martes, 8 de mayo de 2012

Bankia


Se acaban de cumplir 24 horas de la dimisión de Rodrigo Rato, este preclaro prócer que tiene la innegable virtud de salir de naja cuando huele otra oportunidad o supone que el porvenir inmediato le acabará pasando factura si no se quita de en medio a tiempo.

Bien, a parte la inmoralidad que supone que un sujeto así se forre el riñón allá en donde esté ya sea a costa del erario público o de los dividendos de alguien, nada que objetar; ya sabemos que esta vida es radicalmente injusta y el que no corre, vuela, aunque sea rasante.

Lo que, a pesar de todo, me sigue sorprendiendo en estos tiempos de moralidades prêt à porter es que el lenguaje lo mismo valga para una cosa que para su contraria y viceversa. Verbigratia: los ministros Soria y Margallo se ponen en plan Viriato para condenar la expropiación de YPF (empresa de origen español sí, pero propiedad de sus accionistas, ya sean iliturgitanos -de Andújar, Jaén- o lapones -de una remota región del norte como bien sabe El presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE, señor Feito que lo es de nombre y condición moral- por el Gobierno argentino y en cambio modulan la protesta cuando Evo Morales arrampla con una parte de Red Eléctrica, empresa participada por la SEPI o sea, esta sí, española hasta las cachas. Lo del vicepresidente de Organización del PP, Carlos Floriano en la misma línea no merece comentario porque a éste lo que pasa es que no suele enterarse de casi nada, el pobre.

Pero si lo de Argentina y Bolivia hemos de considerarlo una agresión a alguien o algo, ¿cómo considerar lo de Rato? Bueno, lo de Rato (el del FMI ya recuerdan) no que eso ya he dicho que es cosa de chicos listos y tal vez, a lo sumo, algo malotes. Más bien lo de Bankia: después de los despueses y de lo que ha llovido, mentiras electorales previsibles a parte, vamos a tener que rascarnos el bolsillo por enésima vez para poner a flote a un ilustre miembro del sistema financiero.

O sea: el Estado, o sea nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos hemos de dar nuestro dinero para sanear a los que nos atracaron, los mismos que toman dinero del Banco Central Europeo, o sea nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, al uno por ciento y compran deuda soberana, o sea, la nuestra, la de nuestros hijos y la de los hijos de nuestros hijos…o más, al cinco por ciento para embolsarse el diferencial, pagar bonus a sus directivos y seguir sin revertir los fondos a la economía productiva. Y nadie va a la cárcel.

Si lo de Argentina o Bolivia fue un ataque,  ¿cómo tendríamos que llamar a esto? Igual lo sabe Rato que es un chico listo y tal vez, a lo sumo, algo malote. Quien es seguro que no lo sabe es Rajoy, será por eso que no se explica; y mira que me gustaría, que tengo yo unos ahorrillos que no sé, no sé.