domingo, 3 de abril de 2011

Indignarse y reaccionar

El anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero de no presentarse a reelección en los comicios del año que viene ha coincidido en el tiempo con la aparición de un libro, Reacciona, que es una recopilación de textos realizada por la periodista Rosa María Artal y que aprovecha el tirón del sorprendente best seller ¡Indignaos! del nonagenario Stèphane Hessel.
Baste anotar aquí una sola frase incluida en uno de los artículos recogidos en Reacciona: “ Alguien ha dicho que nos ha tocado vivir los tiempos de la vergüenza, la mediocridad y la renuncia” No sabemos quien es “alguien” pero sí el nombre de su cronista: Baltasar Garzón, como sabemos encausado por…por…por…¿por qué exactamente?
Ya me ocupé en este mismo lugar allá por el mes de enero del librito de Hessel y la verdad es que no tengo mucho más que decir sobre ello, salvo que cuanto más pasa el tiempo, más razón tiene el viejo activista francés. Reacciona es, además de una oportunidad editorial, una especie de saludable secuela.
En cuanto a Zapatero, ya corre tinta a raudales y,  partir de ahora, correrá más. Para mi el análisis está zanjado qué quieren que les diga: es el presidente cuyos gobiernos más han trabajado en el plano de los avances sociales (no es una opinión: el compendio legislativo de sus mandatos lo demuestra) Pero es también, la cabeza visible de una gobernanza incapaz de prever atajar a tiempo la crisis y sus consecuencias; y tales consecuencias tienen un efecto tan devastador en lo social como beneficiosa ha sido la labor legislativa. Ahora sigue la insufrible matraca de si Rubalcaba o Chacón, la insoportable tortura de un Partido Popular creído que se pondrá aún más pesado si eso es posible con la petición de elecciones anticipadas…como si Botín y los suyos no hubieran mandado ya que no.
Que ¿qué tiene que ver  lo de Hessel y lo de Zapatero? Pues todo. No ser capaz de reconocer la crisis; no atajarla a tiempo, no son los exponentes de la impericia o la ignorancia. Es mucho peor, es connivencia, especialmente culpable en gentes que se dicen de izquierdas. O es impotencia y, entonces que paren el mundo que me apeo ya mismo, porque esto no se queda así…se hincha.
¿Le hubiera pasado lo mismo a un gobierno del PP? ¿Es que alguien, en su sano juicio, pude dudarlo? Me resulta verdaderamente insólito escuchar a gentes bienintencionadas que, reconociendo la escasa capacidad de maniobra que tienen los estados, defienden que el mero recambio del Gobierno por uno del PP daría confianza a la economía y las cosas empezarían a irnos mejor.
Lo que hace que Hessel se indigne es que está fallando, precisamente, la política. Los poderes políticos se han rendido a los poderes financieros, a los mercados como concepto inaprensible, criminalmente impreciso, al anonimato de quienes gobiernan la globalización y cuyo objetivo no es otro que el beneficio de unos pocos en perjuicio de los más. ¿Análisis simplista? Pues disculpen, pero ¿qué tiene de complicado lo que no es más que rapiña? Seguimos leyendo con verdadera vergüenza que se reparte el producto del atraco entre unos cuantos en forma de bonos; todavía hoy pasa, con lo que ha llovido. Y nos indignamos, claro que nos indignamos, pero una agencia de calificación se permite echar mierda sobre la solvencia de un estado como si estuviera dando su dictamen sobre un crecepelo o sobre si un modelo de calzoncillos favorece la esterilidad masculina  y éste no la barre del mapa a bombazos. Claro que nos indignamos pero ¿de qué sirve?
Se va Zapatero. Sí ¿y qué?  Hace mucho tiempo que eso dejó de ser relevante.