lunes, 18 de agosto de 2014

Báñez hace que se pierda la Fe

No sé si la actual ministra de Trabajo es la más nefasta de las posibles; carezco de la necesaria perspectiva para hacer semejante afirmación. Eso sí, puedo suponer que , puesto que se encomienda con fe a vírgenes y santos, cree más en las potencias celestes que en un ejercicio de su función acorde con los intereses de los ciudadanos que somos los que le seguimos pagando su sueldo con el propósito de que insulte nuestra inteligencia y nos joda cada día un poco más. Misterios de la naturaleza humana y divina.

Este es un relato algo intrincado; intentaré que resulte fácil de entender y, si no lo logro, crean que es la mente retorcida de quienes toman decisiones en el Ministerio la responsable y no yo: imaginen a alguien que nació en septiembre de 1953; esta persona está a punto de cumplir 61 años.
Supongan también que empezó a trabajar a los 26; sí, ya sé que para muchos esto es difícil de comprender, pero puedo jurar que, por entonces, eso ocurría y a menudo…que había trabajo para la gente joven, vamos.

En 2011 nuestro protagonista, que a la sazón ya tenía 58 años, se quedó sin trabajo por cierre de la empresa en la que prestaba servicio. Naturalmente cobró durante dos años la prestación por desempleo a que tenía pleno derecho. Y se acabó lo que se daba.
En ese punto y siguiendo la recomendación de la propia Seguridad Social, nuestro/a protagonista decidió suscribir un convenio particular a fin de seguir cotizando de modo tal que a los 61 años de edad alcanzara los 35 de cotización. ¿Por qué? Primero porque era consciente de que jamás volvería a trabajar y segundo porque ese esfuerzo a costa de sus ahorros le permitiría acogerse a la excepción de la norma general sobre jubilación voluntaria: la Ley 27/2011 y el Decreto 5/2013 preveían que si se había extinguido la relación laboral por cierre patronal y se tenían los suficientes años cotizados, era posible jubilarse al cumplir los 61 años; tal era el caso.

Así es que hasta hace unos días el/la protagonista de esta historia estaba tan contento/a porque el mes que viene celebraría su cumpleaños comenzando a cobrar su pensión; como se ha dicho, desde que se acabó el paro, lo que ha venido haciendo es meterle mano a los exiguos ahorros, de manera que aunque, por anticipar la jubilación de manera voluntaria perdiera del orden del 24 por ciento ya se comprende que su casa era una fiesta…a qué esperar a los 65, los 67 o vaya usted a saber.
Pero he aquí que con alevosía y agostidad, a este Gobierno depredador se le ha ocurrido suspender la mencionada excepción. El argumento es que al existir un convenio particular, se rompe la excepcionalidad…Sí, ya sé que usted, lector de buena fe no lo entiende; le aseguro que yo tampoco y puedo sostener que quienes suscribieron aquellos convenios, también de buena fe, lo entienden mucho menos.

Claro que la medida es ilegal, pues las normas antes citadas contemplaban que se aplicaría hasta enero de 2019 la tan repetida excepción y para nada hablan de otra cosa que de la edad y el período cotizado y la forma del cese en la relación laboral; más aún, como se ha dicho, esos convenios se firmaban muy frecuentemente por recomendación de la propia Seguridad Social. Y como es ilegal, ya se preparan baterías de denuncias contra los autores de este atentado, el enésimo. Largo me lo fiáis, naturalmente.
A nuestro amigo/a le han dado las vacaciones y está que trina. Dice que igual se apunta a la Yihad…y eso que era de misa diaria. Fétida Báñez no se da cuenta de que acabará por hacer que se pierda la fe; el obispo de san Sebastián, ese que dice que el aborto es como el despido libre, debería darle un toque.

jueves, 7 de agosto de 2014

De la moral y otras miserias

Chantal Pascaline y Paciencia Melgar, las enfermeras que cuidaban a Miguel Pajares se han quedado en Liberia infectadas de ébola. No son españolas y dicen en el Ministerio de Exteriores que son las propias autoridades liberianas quienes impiden que salgan del país. Van a morir sin remisión en unos pocos días.

Miguel Pajares, el religioso de 75 años gravemente enfermo, por desgracia, también va a morir probablemente de esa enfermedad que, como sabemos, es incurable. Pero es español y nuestro muy compasivo Gobierno lo ha traído -a él y a otra religiosa que no está infectada, guineana ésta como Melgar aunque, en este caso, tiene la fortuna de poseer pasaporte español- en un avión medicalizado, ha despejado a toda prisa de enfermos una planta de un hospital madrileño y logrará así hacer más llevadero el final de su vida a este misionero de larga y meritoria existencia. Nada que objetar, por supuesto. Nada que ver -pensar otra cosa sería pura demagogia, naturalmente- con que haya dinero para una repatriación francamente cara como ya comprenderán y no, por ejemplo, para atender casos extremos de dependencia o de acceso a determinados medicamentos vitales.

Es lo que hacen los países civilizados... cuando las cámaras están pendientes...mala suerte para los africanos (o, más bien, para los negros) que lo intenten en la valla de Melilla o en un cayuco.

El ébola fue descubierto en 1976 pero no había llegado a occidente. Hace unos días está ya en Estados Unidos y ahora en Europa. Con todas las garantías, claro.
 
Digo yo si al menos el avión de la Fuerza Aérea Española les habrá dejado a los que se han quedado una biblias o algo, o si las autoridades estadounidenses les enviarán a los liberianos, nigerianos, sierraleoneses y vecinos de todos ellos esa pócima (al parecer milagrosa) que están suministrando a dos de sus ciudadanos; a lo mejor a aquéllos les da también igual que sea un tratamiento experimental y tal y cual...o a ver si va a ser que no es tan experimental y es solo que a los laboratorios no les sale a cuenta fabricar y vender en lugares que para qué, oyes.