miércoles, 15 de mayo de 2013

15M: yo también soy antisistema


La Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes ha declarado en una entrevista al Huffingtonpost (http://www.huffingtonpost.es/2013/05/15/cristina-cifuentes-cree-q_n_3277071.html) que el 15M ha perdido apoyos por acercarse a Izquierda Unida.
Los grandes (¿por qué se dirá “grandes”?) partidos acogen los datos que ofrecen numerosas investigaciones realizadas por institutos demoscópicos de diferente pelaje, con un escepticismo que raya en lo patético: vienen a decir que, aunque en las estimaciones de voto llegan juntos al 50 por ciento de los sufragios con dificultad (83,8 por ciento en las Generales de 2008) el bipartidismo goza de buena salud; los dos creen que la desafección es más o menos coyuntural y que pasará con la crisis.

Resumen: Ni la chica de moda ni las cúpulas (¿por qué se dirá “cúpulas”?) de PP y PSOE se enteran de nada.
Uno: Lo de Cifuentes, no merece una elemental reflexión. Solo es puro cálculo de márketing político de tercera clase en boca de alguien que lo mismo enarbola la porra que pone caras que dan penita. Vamos, la mera posibilidad de aspirar a sustituir a Ana Botella, una de las alcaldesas más incapaces del mundo mundial, da idea de qué coeficiente intelectual podría precisar la aspirante para sobrepasar de largo a la Regidora.

Dos: A la ensoberbecida parroquia del PP (la que, a pesar de los pesares sigue siendo fiel) todo lo que huela a 15M le provoca sarpullidos: gente que grita, se manifiesta, en fin…la gentuza de toda la vida. A esos es inútil explicarles nada. Y a los descreídos con el partido al que votaron, tampoco, al fin y al cabo muchos de ellos saben lo que es porque han estado allí: en las plazas, en las calles...
Tres: A los que aprovechan las manifestaciones para hacer el cafre, hay que aplicarles la ley y no entretenerse mucho más en ese asunto. Son, lo que son, delincuentes.

Cuatro: ¿Qué hay de la izquierda? Pues, como no vamos a detenernos ahora en el farragoso ejercicio de poner apellidos, espigar matices y pedigrís, digamos que, a mi juicio, si de verdad los partidos de izquierda (no solo en España) quieren iniciar un proceso transformador que no se limite a afrontar la crisis de otro modo, sino que nos ponga más o menos a salvo de otras venideras, lo que han de hacer es incorporar las reivindicaciones del 15M, tales como el desarrollo de la democracia participativa, la modificación de las leyes electorales, el establecimiento de controles a la actividad financiera y tantos etcéteras que es posible encontrar en la abundante literatura que está disponible a poco que se tenga interés en encontrarla e informarse sin apriorismos.
Y cinco: Si a estas alturas hay quien dice cosas como que el 15M ha perdido fuelle o que no formula propuestas concretas, etc, o es necio o tiene interés en desprestigiar lo que le asusta y que no puede ser concebido como un sujeto orgánico definido, al estilo que lo sería un partido político tradicional.  

Por decirlo de manera simple: ya no se ocupa la Puerta del Sol o Wall Street, pero las mareas, verde, blanca, negra y de cualquier color, son 15 M; como lo es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, los foros en redes sociales o las asambleas de pueblo o de barrio que se siguen celebrando…El 15M puede ser un acto individual de desobediencia civil o puede estar inspirando algo como Democracia Digital Andalucía que, en estrecha concomitancia con la Junta, está elaborando un borrador de la Ley de Participación Ciudadana.
El catedrático de Ciencias Políticas, Joan Subirats (http://politica.elpais.com/politica/2013/05/11/actualidad/1368298983_295130.html), viene defendiendo que vivimos en un “sistema político muy cerrado, opaco y tendente desde la Transición al pacto entre élites” y se produce la “…constatación ciudadana de que los que mandan, llámense Zapatero o Rajoy, son meros transmisores de órdenes ajenas al control democrático”

Si hemos de referirnos a España, creo que los acontecimientos que vivimos y las actitudes no solo de los dirigentes de los partidos políticos, sino de la clase dirigente en su conjunto, demuestran cada vez más que el sistema del que habla Subirats empieza a estar obsoleto.
En este sentido no se trata tanto de oponer ser “gente de orden” a ser “antisistema” Si me permiten la broma, podemos ser antisistema y gente de orden, solo que de otro orden, del que sea capaz de responder a lo que hoy necesita la sociedad.

Una vez más, por decirlo de manera simple: enterremos de una vez la Transición en la Historia; si quieren con letras de oro, pero dos metros bajo tierra. ¿Sáben qué creo? No es la gente en la calle quien ha matado el espíritu de los ochenta: son los mercados y la inoperancia del Estado y sus servidores los que han liquidado aquello...y ya huele.