cuestión de tiempo.

Podremos dar más o menos credibilidad a la encuesta que vengo mencionando. Pero permítanme que mencione un solo un dato más. Un 39% de encuestados muestra su acuerdo con la siguiente proposición: “Últimamente, pienso que la democracia tiene demasiados fallos y que no es mejor que otros sistemas políticos” No sé a ustedes, pero a mí me pone los pelos de punta.

lunes, 8 de abril de 2013

La quiebra del Estado de Derecho como paradoja


Desde luego, el intento de hacer pagar a los ahorradores chipriotas con sus cuatro cuartos, la situación a la que han llevado a su país los corsarios de las finanzas con el consentimiento doloso de sus autoridades y de Europa, amén de las incendiarias declaraciones del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, en aquellos días, da idea de hasta dónde está dispuesto a llegar el neoliberalismo suicida con el acompañamiento de las instituciones de la Unión Europea, esa cosa a medio hacer que cada día le sirve menos para algo práctico a los europeos, incluidos alemanes, belgas, austriacos, holandeses, etc, como observamos cada vez con más claridad.

En Chipre paró el proceso el Parlamento. En Portugal lo ha hecho el Tribunal Constitucional. En España, está al caer un acontecimiento similar y será también el Constitucional quien saque las patas por alto.
En nuestro país, la Audiencia Nacional a instancias del personal laboral de la empresa pública Cetarsa, determinó a principios de marzo pasado consultar al Tribunal Constitucional si la supresión de la paga extraordinaria de diciembre de 2012 supone una vulneración del derecho a la no retroactividad de las normas restrictivas de derechos individuales: todo el título I, y en particular el Artículo 9 están dedicados a este asunto en nuestra Carta Magna.

Si el TC falla en contra, como cabe esperar, tal fallo se extenderá a todos los casos en los que se han planteado reclamaciones por la misma razón (por lo general en vía contencioso administrativa) y nuestra situación será idéntica a la de Portugal en donde, recordemos, su Tribunal Constitucional ha determinado que deberán abonarse las pagas extra a funcionarios y jubilados  a quienes en su día se les negó.
Más allá de la peripecia concreta, lo que me llama la atención es que esta crisis empieza a serlo también institucional: ¿cómo calificar si no una situación en la que se produce un choque frontal entre el ejecutivo y el legislativo (en Chipre) o entre el ejecutivo y el judicial (en Portugal) sobre la base de los derechos fundamentales de sus ciudadanos, con la perplejidad de Europa como telón de fondo? ¿No son éstos, síntomas de una quiebra en el Estado de Derecho?

Las declaraciones del primer ministro luso, el conservador Passos Coelho, son meridianas: “El Tribunal debía haber observado el contexto económico y financiero del país. Y déjenme que les diga que este no es un problema para el Gobierno: este es un problema para el país”
Es decir, que para este fino estadista la separación de poderes y los derechos individuales no son absolutos como ingenuamente habíamos creído; dependen de la coyuntura o, más aún,  son incompatibles con el orden económico vigente, con eso que llamamos el sistema. Seguramente Passos Coelho aplaude la ya famosa frase atribuida a Warren Buffet (uno de los tipos más ricos del mundo) “Estamos ganando la lucha de clases”

A algunos puede parecer demagogia que lo mencione en este contexto, pero es que en estos días la prensa ha difundido los datos del estudio publicado hace poco por la Tax Justice Network, una institución que se ha desarrollado a partir del Foro Social Europeo de Florencia, a fines del 2002 y del Foro Social Mundial en Porto Alegre, a comienzos del 2003. Unos perroflautas, vaya, que no obstante manejan información fidedigna y del mayor interés. Por ejemplo: la riqueza oculta al las Haciendas en los paraísos fiscales se acerca a los 30 billones de dólares, por referenciarlo a algo más o menos comprensible, más del 10% del PIB mundial.
Ni soy especialista en el tema ni es cuestión de alargarse sobre la materia, pero permitan que mencione solo un par de cosas ¿sabían que en Portugal, sí ese país cuya viabilidad preocupa tanto al patriota Passos, los jubilados suecos que fijan su residencia en busca de sol, se benefician de una exención total de impuestos en el cobro de sus pensiones? ¿una mera anécdota o un ejemplo más de cuáles son las prioridades? Sobre las dificultades que han de arrostrar los ciudadanos chipriotas por viajar sin comerlo ni beberlo a bordo de un portaviones en medio del Mediterráneo, buque insignia de los paraísos fiscales consentidos por la UE en el seno de Europa, no hace falta extenderse a estas alturas por ser de sobra conocidas.

Y, en cuanto a España, es sabido que el fraude fiscal se sitúa entre el 20 y el 25% del PIB, o sea no menos de 200.000 millones de euros. Esto genera al Estado un agujero que podría llegar a los 80.000 millones. Hagan sus números y se lo cuentan a Montoro en un amable escrache: ya saben, comparen con el montante de los recortes en Sanidad, Educación…establezcan relaciones con el índice del déficit mismamente, etc.
Hace unos días el genial Forges publicaba una viñeta en la que dos personajes de aspecto atribulado caminan juntos y uno le dice al otro “Tengo la sensación de que no solo estamos en la III Guerra Mundial sino que, además, la estamos perdiendo” y su compañero le responde “Sagerados sois los del Athletic”

Es todo un resumen de lo que nos pasa. Buffet puede proclamar su victoria y a nosotros, la gente, nos correspondería en esa tragedia y ante lo inevitable, el papel de interpretar el pesimismo paralizante como filosofía de vida.
Passos en Portugal o Rajoy en España, por poner solo dos ejemplos, son los sacerdotes locales de una gran mentira que se oficina en el templo del Eurogrupo y tiene por monaguillos a Van Rompuy y a Durao Barroso. ¿Por qué Europa no suprime de un papirotazo los paraísos fiscales en nuestro suelo? ¿Por qué no acuerdan algo parecido en el G-20 para toda esa gusanera? ¿Por qué los gobernantes no hacen aflorar esa ingente cantidad de recursos que solucionaría la mayor parte de nuestros problemas? Porque no hacerlo está en la naturaleza misma del sistema.

Pero mira tú por donde, un Tribunal Constitucional, el portugués, se toma en serio su tarea y se pone díscolo, y cree que en lo tocante a derechos individuales y colectivos fundamentales no hay coyuntura ni conveniencia que valga. Como pasará con toda probabilidad con el nuestro (ya me estoy imaginando al insufrible Floriano diciendo sandeces, precio que desde luego pagaré gustoso)
A ver si va a resultar que esta profunda brecha que toca los fundamentos mismos del Estado y que solo puede ensanchase en tantos y tantos frentes que conciernen a la vida cotidiana de la gente, es en realidad un portillo, una ventana a la esperanza. A ver si va a ser verdad que la grandeza de la democracia consiste sobre todo en que es capaz de dotarse de instrumentos que la protegen de quienes, por codicia o por mesianismo, creen que pueden forzar las reglas de juego hasta el infinito.

lunes, 1 de abril de 2013

Ada Colau


Si me pusiera a relatar algunos de los momentos que me han removido por dentro en la historia de España, la cercana, la subjetiva, la que, siendo de todos, fue vivida en primera persona, seguramente muchos pensarían “ya está el abuelo con sus batallitas”; y tendrían razón.

Pero dándole vueltas hoy a esa idea, he caído en la cuenta de que a menudo han sido mujeres quienes pusieron voz a esos instantes diversos, con significados distintos aunque no tanto si bien se mira. Un par de ejemplos:
La periodista Rosa María Mateo fue la voz de aquella multitud que se manifestó rotunda tras el 23F para certificar que el viejo régimen estaba definitivamente muerto.

Que yo recuerde, la primera vez que alguien miró de frente a los representantes de la soberanía popular para decirles que no estaban haciendo bien su trabajo, también lo hizo una mujer, Pilar Manjón; lo expresó así en una frase final que no contiene ningún reproche y los contiene todos: “yo no he venido aquí para darles pena” Y dijo eso tras abroncar a los diputados con una elegancia, con una entereza, con una dignidad desconocidas o que habíamos olvidado; ella pudo haber callado o haber hablado solo en nombre de su hijo muerto o de todas las víctimas del 11M y sus seres queridos, pero les reprochó su pequeñez, su mezquindad, su miserable uso de la desgracia para sus estrategias políticas. Y por eso habló también en mi nombre y en el de mucha más gente.
Por supuesto, Rosa María Mateo, recibió elogios en su momento. También Pilar Manjón. 

A Rosa María Mateo la fueron apartando de la profesión poco a poco; a Pilar Manjón la han maltratado desde aquella mañana en el Congreso de los Diputados atribuyéndole todo tipo de intereses oscuros. Es lo que tiene brillar con luz propia, especialmente si no estás alineado con eso que damos en llamar el establishment: acabas siendo muy incómodo.

No es cuestión de ser de derechas o de izquierdas; representas lo que se opone a lo establecido, a lo que se da por sentado; eres en cierto modo el nexo hacia algo nuevo y tal vez desconocido y, ante algo así, los genes de la reacción se alborotan y sus agentes en las instituciones, en los medios de comunicación, en todas partes, contraen un sarpullido intelectual que llevan muy mal.

Ahora pasa con Ada Colau.
Esta mujer, por su edad (frisando los cuarenta) y por la causa en que está empeñada (es, como saben, la persona más visible y notoria en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, PAH) es, en el sentido al que me vengo refiriendo, como Mateo o Manjón en su momento aunque menos emocionante; pero eso es así solo porque emociona la alegría, o la tristeza; no el enfado, no la indignación. 

El día que intervino en el Congreso al presentar la Iniciativa Legislativa Popular para modificar las condiciones de la dación en pago, a mí me produjo un efecto parecido al que me causó Mateo leyendo el manifiesto tras el 23F o Manjón hablando ante las cabizbajas y como avergonzadas señorías tras el 11M…aunque, ya digo, sin emoción; es que no me dejaba la rabia.

Las tres en la madurez; las tres son, como diría el tópico, mujeres coraje; las tres están más allá de lo establecido y las tres, se han puesto al frente de causas universales.
Mateo fue el heraldo de la libertad y la democracia, Manjón sacudió las conciencias (de los que tienen conciencia, naturalmente) Y, en cuanto a Colau, imagino que a estas alturas, todos hemos comprendido ya que lo que mueve a la PAH más allá del objetivo concreto que la justifica y la define es mucho más que resolver un asunto doméstico o el problema puntual de una familia. Por eso está ahora en el punto de mira. Por eso la mediocridad y la miseria moral amartilla su escopetón de fusilar esperanzas.

Abomino del culto a la personalidad pero sé del valor del liderazgo. Y, en este desierto de chulos, necios y corruptos; en este cuadrilátero en el que el aspirante espera una y otra vez que suene la campana para salvar el asalto sin darse cuenta de que está grogui desde hace tiempo; en este páramo moral e intelectual, digo, Colau tiene los atributos del líder (o de la lideresa, como diría una imbécil que blande la porra en cuanto le dan ocasión y confunde, como sus amos, la decencia con la sumisión sin condiciones)
Algunos piensan (yo entre ellos) que la práctica del escrache no es buena estrategia. Digo “estrategia” que palabra más ambigua; solo que, a lo peor, que lo sea o no, ya no importa gran cosa. Puede que, precisamente gentes como Colau y la organización que representa, como otras muchas que operan en esto que algunos creen las antípodas o cuanto menos los arrabales del sistema, sean precisamente el cauce que sujeta la riada. A mí me parece que todos estos antisistema no son otra cosa que la sociedad civil en movimiento, y en orden…por ahora. Es muy poco inteligente y tal vez suicida tratar de destruirlos.