martes, 12 de marzo de 2013

Jueces y periodistas


Pensé que, tocadas las instituciones desde la Corona a los ayuntamientos; cuestionadas otras como el sistema de partidos; en horas más que bajas el poder ejecutivo y bajo sospecha el legislativo;en riesgo de quiebra el modelo territorial, etc, profesionales como los periodistas y los jueces tendrían el favor del público; incluso leí (con preocupación desde luego, por cuanto implicaría que se abandona la esperanza de regeneración de esas instituciones por sí mismas) que estaban llamados a ser los nuevos y únicos justicieros que han de poner en su sitio a tanto mangante y a quienes se empeñan en destruirlo todo, desde entro y por acción o corrupción.
Y resulta que no. El último barómetro del CIS muestra que jueces y periodistas son los profesionales menos valorados por los ciudadanos: Sobre una puntuación de 0 a 100, obtienen respectivamente el 59,01 y 59,09, es decir, aprobado por los pelos pero por debajo de abogados, camareros, escritores, fontaneros…

Paradójico, ya digo, porque son estos profesionales quienes han destapado los escándalos y los investigan en sedes judiciales. Ni Urdangarín, ni Bárcenas, ni los ERES andaluces, ni tantos y tantos casos han escapado al escrutinio de los periodistas, ni escaparán (no es solo la expresión de un deseo; lo creo de verdad sobre todo porque necesito, necesitamos, creerlo) a la acción de los jueces. Tal vez esta contradicción (desde luego aparente) es lo que hace decir a Carlos Marzal (http://www.abc.es/local-comunidad-valenciana/20130311/abci-disparar-juez-periodista-201303111039.html)  “¿Es que los técnicos del CIS hacen sus encuestas bajo el influjo de los psicotrópicos? ¿Acaso los psicotropizados son sólo los que responden a las encuestas? ¿Tal vez estas investigaciones de campo han tomado como ámbito de estudio nada más que los bares de copas? ¿Por qué parece que la población española no tiene demasiado claro el concepto de ‘coherencia’ a la hora de responder en público?
No seré yo quien vaya por esa línea nada respetuosa con la voluntad y el criterio del pueblo soberano, pero la verdad es que si uno recuerda por ejemplo la insistencia, elección tras elección, en entregar el Gobierno de la Comunidad Valenciana a tipos injustificables ética y estéticamente o la contumacia en consentir situaciones como la del Ayuntamiento de Ponferrada, desde el apoyo a un acosador hasta el manteo jubiloso a un alcalde inmoral, no se reconcilia precisamente con la condición humana.

Claro que también hay quien no encuentra contradicción alguna. Antonio Gálvez, escribe una carta al director en un pequeño periódico digital, Diario de la Sierra (http://www.diariodelasierra.es/2013/03/08/cartas-al-director-jueces-y-periodistas-proscritos-de-la-sociedad/) “Habló el Pueblo. Se pronunció sobre vosotros como merecéis. Os considera segmentos sociales desplomados. Habéis caído desde el trono celeste a la profundidad de los infiernos. Y se dice que ‘os lo habéis ganado a pulso’. Observáis un comportamiento reprobable, salvo algunas excepciones. Habéis cavado la fosa de vuestro descrédito vocacional o profesional, porque nos habéis traicionado vilmente. Igual que unos empleados ingratos, que ponen veneno en el plato de sopa del amo” ¡Toma castaña!
Al contrario de Marzal, este martillo de herejes que apellida Gálvez cree que “Nuestro pueblo es maduro. Tiene capacidad de distinguir entre el ser y el deber ser. Lo enjuicia todo. Y desde luego, no soporta ya el insulto de los engaños, ni de unos, ni de otros. Observa que por los cuatro flancos del territorio hay hervideros de los que emana un magma de pestilencia” ¡Chúpate esa!

Así es que, si no teníamos bastante con lo que nos toca cada día, jueces y periodistas debemos reflexionar sobre nosotros mismos. Al hastío, al cansancio de la convivencia con la miseria moral, cuando no el delito, habremos de añadir la introspección y la autocrítica. Hágase, no queda otra.
Pero igual podemos hacer también algo más cercano e inmediato: abandonemos cualquier tentación corporativista y denunciemos a quienes, por razones ideológicas, bastardas o por estupidez, pervierten la función de informar y la de juzgar. Igual que los políticos honrados debieran dejar de quejarse de que se les mete en el mismo saco que a los que no lo son y sacar a éstos a gorrazos de las instituciones y hasta de los partidos a los que pertenecen ambos, jueces y periodistas deberíamos hacer lo propio. ¿Que no sabemos en dónde está el cánon que permita referenciar las conductas y actitudes ? Claro que lo sabemos, conocemos de sobra quién actúa con honestidad y quién no. ¿Que lo que propongo es una quimera? Pues entonces, apaga y vámonos.