lunes, 17 de abril de 2017

Maltrato animal

Cuando se habla sobre le tema que da lugar a este artículo, a menudo se cita esta frase de Gandhi: “ La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales" La suscribo al cien por cien.

Es posible que a ustedes este asunto les resulte ajeno. Bueno, uno no puede estar en todo, ciertamente. Pero igual les interesa saber que el abandono y el maltrato de animales en España alcanza cotas que ya inducen preocupación en las administraciones públicas. En nuestro país y de acuerdo con los estudios que hace la Fundación Affinity se abandonan unas 140.000 mascotas al año; somos los campeones de Europa en la materia. A ello se añade el maltrato, mucho más difícil de calcular, pero que abarca prácticas tales como mantener al perro amarrado durante meses o dejarlo en la parcela solo toda la semana hasta que los dueños van al chalé el viernes; ahorcar galgos cuando acaba la temporada de caza; ahogar los gatitos de una camada o tirarlos directamente al cubo de la basura; tener en casa animales más o menos exóticos que se han sacado casi siempre de manera ilegal de su entorno natural y malviven en un piso o en una jaula...y una serie de prácticas que si se las aplicaran a ustedes no dudarían en calificarlas de espantosas.
Efectivamente, en España se están realizando esfuerzos legislativos para intentar superar prácticas verdaderamente bárbaras, pero estamos aún a años luz de lo que sucede en nuestro mismo entorno geográfico y cultural. Algunos ejemplos de países con acerbos culturales diversos:

En Suiza quien haga daño a su mascota puede enfrentarse a tres años de prisión y multas que, en su equivalente en francos, alcanzan los 20.000 euros. En México los maltratadores pueden ser condenados de seis a 24 meses de cárcel. En el Reino Unido los animales tienen "derechos básicos" (alimentación, salud, bienestar…) y se castiga el maltrato con multas y hasta medio año de cárcel. En Egipto todos aquellos que maten o hieran intencionadamente a un animal pueden ser penados con hasta tres años de cárcel. En Francia la legislación es muy estricta: las multas para los agresores pueden llegar hasta los 30.000 euros y dos años de prisión. En algunos estados de USA, por ejemplo el de Nueva York, quienes maltraten, abandonen, maten o alimenten mal a una mascota tendrán que pagar una multa de 1.000 dólares y podrán pasar un año entre rejas; si el ensañamiento en estos hechos es mayor, las multas pueden alcanzar los 5.000 dólares y los años de cárcel suben a cinco. La legislación uruguaya va más allá y prohíbe, en algunas ciudades, que los animales sean utilizados en espectáculos, circos o zoológicos; las sanciones por maltrato van desde los dos años de cárcel hasta los 68.000 pesos (unos mil euros) de multa.
En realidad, si miramos hacia un horizonte que no termine en la punta se nuestra nariz, comprobaremos que la preocupación por el bienestar animal está muy extendida y es antigua.

La Asamblea General de la ONU hizo hincapié en su momento en la necesidad de "proteger el bienestar animal ...para las generaciones futuras" y estableció el objetivo de "respetar el bienestar animal", entre los " objetivos del milenio para el período 2012-2020" La ONU establece como principio fundamental que: "Los animales son seres sensibles" y que sus "bienestar debe ser respetado" Se define el "bienestar animal" como un "estado positivo de bienestar" ("físico y psicológico") cuando "el individuo está en condiciones, sano y libre de sufrimiento" Asimismo, se especifica que los "animales sensibles" son "todos los vertebrados" y "ciertos invertebrados" tienen "la capacidad de sentimientos, incluyendo el dolor y el placer" con "un nivel de conciencia elevado" Por último, se establece la obligación general para todos los Estados miembros de adoptar "todas las medidas adecuadas...para prevenir la crueldad hacia los animales y reducir sus sufrimientos"

A título más o menos anecdótico, las primeras medidas legislativas de protección animal se adoptaron en UK ( Act to Prevent the Cruel and Improper Treatment of Cattle de 1822) en Estados Unidos (New York anti-cruelty Act de 1829) y en Pakistán (The Prevention of Cruelty to Animals Act de 1890)

Ya ha llovido.

Si de poner ejemplos de bien hacer se trata, es recurrente citar el ejemplo holandés: no es cosa de ayer; en los Países Bajos llevan ocupándose de este asunto desde 1864, año en que se creó la primera agencia de protección animal. Paréntesis: es de justicia mencionar aquí la tarea inmensa que en nuestro país llevan a cabo las protectoras y organizaciones de acogida y adopción, un verdadero y admirable sacerdocio de quienes entregan su tiempo al bienestar animal; sin recursos, sin que las administraciones les presten la atención que merecen.

Pero, volviendo al ejemplo holandés: a principios del pasado siglo, se aprobaron la Ley de Protección Animal y la Ley de Salud y Bienestar Animal, que prohíbe a los dueños no brindarles los cuidados pertinentes o abusar de los mismos. ¿Qué sucede si se vulneran estos preceptos? Hacerlo está contemplado en el ámbito penal y puede ser sancionado con tres años de prisión y multa de 17.000 euros. Lo anterior más otras dos medidas como son un severísimo control de la natalidad a base de esterilizaciones (que es lo que, por otra parte recomiendan tanto la Organización Mundial de la Salud, como la World Animal Protection) y un incremento de impuestos y tasas a quienes compran perros de raza (lo cual ha resultado ser un gran incentivo para la adopción) hacen que hoy Holanda sea el único país europeo en el que prácticamente no hay abandonos y las mascotas son respetadas como uno más de la familia. Y, como están en todo, pues ante la posibilidad de que si alguien quiere adoptar un animal le resulte prácticamente imposible, en 2001 nació SOS Trays, una organización que, entre otras tareas, se ocupa de recoger perros abandonados en otros países.

Reitero: en España se están haciendo esfuerzos. Claro que si relatamos aquí cómo, para poner en marcha una ley que impida las mutilaciones presuntamente estéticas, hubo
que debatir hace pocas fechas a brazo partido en el Congreso con el partido mayoritario, el PP, que aducía para oponerse necedades tales como el “efecto látigo” del rabo de los perros como riesgo potencial para cazadores y abuelitas indefensas, se te cae el alma a los pies y se llega a la conclusión de que nos enfrentamos, además, a una estupidez sin límites.

Digo “además” porque en realidad nuestro problema es otro. Jamás tendremos una ley de protección animal y contra el maltrato mientras el estado siga animando y protegiendo (por ejemplo bajando el IVA de los presuntos espectáculos como acaba de hacer) unas prácticas que consisten en emplear distintas modalidades de tortura con los toros.

¿Imaginan la convivencia de una ley como cualquiera de las que he venido citando con
aberraciones como la lídia, el toro embolao, el bou al carrer, el toro enmaromado y todas esas hermosas tradiciones patrias? No ¿verdad? Pierdan toda esperanza amigos de los animales en general. Pero no se pongan estupendos, aquí tenemos una Marca España y muchos turistas, amiguitos ¿Qué más se puede pedir?