domingo, 29 de septiembre de 2013

Gobiernos de bomberos, no de pirómanos

A poco que uno se moleste en buscar información y se acerque al problema sin apriorismos, concluirá que el cambio climático como consecuencia del calentamiento global provocado por la actividad humana es un hecho, y que los negacionistas lo son por interés de algún tipo, por ingenuidad o por una desmedida fe en la Providencia que –aseguran- hagamos lo que hagamos, proveerá como siempre ha hecho. Es irrelevante en realidad, también hay quien va por ahí negando el Holocausto o que Elvis está muerto y bien muerto; como dicen que decía el torero Guerrita: “Hay gente pa tó”

Pero hablemos de cosas serias: a finales de la pasada semana tuvo lugar en Estocolmo una reunión del denominado Grupo Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC: http://www.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml#.UkhJ30mbsok)
creado por Naciones Unidas en 1988 y que en 2007 recibió el Premio Nobel de la Paz. En ese encuentro se avanzaron las principales conclusiones de su último informe. La más descorazonadora: que con ocasión de la crisis económica, la lucha contra el calentamiento ha dejado de ser prioridad para los gobiernos del mundo, especialmente los de los llamados países desarrollados. 

Hay otras conclusiones, claro, pero es como si, entretenidos en quitarnos los piojos del cuero cabelludo no prestáramos atención a la herida que nos desangra y amenaza con acabar con nosotros como especie.
Por ejemplo: ya hay efectos con los que conviviremos al menos 1.000 años: dependiendo del escenario, entre el 15 y el 40 por ciento (amplio margen de error en la estimación, como se aprecia) del CO2 emitido puede quedarse ya en la atmósfera; mucho, en todo caso. Según las previsiones del IPCC, el nivel del mar podría subir entre 26 y 82 centímetros y la temperatura aumentar hasta 4,8 grados a finales de siglo.

Les ahorraré el relato de lo que esos cambios implican para la vida en la tierra; se los imaginarán fácilmente: es catastrófico como pueden deducir de la siguiente frase incluida en el informe: “Las emisiones a los niveles actuales o superiores alterarán todos los componentes del ciclo climático, alguno de ellos de manera que no se ha visto en los últimos cientos o miles de años. Ese efecto durará cientos de años”

“Todavía –dice también el informe- podemos prevenir los peores efectos del cambio climático y dejar a nuestros hijos y sus hijos un planeta decente. Pero necesitamos gobiernos que actúen como bomberos y no como pirómanos”
Solo que eso lo llevo oyendo desde que tengo uso de razón. Desde que padecemos el criminal fraude que algunos llaman crisis, también vengo escuchando, por ejemplo, que la apuesta por las energías renovables que nuestro país hizo en su momento no fue más que un capricho caro e inútil; así es que este Gobierno de nuestras miserias ha decidido hacer tabla rasa y apostar de nuevo por los combustibles fósiles: al fin y al cabo si en España la temperatura media ha subido en torno a un grado y medio en las últimas tres décadas, muy por encima de la media europea (0,9 grados) y aún más de la mundial (0,8); si en tres décadas han disminuido de forma notable las precipitaciones y la década 2000-2010 registra los valores más bajos desde 1950; si la temperatura media del agua en el Cantábrico sube entre 0,25 y 0,35 grados por década y el nivel del mar en el norte aumenta entre dos y tres milímetros por año, y el Mediterráneo crece entre 2,4 y 8,7 milímetros por año, etc, es porque la Providencia, siempre inescrutable, así lo ha decidido y, tarde o temprano -ya digo- proveerá; vamos que si el mosquito tigre –ese monstruo del que antes no habíamos oído hablar- te pone la cara como una berenjena, pelillos a la mar que ya pasará.

Es un lugar común establecer que la humanidad dispone de una década para tomar medidas que eviten la irreversibilidad de algunos fenómenos provocados por el calentamiento global.
Poco tiempo parece. Sobre todo cuando uno encuentra cada día ejemplos de que los pirómanos hacen justamente lo contrario de lo que debieran: en el Ártico el deshielo que se está produciendo con una aceleración desconocida hasta ahora (la superficie helada se ha reducido en un 18 por ciento desde 2007 a 2012, según la Organización Meteorológica Mundial) tiene tan contentos a quienes ven en la desaparición del hielo la apertura de una nueva vía comercial marítima mucho más corta y rentable que la habitual ruta del Índico: eso es ver la botella medio llena...de ácido sulfúrico. Y ni les cuento los movimientos de países como Rusia, Canadá, Estados Unidos, Rusia, Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia que huelen el petróleo bajo la banquisa.

¿Tendremos arreglo?