Algo hemos progresado. Al menos este Gobierno nos ha
ahorrado la vergüenza de tener que escuchar a un necio ministro (que ahora nos
representa ante su graciosa majestad: ¡oh my God!) profiriendo arengas ridículas
ante lo que sin duda habría considerado una invasión de suelo nacional por
huestes foráneas. Me refiero, claro está, a esa mierda de pedrusco llamado Isla
de Tierra frente a la costa yerma de Marruecos.
A cambio, es probable que consigamos el dudoso honor de
ser uno de los países de Europa que peor trata a quienes huyen de una miseria
inimaginable para intentar un triple salto mortal en Occidente. Para ello
contamos con la inestimable colaboración de un régimen que se pasa
habitualmente los derechos humanos por el forro de la chilaba: el de una familia
de parásitos como es la monarquía alauí, tradicionalmente liberticidas y genocidas
y a cuyos titulares nuestro monarca gusta de llamar “mi hermano”
En este momento en que escribo estas líneas, 73 de esas
personas que se habían instalado en el islote, deben de estar deambulando por
algún lugar del desierto cerca de la frontera con Argelia que es como resuelve
Marruecos esta clase de problemas: abandonando a su suerte a quienes no
consiguen cruzar el Estrecho después de un durísimo periplo que comienza al sur
del Sahara y que nunca sabremos cuántas vidas se cobra antes de enterarnos de que
están ahí, llamando a nuestra puerta.
No soy experto en derecho internacional, pero tengo la
impresión de que en este asunto hay algo nada claro. Una vez se supo que esa
gente estaba en el islote, la historia se ha contado como un episodio de cooperación
España-Marruecos, finalmente resuelto a satisfacción.
Para esas personas que ya están en el sumidero de la
historia, que han sido barridas bajo la alfombra de la miseria humana, la cosa
ya no tiene arreglo: ya no existen porque han desaparecido de nuestra vista y
ya ni siquiera sabremos si muchos de ellos dejarán, literalmente, de existir en
los próximos días.
Pero, ¿qué quieren?, tal vez sea yo un descreído, pero no
me conformo con la explicación de una especie de Trillo escarmentado (el
ministro Margallo), según cuyos portavoces, la “operación conjunta de ambos
países” se desarrolló "sin ningún incidente" y ha sido un
"éxito", con una actuación "modélica" de la Guardia Civil y
una "inestimable" colaboración de Marruecos.
A mí me parece que lo que ha hecho el Gobierno español es
una flagrante violación de nuestra propia legislación al desalojar a los inmigrantes
y entregar a la gendarmería marroquí a la mayoría de ellos, porque el procedimiento
establecido en la Ley de Extranjería obliga a estudiar de forma individual si cada
una de los desplazados reúne los requisitos para acceder a territorio español y
para posibilitarles que, en su caso, puedan solicitar asilo. Y algo debe de
haber, en vista de que la portavoz de la Comisión Europea acaba de recordar a
nuestro país que “se deben respetar los principios y obligaciones del derecho
internacional, como es el principio de no devolución”
Como en tantas cosas, es probable que la Europa de las
declaraciones haga eso, declaraciones. Y nada más. Al fin y al cabo esa gente
que abandona el horror busca un pedazo del pastel del estado del bienestar (al
que tienen derecho, todo el derecho, por cientos de razones de distinto tipo y
aunque ellos no sepan que ya nos encargamos nosotros mismos de no dejar ni las
raspas) y pueden resultar más molestos que nunca. Si el episodio lo soluciona
un país periférico y menor con la ayuda de otro a quien siempre podremos saludar
con cierto desdén en los salones de la diplomacia, pues salvemos la conciencia
declarativa y a otra cosa. La historia del mundo.
Ni siquiera sabremos nunca qué fue de esas 73 personas
arrojadas al desierto con lo puesto, con la “inestimable colaboración” de…de…un
negrero. Es una terrible ironía: quizás algunos incluso mueran pero, llegado el
caso, como ojos que no ven, corazón que no siente, no nos sentiremos cómplices
de asesinato. Y, en cambio, habremos aprendido algo de geografía: ¿ustedes
sabían que Isla de Tierra es un pedazo de la patria? Yo ni idea.