Se acaban de cumplir 24 horas de la dimisión de Rodrigo
Rato, este preclaro prócer que tiene la innegable virtud de salir de naja
cuando huele otra oportunidad o supone que el porvenir inmediato le acabará
pasando factura si no se quita de en medio a tiempo.
Bien, a parte la inmoralidad que supone que un sujeto así
se forre el riñón allá en donde esté ya sea a costa del erario público o de los
dividendos de alguien, nada que objetar; ya sabemos que esta vida es
radicalmente injusta y el que no corre, vuela, aunque sea rasante.
Lo que, a pesar de todo, me sigue sorprendiendo en estos
tiempos de moralidades prêt à porter
es que el lenguaje lo mismo valga para una cosa que para su contraria y
viceversa. Verbigratia: los ministros Soria y Margallo se ponen en plan Viriato
para condenar la expropiación de YPF (empresa de origen español sí, pero
propiedad de sus accionistas, ya sean iliturgitanos -de Andújar, Jaén- o
lapones -de una remota región del norte
como bien sabe El presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera
de la CEOE, señor Feito que lo es de nombre y condición moral- por el Gobierno
argentino y en cambio modulan la protesta cuando Evo Morales arrampla con una
parte de Red Eléctrica, empresa participada por la SEPI o sea, esta sí,
española hasta las cachas. Lo del vicepresidente de Organización del PP, Carlos
Floriano en la misma línea no merece comentario porque a éste lo que pasa es
que no suele enterarse de casi nada, el pobre.
Pero si lo de Argentina y Bolivia hemos de considerarlo
una agresión a alguien o algo, ¿cómo considerar lo de Rato? Bueno, lo de Rato
(el del FMI ya recuerdan) no que eso ya
he dicho que es cosa de chicos listos y tal vez, a lo sumo, algo malotes. Más
bien lo de Bankia: después de los despueses y de lo que ha llovido, mentiras electorales
previsibles a parte, vamos a tener que rascarnos el bolsillo por enésima vez
para poner a flote a un ilustre miembro del sistema financiero.
O sea: el Estado, o sea nosotros, nuestros hijos y los
hijos de nuestros hijos hemos de dar nuestro dinero para sanear a los que nos
atracaron, los mismos que toman dinero del Banco Central Europeo, o sea
nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, al uno por ciento y
compran deuda soberana, o sea, la nuestra, la de nuestros hijos y la de los
hijos de nuestros hijos…o más, al cinco por ciento para embolsarse el
diferencial, pagar bonus a sus
directivos y seguir sin revertir los fondos a la economía productiva. Y nadie
va a la cárcel.
Si lo de Argentina o Bolivia fue un ataque, ¿cómo tendríamos que llamar a esto? Igual lo
sabe Rato que es un chico listo y tal vez, a lo sumo, algo malote. Quien es
seguro que no lo sabe es Rajoy, será por eso que no se explica; y mira que me
gustaría, que tengo yo unos ahorrillos que no sé, no sé.