No salgo de mi estupefacción. Preguntando aquí y allá, leyendo esto y lo otro, escuchando que si tal y que si cual, huroneando allí donde se dice pero no se dice, donde se mira pero no se mira, etc, etc, uno se percata de que es cada vez más extendida -no he hecho un sesudo estudio, claro, así es que lo que digo vale lo que vale- entre genuinos militantes del PSOE la idea de que, dado que les provoca sarpullidos un acuerdo con los muy leninistas, humillantes y chantajistas dirigentes de Podemos (lo de los simpatizantes de esas gentes coletudas y piojosas es más bien que son un poco memos y, en el mejor de los casos, esa cosa que llaman buenista, como diría Millas, signifique lo que signifique buenista) su alma roja se atempera y, algo mohinos, mascullan entre dientes la posibilidad de que bajar los brazos, encoger los hombros con resignación y apelar a lo que las urnas han dicho aunque lo hayan dicho con la boca chica, con el 28,7 por ciento más concretamente.
Lo del ciberleninismo es una bromita, así es que no merece comentario. No se en qué consiste el chantaje, salvo que
llamemos tal cosa a cualquier propuesta que nos parezca inconveniente, táctica
en el peor de los significados, imprudente o qué se yo si se formula con
soberbia, mala educación y alzando la voz. Tampoco entiendo en donde está la
humillación, salvo que uno se ponga a sí mismo en una posición de superioridad
moral, en cuyo caso, te parecerá humillante que te mire a los ojos con chulería aquél a quien consideras un pequeñuelo, un advenedizo o qué se yo. Como
en democracia los votos son la razón de todas las cosas, si no hay grandes
diferencias entre uno y otro, ese posicionamiento elevado solo podría venir del acervo
de cada cual, solo que la historia es puta, como sabemos.
No quiero extenderme en esto de la historia,
pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, comentar un momento algo
que siempre me chirría un poco. La reivindicación que el PSOE hace
continuamente de su historia. No es que me parezca mal, por supuesto que no;
pero es que hacer reivindicaciones de brocha gorda tiene que se tiende a
difuminar el trazo cuando la crónica de tu existencia te pone delante episodios
que prefieres olvidar. Es que una organización política es algo vivo que
cambia por definición y encapsular el prestigio y el pensamiento como si el
devenir histórico te justificara por lo siglos de los siglos amén es, en el
mejor de los casos, una cosa de Marte que es un lugar en donde no hay atmósfera. Un viejo eslogan publicitario aseguraba
que “todo está en los libros” Es verdad…todo. Y también en las hemerotecas.
Pero es que la posibilidad de mirar para otro
lado, ponerse en la nariz una pinza y favorecer que siga gobernado la gusanera,
es algo que, detecta este hurón, se está considerando -espero que solo por una
minoría- en las filas del Partido Socialista Obrero Español. Y, la verdad,
acudir al argumento de que en Alemania gobiernan de acuerdo CDU y SPD o en
Austria el SPO y la ÖVP, es una broma de mal gusto.
A ver amiguetes, es que aquí el pestazo es
insoportable, IN-SO-POR-TA-BLE. El adjetivo no es un recurso retórico, quiere decir que no se puede soportar esto otra legislatura, ni media, ni un cuarto. NA-DA.
Dice Felipe González en una entrevista muy
reciente: “estoy cansado de que interpreten lo que suponen que pienso
o debería pensar” Bien, quizás debería explicar o desmentir
algo que asegura el entrevistador: “En todo caso, recomienda -González- que ni el PP ni el
PSOE impidan que el otro forme Gobierno si ellos mismos no lo pueden lograr” ((http://politica.elpais.com/politica/2016/01/27/actualidad/1453925502_689607.html) A mi me parece blanco y en botella pero, vale,
no interpretemos, que cada cual lea lo que quiera.
Los hechos son que Rajoy ha dado la espantada y en esta
segunda ronda de consultas que no comprendo qué sentido tiene salvo marear la
perdiz y perder el tiempo, es posible que lo vuelva a hacer pues nada hace
pensar que se vaya a producir cambio alguno en sus expectativas y las de su partido, salvo que sepa algo que yo no se, que no creo, o quiero pensar que no es ni se le espera. Ya he dicho que ni se me ocurriría interpretar nada ni a nadie y mucho menos
molestar el bien ganado sosiego de los padres de la patria.
De manera que la secuencia natural será que el Rey encargue
formar gobierno a Pedro Sánchez y, a mi juicio, solo hay una fórmula razonable
para la investidura: PSOE + Podemos + UP +Coalición Canaria + PNV, con la
abstención de Ciudadanos. Sí, ya se que eso implicaría un gobierno en minoría
que tal vez no podría agotar la legislatura ni podría abordar la reforma
constitucional que este país de nuestras miserias está necesitando. Es obvio.
¿Y qué? ¿No les parece suficiente tarea cargarse la reforma laboral, poner en marcha una fiscalidad justa, revertir los recortes en sanidad, educación y dependencia
y algunos eccéteras?
¿Improbable en todo caso en vista de lo que declaran unos y
otros? Pues eso depende solo de dos cosas creo. Una: que en el Comité Federal
del PSOE del sábado (o en la cafetería) dejen de tener la piel tan fina y
también caigan en la cuenta de que, al fin y al cabo, Podemos -créanme, no hay problema con el rollo de los ministros- siempre ha
defendido el derecho a decidir pero nunca ha puesto fecha al referéndum que
sabe de sobra imposible sin reformar la constitución; si sus socios le reclaman, es su problema no se preocupen. Y dos,
que Ciudadanos revise sus orígenes y caiga en la cuenta de que para regenerar
la vida política española no basta con parlotear y mover el culito según de
donde venga la música.
Y si nada de eso es finalmente posible: pues a votar otra
vez. Si tenemos que tragarnos más bilis, más desigualdad y más miseria moral otra temporadita, pues al menos que sea porque la mayoría de la parroquia es masoquista y así lo decide. Pero no es bueno abrir la muralla porque entonces los indecentes e incapaces serán también quienes lo hagan y cada vez habrá menos esperanza.