martes, 24 de abril de 2012

La Historia Interminable

Aún no hay estadísticas fiables (o yo no las conozco) sobre el incremento de suicidios en Europa. Pero, al parecer, eso está sucediendo. Se trata de un fenómeno visualizado hace poco, como recordarán, en el caso de un farmacéutico griego que se disparó en la cabeza en medio de la calle. Según leemos aquí y allá, cada vez hay más personas que se quitan de en medio desesperadas por el desempleo y las quiebras de empresas.

Hay quien ha hecho la comparación entre este fenómeno y una especie de auto aniquilación que los líderes europeos parecen empeñados en operar en sus propios países y en el conjunto. Pero, si Europa no es el estado del bienestar ¿qué demonios es? Quiero decir, que si como europeo ni yo ni las al menos dos generaciones que me siguen podremos disfrutar de lo único que es una construcción genuinamente europea, ¿para qué nos pueden servir las instituciones de la Unión? ¿para qué un Parlamento continental? ¿Qué soberanía, la de quién, reside allí? ¿para qué el euro? ¿qué ilusión o estafa llevando viviendo años y años?

El Banco de España acaba de certificar que por aquí en estamos en recesión. No soy economista y, por tanto, me siento incapaz de debatir sobre cuestiones semánticas en esa materia. Pero a mí me parece que si, como se prevé, en nada de tiempo una cuarta parte de la población activa estará en paro y la mitad de los jóvenes no encuentra empleo, la situación se parece mucho a lo que sucedía en Estados Unidos en la época de la Gran Depresión y eso es mucho más grave que lo que dice el Banco emisor. Pone  los pelos de punta: hace unos días el secretario de estado de Economía, Jaime García-Legaz, decía por lo bajini que sin los fondos del Banco Central Europeo “España está muerta” Se refería a las inyecciones de circulante a los bancos españoles, una verdadera bomba de relojería que podría estallar en mil pedazos si acomodaran el valor real de mercado de sus activos inmobiliarios heredados tras el estallido de la burbuja al que consignan, muy por encima del anterior, en sus balances. ¿Acudirán los bancos españoles en algún momento al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, al cabo, un fondo de rescate? Pues más vale que no porque eso, en la práctica, sería como estar intervenidos y tal cosa, como saben portugueses y griegos, no es gratis.

Y el sistema financiero está en el centro de un perverso círculo vicioso, ya un torbellino, en el que está toda Europa y en el que España, para nuestra desgracia, es hoy el punto hacia el que todos miran. Alguien decía hace poco: “somos la estrella invitada y eso no es bueno” Con razón.

Pero no nos distraigamos. Igual hay que poner distancia para ver el conjunto y hacer una pedagogía eficaz sobre lo que nos pasa, sobre lo que importa. Hace unos días encontré este ejercicio en un artículo del que fuera ministro de Educación, Relaciones Institucionales y de Justicia de Brasil, Tarso Genro. Dice cosas como las siguientes: “Actualmente los derechos sociales conquistados duramente y el sistema de protección que les corresponde no solo están amenazados, sino que, incluso pueden sucumbir a través de mecanismos internos del propio sistema democrático        “ Y, sostiene Genro, que cómo conservar esos derechos sociales debiera ser la cuestión central. De acuerdo. Pero no es eso lo que estamos haciendo y, “…la democracia pierde cada vez más su prestigio frente a los empobrecidos…la izquierda tiene el deber ético de retomar el debate…”

¿Es real una especie de sentimiento de impotencia cuando observamos que las políticas de austeridad no hacen sino ahogar cada vez más al enfermo? Claro que es real, pero es erróneo sostener que se trata de la única salida. Parece incontestable, pero es falso: no podemos gastar por encima de lo que ingresamos, se nos dice; depende pero, en todo caso, insistir en esa especie de aforisma, casi un karma inexorable, es negar por ejemplo, el mecanismo elemental del crédito. Ya, insisten, pero si no recudimos drásticamente el déficit, baja nuestra credibilidad, los mercados desconfían, se encarece nuestra financiación como Estado…y vuelta a empezar. Así es que sangre, sudor y lágrimas (no para todos, claro) y…al final, todos calvos.

El corolario es que ha llegado la hora de los técnicos (¿Como Monti? ¿como Draghi? ¿cómo De Guindos? Por favor repasen sus biografías) esos que nos recordarán que dos más dos son cuatro y no hay más que hablar. Solo que en materia de gobernanza, en términos de desarrollo de las sociedades, no siempre sirve la aritmética básica.

La crisis no la han provocado los Estados, pero son las decisiones de los gobiernos –decisiones políticas, por tanto- las que nos hundirán cada vez más o nos sacarán de esta. ¿O alguien cree que serán los mercados quienes en un acto de bondad suprema pondrán las cosas en su sitio? ¿Lo harán los especuladores? El gobierno de Mariano Rajoy sigue al pie de la letra las recetas sacrosantas y se arrima como una lapa ora a esa cosa conocida como MerKozy, ora a los comisarios; el gobierno de Sarkozy se ha empeñado en hacer con el neoliberalismo nouvelle cuisine. El primero pierde fuelle a marchas forzadas y no cristaliza esa confianza que, vaticinaban gentes sin duda bienintencionadas, vendría como el maná tras las elecciones que le otorgaron un poder nunca visto, y el segundo está a punto de irse al garete; ¿Italia?: miren la prima de riesgo del pulcro Monti. ¿Alemania?: es conocida una sentencia que asegura que las cosas irán bien siempre que Alemania no mande ¿Serán las instituciones europeas las que nos saquen del atolladero? Pues ese si que es un gran debate, por cierto recurrente: ¿seguir con parches a base de ingentes cantidades de dinero y una construcción política en la que ahora, por lo visto, no nos podemos entretener o, como apunta el antes mencionado Tarso Genro, “más que ceder soberanía…deberían ajustarse cooperaciones soberanas e interdependientes. Con obligaciones y responsabilidades proporcionales” Yo no lo sé; pero doctores tiene la iglesia ¿o no?

Y en eso llego Hollande, bueno más bien, está llegando y, desde luego, se le espera. Un tipo gris, un sujeto con aspecto de señor serio de provincias; como escribía hace poco Javier Valenzuela, “…signo de estos tristes y mediocres tiempos, Hollande es ahora percibido a lo largo y ancho del Viejo Continente como el único Astérix posible que, desde la siempre indómita aldea gala, se alce contra el imperio germano de la austeridad y lo recortes y proponga el estímulo del crecimiento y el empleo como primer objetivo económico colectivo” Qué quieren que les diga, no me creo para nada que una eventual victoria socialista en Francia haga que los mercados se abatan con toda su artillería sobre el país como vaticina (otra vez el miedo) Sarkozy. Y, para qué mantener otra cosa, a mi me gusta la música que toca el galo.

Pero, para no pasar por profetas insustanciales y no confundir deseos con realidades, esperemos primero a la segunda vuelta de las elecciones y después, en su caso, a saber si será verdad que se ralentizan los objetivos de déficit en toda Europa, que Merkel (y sobre todo ese prodigio de malaleche que es su ministro de economía) se modera, que se potencia el papel del Estado como regulador de los mercados, que se impulsa una tasa sobre transacciones financieras…y esas cosas que anda diciendo en campaña Hollande.

Por ahora, ¿recuerdan como finaliza La Historia Interminable de Michael Ende? Efectivamente, no termina. Ah…y ya saben que Ende era alemán.