miércoles, 11 de julio de 2012

ChurchillJoy

Casi todo lo que el Partido Popular dijo en campaña electoral ha sido desmentido por los hechos y la última vuelta de tuerca es la intervención de Mariano Rajoy ante los diputados hoy día 11 de julio (que mal fario tiene el número 11) una fecha que recordaremos y, si no, al tiempo.
                                                           
No es de extrañar que Rubalcaba haya calificado la intervención de Rajoy de “un nuevo debate de investidura” Yo diría más: ¿hubiera ganado las elecciones el PP con tan amplia mayoría de saberse, no lo que prometió hacer sino lo que finalmente hizo? ¿las hubiera ganado siquiera?

Y, si llevamos los argumentos mucho más lejos: a la luz de los acontecimientos ¿es legítimo el actual Gobierno? Supongamos que creía lo que ofreció en su programa electoral y que no ha mentido a los españoles, sino que la realidad le ha hecho cambiar (¡en seis meses!); en tal caso, queda moralmente legitimado, pero es muy estúpido.

Sea como fuere, Rajoy se ha puesto hoy en la tribuna del Congreso en plan churchiliano o, más bien, churchilesco, pues nos anuncia que cada español tendrá el honor de sacrificarse individualmente por aquello “que compartimos” (o algo así) dijo, y lo hace como si no hubiera opción, como si toda oposición o criterio en contrario fuera cosa de rufianes e irresponsables. Uno, ante tanta destrucción, no sabe bien que es aquello “que compartimos” (o algo así) como no sea, al paso que vamos, la tierra yerma.

Rajoy  ha dicho en su discurso que “Es mi deber liberar a España del peso de esa herencia” para referirse por enésima vez a los gobiernos de Rodríguez Zapatero. Pero la realidad, esa que tanto invoca el Presidente, es tozuda y hoy, se mire por donde se mire, estamos peor que hace seis meses, mucho peor para ser exactos que en aquellos momentos en que no pocos aseguraban que la sola llegada del cambio de gobierno generaría confianza a raudales.