miércoles, 6 de febrero de 2013

Regeneracionismo

Es la palabra de moda; son las intenciones de moda: “hay que regenerar la política” aseguran quienes la han enmierdado o consentido que se enmierde.

Salvo Aguirre, cada vez más un verso suelto que hasta adelanta por la izquierda al PSOE con su rapidez de reflejos sobre listas abiertas y cosas así (vivir para ver), quienes llevan la voz cantante en el PP entienden por regeneración en primera instancia, negarlo todo y querellarse contra todo lo que se menea. Y para el Partido Socialista,  iniciar procesos de reflexión con la participación de jóvenes promesas y experimentadas testas (o eso aseguraba Ramón Jáuregui en un artículo que publicó hace unos días en El País:  http://elpais.com/elpais/2013/01/30/opinion/1359568872_858854.html) que igual alcanzan conclusiones relevantes, puede que todo un constructo social, tal vez una cosmogonía… cuando esto sea un erial o las ranas críen pelo.
Eso sí, ambos grandes (sea lo que sea que signifique “grande”) partidos están por la labor de suscribir un pacto contra la corrupción, que viene a ser como si solemnizamos la necesidad de no meterse el dedo en la nariz mientras esperamos en un semáforo. Se me antoja que es más fácil no corromperse sin más y sacar a gorrazos del partido a los manguis o sospechosos de trinque ¿no? No, debe de ser que no.

Lo que me llama la atención es que parece como si se hubieran puesto de acuerdo para hablar de "regeneracionismo". Tal vez es que los ideólogos, si los hubiere (además de Aznar y González, por supuesto, quiero decir) de unos y otros se sienten tributarios de lo que así se denominó en España a caballo de los siglos XIX y XX; como si estuvieran recurriendo a las mismas fuentes en busca de iluminación en estos tiempos de tiniebla.
Un poco de historia (poco para no ponernos pedantes): el Regeneracionismo fue un movimiento intelectual –he aquí la primera diferencia, eso de “intelectual”- que trató de reflexionar sobre las causas de la decadencia de España como nación.

Para entendernos, si la Generación del 98 se dolía de España desde el punto de vista artístico, literario, etc, el Regeneracionismo abordaba el problema desde una perspectiva científica. Para aquellas gentes regeneración era un antónimo de corrupción y, visto en contexto, se trataba de una reacción contra el régimen canovista de la Restauración. Pueden adscribirse a esta corriente de pensamiento figuras como Giner de los Ríos y Joaquín Costa que coincidieron en la Institución Libre de Enseñanza.

Tal vez sea esto último lo que aproxime, lo que permita encontrar ciertos aromas de evocación común entre la derecha civilizada (o solo preocupada) y la socialdemocracia perpleja (y en proceso de hibernación) Pero claro, antañón la expresión política del regeneracionismo se encarnaba en gentes (además de Costa y Giner) como Silvela, Maura, Alba, Canalejas, Azaña, Sanz del Río, etc. Y muy cerca, aportaban lustre Galdós, Maeztu y más tarde Ortega.

Es que no hay color.