No busquen el palabro en el diccionario porque no existe. Es una invención reciente que ha hecho fortuna, tanto que casi se ha convertido en una sección fija en los medios de comunicación. Leemos u oímos algún titular que utiliza la expresión y seguidamente nos explican, por ejemplo, que en Donosti unos chicos vestidos de payasos protestan parando un trenecillo turístico mientras lo rocían de confetis, o que cuatro descerebrados -delincuentes que deben ser perseguidos- pinchan las ruedas de un autobús panorámico o inyectan silicona en la cerradura del portal de un edifico de apartamentos turísticos de más que dudosa legalidad.
Como
turismofobia lo mismo vale para un roto que para un descosido,
si un turoperador alemán asegura ayer mismo que el sector turístico español
está “saturado” (que hay demasiada gente y eso deteriora los
servicios, vamos) https://www.elconfidencial.com/empresas/2017-08-10/turismo-espana-tui-group-precios_1427462/ los telediarios nos lo cuentan sin solución de
continuidad, así es que nos queda la impresión de que el operador
turístico en cuestión está en una criminal conspiración contra los
intereses españoles.
Es
tan omnicomprensivo el concepto turismofobia que sirve para
encuadrar los motivos de quien de un papirotazo estrella contra la
pared la muñequita vestida de faralaes que hay encima del televisor
en el apartamento de Cullera pero también para quien se manifiesta en
contra de lo que está sucediendo porque está hasta los cotiledones
de lo que ve y sufre cada día en la sacrosanta industria nacional.
Veáse
un catálogo de conductas reprobables habitualmente denunciadaas por turismofóbicos,
turismotarras o turismoflautas en general. Lo explicaba
ayer en un chat privado mi amiga Sonia, de la Asociación Cultural
Kali Panoa http://kalipanoa.weebly.com/compartiendo un comentario cuyo autor (lo lamento) desconozco porque parece haberse perdido en el tráfico de las redes. Odias el turismo si
denuncias “que hay camareros cobrando 700 euros al mes por 12 horas
de trabajo diarias, de las que sólo están dado de alta cuatro; que
hay camareras de piso que acuden empastilladas a trabajar para poder
limpiar 20 habitaciones diarias a 1,5 euros cada una; que los guiris
borrachos se alojan en apartamentos ilegales y te vomitan tu patio;
que tu alquiler ha pasado de 500 euros al mes a 900, porque al casero
le es más rentable alquilar la vivienda ilegalmente por días que
por meses de manera legal; que estudiaste Turismo y estuviste
viviendo en dos países varios años para perfeccionar tu nivel de
idiomas y que ahora el hotel donde trabajas de recepcionista te paga
900 euros al mes; que estás harta de no poder salir de tu domicilio
porque las manadas de turistas en fila india tienen bloqueado el
portal de tu casa; que hay una burbuja turística que ha sustituido a
la burbuja inmobiliaria, sostenida en bajos sueldos y expulsión de
la población local de la ciudad; que es inmoral cobrar 100 euros por
una habitación de hotel, mientras se precariza el empleo hasta
límites insoportables; que los beneficios del turismo, sector que no
ha conocido la crisis y que los aumenta anualmente en más de dos
dígitos, se tienen que repartir de manera equilibrada entre
trabajadores, empresarios y ciudades turísticas; que el patrimonio
histórico-artístico de nuestras ciudades no soporta la presión
turística actual y que es posible que en unos años no podamos
seguir viviendo del turismo porque nos lo habremos cargado por la
avaricia capitalista; que el turismo debe ser un sector de futuro y
no sólo de presente, que los turistas merecen visitar sitios
auténticos, con vida real, y no parques temáticos y que los
habitantes locales merecen poder conjugar vivir en su ciudad con el
turismo...etc.”
“Es lo mismo que ocurría cuando se denunciaba que la burbuja inmobiliaria impedía que las familias normales pudieran acceder a una vivienda digna o que la construcción estaba destruyendo el patrimonio ambiental y el litoral de nuestro país. Los que lo odian (el turismo, la vivienda y lo que sea) asegura Sonia, son quienes aborrecen no acumular beneficios a costa de explotar recursos naturales, históricos y humanos...y han encontrado en la turismofobia su palabra clave para no abrir un debate”
“Es lo mismo que ocurría cuando se denunciaba que la burbuja inmobiliaria impedía que las familias normales pudieran acceder a una vivienda digna o que la construcción estaba destruyendo el patrimonio ambiental y el litoral de nuestro país. Los que lo odian (el turismo, la vivienda y lo que sea) asegura Sonia, son quienes aborrecen no acumular beneficios a costa de explotar recursos naturales, históricos y humanos...y han encontrado en la turismofobia su palabra clave para no abrir un debate”
¿Qué
puedo yo añadir?
Bueno
sí, que escucho voces bien intencionadas, de gentes con formación y
buen criterio por lo general, apuntarse a esta falacia del odio al
turismo y a los turistas. No cuento a los francotiradores que tiran sobre cualquier cosa que les huela a Podemos, CUP, Sortu o cualquier otro objeto de sus, aquí sí, fobias. Quiero pensar que es porque les da miedo de
que nos pueda fallar lo poco que tenemos como país: 11,2 por ciento
del PIB. Pero no deberían confundirse y confundirnos. No, no son los
payasetes del trenecillo donostiarra los responsables de nada; son
solo un síntoma por más que les haya caído la del pulpo de parte
de autoridades, gremios relacionados y bienpensantes en general como
si fueran una nueva versión de la kale borroka.